Ante la voluntad del gobierno socialista francés de promulgar una ley, legalizando el matrimonio igualitario a la comunidad homosexual y lesbiana de Francia, la Iglesia católica, se ha puesto en pie de guerra para oponerse radicalmente a esta decisión gubernamental. Organizaciones, como “Civitas”, grupo ultra católico de extrema derecha, participan junto a la Conferencia episcopal francesa a la lucha contra el matrimonio gay, y reivindican, al mismo tiempo, el derecho a participar a un debate abierto sobre esta ley.
“El Instituto Civitas” es una asociación con importantes medios económicos, muy bien organizada, dirigida por una cúpula anónima y secreta. Los únicos personajes conocidos del público de estas organizaciones, son los dirigentes que se presentan ante los medios de comunicación. La asociación está organizada en un conglomerado de asociaciones, con siglas diferentes, pero todas obedientes a una misma doctrina. Este tipo de organizaciones están implantadas en otros muchos países, en particular en América Latina, EEUU, y Europa, sirviendo de antenas a las consignas de Roma. El tono de sus reivindicaciones contra el matrimonio igualitario son de una violencia extrema y el paso las palabras a los hechos dependen sólo de un filo. Últimamente, miembros del gabinete del Sr. Hollanda han recibido amenazas de muerte.
Francia, nación laica por su Constitución, la Iglesia, dándose ella misma el derecho a la intromisión política, interfiere en lo que son los asuntos del Estado, a pesar de la laicidad constitucional.
Los Obispos que no hacen que seguir las instrucciones del Vaticano, considerando a este el depositario de todos aquellos aspectos, que de una forma u otra, se relacionan con la sexualidad humana, son del dominio universal de la Iglesia vaticana. El matrimonio civil entre las personas del mismo sexo, afirman los obispos, no es que una desviación demagógica de una cierta concepción política fundada en las ideas de las libertades individuales, pero que ponen en peligro a la familia tradicional y a la misma civilización occidental.
Los argumentos presentados por la iglesia para oponerse a la ley del matrimonio igualitario, proceden de los textos bíblicos y de la antropología. En la biblia, Dios condena severamente los comportamientos homosexuales del hombre. El argumento bíblico, sólo puede ser justificado para los creyentes, pero no para todos los individuos de la sociedad. En un sistema democrático, a pesar que todavía se continúan imponiendo leyes morales de origendogmático,a toda la ciudadanía, se acabarán imponiendo, con la evolución de la sociedad y las mentalidades, leyes para todos los ciudadanos, sin las discriminaciones actuales a algunas minorías sociales.
El matrimonio homosexual se va imponiendo progresivamente en muchos países. Los gobiernos buscan actualmente sus referencias morales en la Declaración Universal de los Derechos Humanos y no de los dogmas de la religión. La sociedad teniendo un mayor grado de instrucción y educada en los principios de la racionalidad, se distancia de los prejuicios y creencias del pasado.
Los argumentos antropológicos utilizados por la iglesia, para defender sus posiciones teológicas son las que menos se puede comprender. Si la iglesia pretende basarse en la antropología para defender la tesis de la familia tradicional, es desconocer la historia de la humanidad. El modelo de la familia tradicional, no es, ni ha sido un modelo universal. Los trabajos de uno de antropólogos más considerado por los medios científico, Lévi-Strauss, demuestran de la existencia de diferentes modelos de familia al modelo tradicional de nuestra sociedad. El antropólogo francés, Maurice Godelier, que dedico años de su vida a estudiar el comportamiento social de una tribu, de Nueva Guinea, descubierta en los años cincuenta, “Los Baruya” , atesta de los resultados de sus observaciones en un libro titulado “La Metamorfosis de la familia”.
En la sociedad actual, la familia tradicional es un modelo más entre otros. La familia monoparental, en su versión moderna, ya que existió en todas la épocas. Eran las familias a las pertenecían los bastardos, cuando se conocía el padre pero que socialmente era mejor ignorarlo, la mujer con hijos ilegítimos, y soltera, eran los hijos del pecado, de la vergüenza. Hoy son las familias recompuestas, donde los hermanos y las hermanas, lo son por parte sólo de padre o de madre. Llegando a ser actualmente el modelo más frecuente después del de la familia tradicional. En Francia dos millones de niños viven en este modelo familiar. Luego están, el de las parejas que deciden vivir juntos, fuera del reconocimiento institucional.
Si los argumentos antropológicos, utilizados por la iglesia, son esta vez para demostrar que las uniones legalizadas (matrimonio) fueron exclusivamente, las de un hombre y una mujer, tampoco es cierto. En algunas épocas y en algunas culturas, con fórmulas legales diversas, se promulgaron uniones civiles, en las que las personas del mismo sexo podían también legalizar su unión.
