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El obispillo toma la palabra

COMENTARIO: Una tradición, la del obispillo, recuperada al parecer en varias ciudades españolas. Lo que se recupera es un ejemplo más de la «reconversión católica» de las saturnales romanas, y concretamente de los «festivales de inversión» en el que los roles de los poderosos eran asumidos durante unos días, de manera burlesca y en ocasiones reivindicativa, por los miembros más humildes de la sociedad. La propia Iglesia lo prohibió por las críticas de que ella misma era objeto. Y ahora reaparece de una manera domesticada y ñoña, haciendo abuso de esa misma «inocencia» infantil celebrada el 28 de diciembre, y todo ello con el mayor alarde de apoyo municipal. Una vez más el alcalde y el ayuntamiento (en este caso de Burgos) olvidan su carácter de servidores públicos, no de serviles seguidores de una confesión determinada.

Mensajes breves pero contundentes los de Rubén Menéndez de las Nieves, el Obispillo 2014, que ayer cumplió con la más tradicional de las tradiciones en el día de los Santos Inocentes. Desde el primer acto celebrado, su investidura en el Monasterio de las Madres Salesas, con la imposición de túnicas a los nuevos escolanos, hasta su mensaje a los burgaleses desde el balcón del Ayuntamiento, el Obispillo exhortó a los adultos a luchar contra las injusticias, a hacer lo posible para dar trabajo a la gente en paro, a acordarse de los niños que en otros rincones del mundo pasan necesidades y, ya a nivel más local, a mantener en buenas condiciones los parques infantiles de la ciudad. Y todo esto, dicho por un niño de el próximo día 7 de enero cumplirá 11 años, da que pensar y mucho a los ‘mayores’ que tienen las responsabilidades de dirigir las distintas instituciones.
Quizás por eso, Rubén Menéndez, que confesó haber preparado sus peticiones con la ayuda de su padre, pidió ‘a los que mandan’  y a los adultos que miren el mundo con la mirada de un niño, limpia, directa, sin presiones. Vamos, todo un guiño a la sencillez, transparencia y honradez.
La jornada para el Obispillo comenzó pronto, a las 11.45, con su investidura en el monasterio de las Madres Salesas, y el reconocimiento de los niños Daniel Alonso, como vicario, y Mario Moral, David San Martín y David Peña, como secretarios, la comitiva se trasladó al Palacio Arzobispal, donde les recibió Francisco Gil Hellín. Aquí, el pequeño Rubén le pidió su intermediación para que «no haya niños en el mundo que sufran injusticias», ni tampoco para que nadie crezca sin el amor de sus padres. Tras el amén de Gil Hellín y su recuerdo a las palabras del Papa Francisco abogando por la unidad familiar y contra las injusticias sociales, le deseó un «pontificado largo y abundante».
El siguiente paso llevó al Obispillo y su séquito a la residencia de ancianos de Barrantes y, tras montarse en el caballo blanco, inició el camino hacia el centro de la ciudad. Los burgaleses se agolpaban en el Espolón, bien abrigados, eso sí, pero con enorme curiosidad para ver a Rubén pasearse a lomos del equino que en algunos momentos se removió inquieto ante tanta expectación y cámaras enfocándoles.
En la Plaza Mayor, al pie de la Casa Consistorial, con bastante público al coincidir los Santos Inocentes en domingo, el Obispillo fue recibido por el alcalde, Javier Lacalle, y una vez en el salón  de plenos, Rubén Menéndez cumplió con la tradición: dar traslado al regidor de sus peticiones. Tres en concreto: que acaben las «interminables» obras de la plaza de la Tesla, de Fuentecillas -el barrio donde vive, por cierto- que impiden que los niños jueguen en la zona; que se hagan más zonas de juegos infantiles y que se mantengan mejor las que ya existen y que el Ayuntamiento colabore crear algún puesto de trabajo para la gente que no tiene.

EL ALCALDE TOMA NOTA

Javier Lacalle aseguró haber tomado buena nota de sus peticiones y aunque algunas son más fáciles de llevar a cabo que otras, añadió, se comprometió a trabajar para cumplir las demandas del Obispillo.
Antes de salir al balcón del Ayuntamiento, la Escolanía Pueri Cantores de la Catedral de Burgos,  interpretó un villancico: El Ave María Guaraní, de la película La Misión, bajo la dirección de Amador Pérez.
Fue en su bendición a la ciudad desde el balcón de la Casa Consistorial, donde Rubén exhortó a todos a «ser como niños», parafraseando el mensaje evangélico de «si no sois como niños no entrareis en el Reino de los Cielos» y abogando por la justicia social. Recordó que Jesús nació pobre en un humilde pesebre y que mientras «nosotros vivimos bien satisfaciendo nuestros caprichos», muchos niños en otras partes del mundo sufren necesidad. En manos de los adultos, recordó, está acabar con ese sufrimiento y para ello, abogó por recuperar la inocencia propia de los más pequeños, dejando a un lado egoísmos, las ambiciones y avaricias.
Con los deseos de paz y felicidad a una plaza muy concurrida, el Obispillo se despidió de la ciudad. De nuevo dentro, la Escolanía volvió a cantar, Noche de Dios, una muy acertada elección.

El Obispillo dirige unas palabras a los burgaleses congregados en la Plaza Mayor y les da su bendición. Ángel Ayala. Diario de Burgos
El Obispillo dirige unas palabras a los burgaleses congregados en la Plaza Mayor y les da su bendición. Ángel Ayala. Diario de Burgos

 

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