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Varias personas marchan hacia la Plaza de Cibeles, en la concentración ‘Sí a la vida’ 2023, en Madrid. EP

El ‘lobby’ ultracatólico vuelve a contraprogramar el 8M para clamar contra la «cultura de la muerte»

La Plataforma Sí a la Vida ha convocado este domingo, cuatro días después del 8M, su manifestación «provida» que conmemora el Día Internacional de la Vida del 25 de marzo

Las más de 500 asociaciones que la integran centran su movimiento en una lucha contra el aborto y la eutanasia, fundamentalmente

El lobby ultracatólico vuelve a salir a la calle. Lo hará este domingo en Madrid, a las 12 horas de la mañana, para conmemorar el Día Internacional de la Vida. Pero hay un matiz. Esa jornada, que conmemora el anuncio del Arcángel Gabriel a María, se celebra oficialmente el día 25. Son más de dos semanas después. Hay otros dos domingos hasta entonces, pero la fecha escogida ha sido la de este 10 de marzo, apenas 48 horas después del 8M, Día Internacional de las Mujeres. El lema volverá a ser «Sí a la vida» y tras esa pancarta clamarán contra lo que denominan «cultura de la muerte».

Para Juan Francisco Albert,director del centro de análisis sobre radicalismo reaccionario Al Descubierto, eso no es casualidad. Menos todavía si se mira el calendario de 2023. La convocatoria entonces fue el domingo 12 de marzo, también dos semanas antes del Día Internacional de la Vida y apenas cuatro días después del 8M. «Intentan manifestarse siempre cerca de esa fecha para confrontar con el feminismo, que es uno de sus objetivos a batir», señala el experto. «Como estrategia, su intención es taparlo», añade.

Para él, el motivo está claro: la Plataforma Sí a la Vida —la convocante, que aglutina a más de 500 asociaciones, entre ellas los grandes representantes del movimiento «provida»— quiere mantener viva su lucha contra el aborto. «Y el derecho a decidir es una de las grandes batallas del feminismo», recuerda Albert.

Francisca García es presidenta de la Asociación de Clínicas Acreditadas para la Interrupción del Embarazo (ACAI) y opina en la misma línea. «Supongo que lo que pretenden con la convocatoria es medir sus fuerzas con el feminismo. Al final, su ‘sí a la vida’ lo que significa en realidad es un ‘no’ a los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres. Pretenden incluir el aborto en una dualidad entre vida o muerte cuando en realidad de lo que se trata es del derecho a decidir», explica.

Desde la Plataforma Sí a la Vida, en cambio, niegan cualquier intencionalidad en la coincidencia entre su convocatoria y el 8M. Alicia Latorre, su coordinadora, responde a preguntas de infoLibre que el adelanto de la marcha se debe a que el 25 de marzo «coincide con Semana Santa». «Algunos años ha sido muy cerca del 25, otros más lejos en el mismo mes y otros en abril», sostiene.

En cualquier caso, señalan Albert y García, este año la manifestación tiene varios elementos que la convierten, bajo su ideario, en especialmente oportuna. Se hubiera celebrado cuando se hubiera celebrado. «Para la derecha de corte católico es muy importante poder legislar sobre el aborto. Ha sido siempre un objetivo del ultracatolicismo internacional y ahora creen que es el momento de recuperar esa idea que parecía perdida», señala Albert, que lo achaca a la «ola reaccionaria» de, por ejemplo, Estados Unidos.

Lo que ellos mismos señalan es que son un resquicio de ética dentro de la sociedad. De ahí aprovechar ese filón. La propia Latorre vende esa idea de que el catolicismo está perseguido. «Estas ideas de decir ‘sí a la vida’ siempre y además con una implicación y un compromiso quieren ser eliminadas por parte de algunos. Y nos encontramos con obstáculos incluso con persecución, cuando se quiere dar información y ayuda, y cuando se pretende que no se oculte la verdad ante actos auténticamente violentos y destructivos como el aborto. Los hechos son los que son aunque se disfracen de falsos derechos, aunque se inventen términos nuevos o se sigan defendiendo eslóganes arcaicos sin ninguna base científica ni de sentido común», explica.

El próximo mes de junio se cumplirán dos años desde que su Tribunal Supremo anuló la sentencia sobre el caso Roe contra Wade. O en otras palabras, desde que anuló las garantías federales de protección del derecho al aborto, dejando en manos de los estados la legislación sobre este derecho de las mujeres y provocando, así, que en apenas un año 14 territorios lo prohibieran. «EEUU nos ha hecho reflexionar. Los derechos se consiguen pero hay que seguir peleando porque el retroceso está a la vuelta de la esquina», lamenta García.

