En ella, el cardenal Carlo Maria Martini, arzobispo emérito de Milán, explica el motivo por el que, después de que se le considerase el representante de los progresistas y antagonista del cardenal alemán, se convirtió en el gran elector de Joseph Ratzinger.
Pregunta: Tenemos nuevo Papa, al que se ha calificado de guerrero de la fe y hombre de los noes. Sin embargo, muchos nos aseguran que pronto nos va a sorprender, que va a distanciarse de su historia personal y doctrinal.
Respuesta: Va a ser así. Estoy seguro de que Benedicto XVI nos reserva sorpresas en relación con los estereotipos que se le han aplicado de forma un poco superficial.
P: ¿Por qué?
R: Ante todo, porque siempre ha sido un hombre de gran humanidad, cortesía y gentileza, dispuesto a escuchar opiniones distintas a la suya.
P: Se dice que una cosa es ser cardenal, y otra muy distinta, Papa. ¿Ocurrirá así con Ratzinger?
R: La segunda razón por la que debemos esperar sorpresas es que, como pude experimentar al pasar de la enseñanza a las responsabilidades pastorales, a un pastor le está constantemente reeducando su pueblo. Comparte todas sus angustias, sufrimientos, deseos y expectativas. Estoy convencido de que la gran responsabilidad que pesa sobre los hombros del nuevo Papa hará que sea cada vez más sensible a todos los problemas que perturban tanto a creyentes como a no creyentes, y eso nos abrirá, a nosotros y a él, unos caminos insólitos.
P: La buena conciencia y la competencia son cualidades que le atribuyó usted a Ratzinger en 1997. En estos aspectos ha dicho que es un modelo y un estímulo.
R: Como dice la primera carta a Timoteo, "la caridad mana de un corazón puro, una buena conciencia y una fe sincera". Y el nuevo Papa tiene estas tres fuentes de la caridad. Por otro lado, el culto a la competencia es natural en él por su formación de profesor alemán, que exige la información más amplia y sólida sobre cualquier tema que se vaya a abordar.
P: Hemos pasado de un Papa elegido a los 58 años a un Papa de 78. ¿Es una elección de transición?
R: Más que una elección de transición, es el deseo de tener, después de un pontificado largo, otro un poco más breve. Esta regla también se observó en el pasado.
P: La Iglesia se enfrenta a muchas cuestiones urgentes: ecumenismo, diálogo interreligioso, relacione0s con el mundo moderno. ¿No existe el riesgo de que un exceso de rigidez agrave las fracturas y aumente las distancias?
R: Estoy seguro de que el nuevo Papa no va a ser rígido, sino que escuchará y reflexionará con libertad de sentimiento y apertura de mente. Por supuesto, como a todos nosotros, le preocupa el peligro de diluir el evangelio. Todos queremos un evangelio fuerte y valiente que, precisamente por serlo, no debería temer a lo nuevo.