La antropología es una disciplina que observa, relata lo que ha observado y no lo juzga. Tampoco define normas, las normas son las que se dan cada sociedad. La antropología no juzga lo que es justo y lo que no es. No es en la antropología donde se encuentran argumentos para justificar una oposición teológica contra el matrimonio igualitario. La humanidad es un sistema abierto donde es el hombre el que se marca su camino existencial.
Hoy, en su oposición al matrimonio igualitario, los obispos franceses declaran que respetan a los homosexuales y a los derechos que ya les han sido otorgados por la legislación vigente, su oposición, dicen, es sólo en contra del matrimonio igualitario. Sin embargo, en 1991, declararon que “toda sociedad que pretende reconocer la homosexualidad como normal, es una sociedad enferma”. En 1992, condenaron la homosexualidad como “un comportamiento, por el que nadie puede revindicar ningún derecho”. En 2008, la iglesia, con su representación en la Organización de las Naciones Unidas, se negaron a reconocer que “los derechos del hombre se apliquen de la misma manera a cada ser humano, independientemente de la orientación sexual o de la identidad de género.”
Fue necesario llegar al siglo XX, para que la comunidad científica reconociese la homosexualidad como una variante natural a la sexualidad humana. Reconocer que no es una opción de la persona, que es un una particularidad endógena de la sexualidad humana. Su origen está en las leyes de la naturaleza, como igualmente funciona el universo con sus propias leyes. Y para aquellos creyentes en Dios y los dogmas, la homosexualidad es de creación divina, cuando Dios crea al hombre a su imagen y semejanza. Lo que supone, a mi entendimiento, el respeto y la aceptación sin reservas a la obra divina.
La iglesia católica siempre ha tenido dificultades a aceptar las evidencias de la ciencia. Una de las más importantes de su historia se produjo durante el Renacimiento con la revolución copernicana. Tampoco admite, los argumentos científicos que la homosexualidad es un fenómeno normal de la sexualidad humana. Que está inscrita, probablemente en la herencia genética, como una variedad en la orientación sexual. Esta variedad está inscrita y aceptada universalmente en la Declaración de los Derechos Humanos. Lo que la iglesia rechaza como rechaza igualmente los derechos de la mujer, consignándola en el role ancestral de sumisión al hombre y en la misión de procreación. La biblia supedita la mujer al hombre, y al hombre lo supedita a un modelo de sexualidad. La sexualidad, en sus dos vertientes, placer y procreación han sido los debates y las discusiones de la religión hasta la decisión de encauzarla en unas normas y en unos principios aceptables para la religión. El vaticano anclado en una posición obscurantista, propia de siglos pasados, continúa ignorando las realidades sociales y lanzando cruzadas radicales contra una sociedad en evolución. Las evidencias científicas y sociales las consideran como un peligro para la misma iglesia y sus fundamentos dogmáticos y reacciona con un mecanismo de defensa conocido, que es la radicalización y la intransigencia. E incluso confunde pederastia con homosexualidad.
Jesús que fundo el cristianismo como una religión de paz y de amor, nunca condeno la homosexualidad en sus predicaciones, pero si la hipocresía de los fariseos y la violencia de los hombres. En las comunidades primitivas cristianas, diseminadas por todo el territorio del Imperio romano, las discriminaciones o condenaciones por homosexualidad, si existieron son raras de encontrar. En algunas comunidades cristianas, admitían con respeto ciertas uniones entre hombres. En el más alto nivel de la iglesia, la homosexualidad no fue una de las preocupaciones dominantes, a pesar de los testimonios llegados a la jerarquía de conductas homosexuales de algunos miembros del clero.
La Iglesia, cuando llego a su apogeo a los finales de la Edad Media, siendo la institución dominante de la sociedad medieval, comenzó a condenar y castigar a los “sodomitas”, vocabulario con lo que llamaban entonces a los homosexuales. Pero, antes de este periodo de condena y castigo de la homosexualidad, encontramos testimonios escritos de relaciones intensas y emocionales entre hombres al interior de los monasterios. Estos testimonios a los que la iglesia nunca quiso relacionarlos con la homosexualidad, dan testimonio de relaciones a carácter pasional y selectivo a una persona, donde el amor de un hombre por otro hombre es difícil considerarlo como el de una simple amistad. Las expresiones son manifestaciones de amor dirigidas a una sola persona en medio de una comunidad de hombres. No se trata de una particularidad del pasado, ya que sigue produciéndose en las comunidades religiosas, a lo que ellas mismas le llaman “las amistades particulares”. Muchos argumentan que no existen pruebas, ni testimonios del uso de la sexualidad en esas amistades. Tampoco pienso que sea lo esencial. La homosexualidad no se puede definir únicamente por la sexualidad. La homosexualidad es también los sentimientos, el amor y el deseo de unión con otra persona de su mismo sexo. La unión con otra persona es un sentimiento profundo que la naturaleza ha dado a la mayoría de los seres humanos, sin excluirlos de la orientación sexual. Estas uniones, a su manera, han existido en lo sentimientos y los deseos de las dos personas.