La llegada de Javier Milei al Gobierno argentino es otro ejemplo. El pasado mes de febrero, diputados de su partido, La Libertad Avanza (LLA), presentaron un proyecto de ley para derogar la legalización del aborto, cuya norma, que permite la interrupción voluntaria del embarazo en las 14 primeras semanas de gestación, entró en vigor hace apenas tres años. Pero las feministas ya se levantaron incluso antes, pues el ultraderechista ya había asegurado que el aborto —que hace ahora un año en España recibió el espaldarazo definitivo del Tribunal Constitucional— no es más que «el asesinato de un ser humano indefenso en el seno materno».

Y eso no difiere mucho del ideario de la marcha convocada este domingo. En la nota de prensa de la convocatoria, de hecho, se habla de que el objetivo es «celebrar y reivindicar derecho al a vida de todo ser humano, desde su inicio —que marcan en el momento de la concepción— a su fin natural«.

Y ahí entra en juego otro «reto» fundamental para el lobby ultracatólico: la lucha contra la eutanasia. Los términos aquí son muy parecidos. «Su lema es ‘sí a la vida’, pero lo que hay detrás de esa frase es la restricción de libertades por un lado y la visión sacralizada de la vida humana por otra. No les preocupa la calidad de vida, sino que ésta es ‘sagrada», dice Javier Velasco, presidente de Derecho a Morir Dignamente. «Nosotros también decimos que ‘sí a la vida’, pero a la vida digna«, sentencia.

Por eso para él esta marcha es un «peligro». No a nivel de fuerza, porque cree que «hacen más ruido que otra cosa», pero sí a nivel de lo que implica social y culturalmente. «Estas manifestaciones me preocupan porque las veo como un síntoma de la involución general», señala.

¿Quién está detrás?

Este ideario no sólo camina por las calles, sino que se sienta en las instituciones. Y no sólo con Vox, cuya ideología de extrema derecha es incontestable e igual, por ejemplo, a la que Milei ha llevado a Argentina. «Aunque el PP tenga un discurso moderado, sabe perfectamente que si quiere absorber a Vox lo que tiene que hacer es contentar a todos los colectivos, también a los ultracatólicos» más situados al ala de las derechas más radicales, explica Albert. Los ultras están presentes en cinco gobiernos regionales —Comunitat Valenciana, Aragón, Castilla y León, Murcia y Extremadura—, 16 parlamentos autonómicos, decenas de diputaciones y cabildos y cientos de ayuntamientos.

Se desconoce qué representación política habrá este año en la manifestación, y desde la Plataforma aseguran que esto no es lo importante. «Una de las pocas normas de esta marcha es que no puede haber banderas políticas. A nivel personal puede ir cualquier político», explica. Sin embargo, esas presencias siempre son importantes. Y nunca pueden entenderse «a nivel personal».

En 2022, por ejemplo, se celebró la sentencia del Supremo de Estados Unidos en un acto al que acudieron el que entonces era senador por el PP Javier Puente —integrado de hecho desde 2021 en Political Network for Values, una organización próxima a la extrema derecha del primer ministro húngaro Viktor Orbán—, su entonces compañero Rodrigo Mediavilla —que tampoco es ya senador— o el secretario general del PP de Madrid, Alfonso Serrano.

Pero hubo un nombre que destaca sobre todos los demás. Y no sólo por su presencia, sino porque pertenece activamente a este activismo ultracatólico. Se trata del exministro del Interior y amigo de José María Aznar, con el que coincide en el patronato de FAES: Jaime Mayor Oreja. El conservador lidera NEOS, una suma de organizaciones que junto al catálogo «provida» y por la familia natural integra una defensa cerrada de la monarquía y un rechazo a la Agenda 2030. Internacionalmente, está ligado también a Political Network of Values y a One of Us.

NEOS es precisamente una de esas más de 500 organizaciones que integran la Plataforma Sí a la Vida, compuesta también por otras ligadas por ejemplo a la educación concertada, como CONCAPA. O la Fundación Villacisneros, de María San Gil, con un papel destacado en la organización de grandes manifestaciones contra el Gobierno esta legislatura, como las celebradas contra las cesiones al independentismo en junio de 2021 y enero de 2023. «Muchas veces son asociaciones compuestas por las mismas personas pero con otro nombre. O incluso son falsas. Lo hacen para mostrar fuerza, pero luego en las convocatorias se ve que en realidad la que tienen es muchísimo menor», señala Albert.

Su fuerza no está en la calle, sino en los sillones. Y cada vez más. «Políticamente está muy reforzado un movimiento que popularmente no tiene casi arraigo«, dice el director de Al Descubierto, que opina que ahora es uno de los momentos en los que los ultracatólicos tienen más influencia en las políticas públicas. «Es muy peligroso», señala Velasco. Y coincide García, que afirma que son los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres los que más se juegan con este avance de la ultraderecha. «Es la base de sus políticas», lamenta.

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