La iglesia vaticana, en su lucha contra la homosexualidad y el derecho al matrimonio igualitario, justifica su apelación de institución homófona. Las fobias, definiéndose como un miedo irracional, la homosexualidad representa un de los miedos de la iglesia actual. El Papa, queriéndose proteger la iglesia de este peligro imaginario, decreta la interdicción de entrada de las personas homosexuales a los seminarios. Como si con interdicciones puede suprimir la homosexualidad del interior de la iglesia.
Cuantas vocaciones a la vida religiosa representaron, sobre todo en otras épocas, en que la homosexualidad era in estigma difícil de asumir en una sociedad conservadora, la alternativa a las exigencias familiares y sociales a contraer matrimonio. La persona que sentía que su orientación sexual no le llevaba a al camino matrimonial, elegía el celibato eclesiástico. Mientras que la iglesia vaticana continúa en su tradición del inmovilidad dogmática, otras iglesias cristianas se abren a la homosexualidad de sus pastores, aceptando la creación de Dios en sus decisiones sobre la sexualidad de los hombres. Ninguna esperanza de apertura de la Iglesia vaticana puede esperarse de la curia ni del papado actual.
Los países de la Unión Europea, todos firmaron La Declaración Universal de los Derechos Humanos. Un compromiso, que los gobiernos aceptaban de adaptar las legislaturas de sus estados con las declaraciones de los derechos del hombre. Sin embargo, muchos de los países de la Unión, todavía no al conseguido eliminar las discriminaciones por razones de orientación sexual de las legislaturas de sus naciones. Algunos comenzaron con legislaciones, que autorizando el derecho a la unión por parejas del mismo sexo, las fórmulas establecían límites y restricciones para distinguirlos de las uniones matrimoniales.
En algunos países, presidentes o primeros ministros de gobierno, fueron los que personalmente, frenaron la apertura a estos derechos a los ciudadanos homosexuales y lesbianas de su país. Estas personas, responsables de gobierno, se regían por sus propias convicciones u opiniones, ignorando que con su firma se comprometían a la aplicación de los derechos humanos a todos los ciudadanos. Hemos conocido en nuestro país, la reacción de la oposición a la ley del matrimonio gay, enviando un recurso al Tribunal Constitucional para examen y con la esperanza que los miembros de este Tribunal pertenezcan al grupo de conservadores y se obtuviera una anulación de la ley. Las alegaciones de algunos, disimulando las intenciones, decían que sólo pretendían cambiar el nombre “por tratarse de uniones entre homosexuales y entre lesbianas.”
Todas las asociaciones de defensa de los derechos de los homosexuales y lesbianas reivindican el matrimonio igualitario para todos y refutan otras apelaciones. No se trata de una lucha de vocabulario, sino de derechos.
El matrimonio civil es el reconocido en todos los países del mundo, en el que se reconocen los derechos y las obligaciones de los contrayentes de la unión. No hay razón que las uniones homosexuales y lesbianas sean diferentes. Toda otra apelación es una discriminación injustificada que sólo se acepta como una transición al derecho universal de todos los ciudadanos de la unión matrimonial. La Constitución dice: “Todos los hombres son iguales delante de la ley” y no existe razones para aceptar una exclusión en la ley.”
En un principio cuando el hombre aparece sobre la tierra cada ser humano su sexualidad y su orientación sexual con naturalidad, no existiendo entonces ni coacciones, ni prohibiciones. No existiendo a esta época la noción de homosexualidad, todos los comportamientos sexuales eran naturales. Cuando se descubrieron, en el Próximo Oriente, los vestigios de una civilización en la región de Mesopotamia, se descubrieron los primeros testimonios escritos de una civilización. En ellos hablaban de la vida de estos hombres y de sus creencias. Y por primera vez conocemos que la vida sexual en esta cultura no hay interdicciones o comentarios negativos a los comportamientos homosexuales de los hombres. Más tarde, en otras culturas aparecen formas de controle a los comportamientos homosexuales. Lo que se ignora son las causas y las circunstancias por las que aparecen, ya que en las civilizaciones que les rodean eran abiertas a una sociedad libre en sus relaciones sexuales.
La prohibición y el castigo de la homosexualidad aparecen con la biblia y la construcción del monoteísmo en el siglo VIII antes de Cristo. El contexto histórico lo conocemos. El pueblo judío crea su identidad de nación, diferente de todas las otras de su entorno, y siendo el escogido de dios, de entre todos los otros pueblos de la tierra. La sexualidad como tantos otros aspectos de la vida es codificada en principios y reglas, atribuidas a la voluntad divina. La sexualidad también es codificada y los comportamientos homosexuales del hombre prohibidos y castigados con la muerte, por considerarlos la peor de las ofensas a Dios.