«Si queremos una política ética estamos obligados a asumir responsabilidades de las injusticias cometidas; Francia ha reconocido su pasado esclavista»
Reyes Mate, doctorado por la Wilhemlms-Universitat de Múnster y por la Universidad Autónoma de Madrid, es profesor de Investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas en el Instituto de Filosofía, del que ha sido miembro fundador y director desde 1990 hasta 1998. Su línea de investigación se mueve entre el estudio de la relación entre religión y política ("Mística y política", 1990) y la preocupación por la relación entre verdad e historia del sufrimiento ("La razón de los vencidos", 1991, "Memoria de Auschwitz", 2003, "A contraluz de las ideas políticamente correctas", 2005). Es director del proyecto "Enciclopedia Iberoamericana de filosofía" e investigador del proyecto "Filosofía después del Holocausto". Acudió a Gijón para participar en el seminario "El concepto de historia en Walter Benjamin", organizado por el grupo Eleuterio Quintanilla de educación intercultural y por el Ateneo Obrero.
-Walter Benjamin, de origen judío y que vivió las dos guerras mundiales, defendía con vehemencia el recuerdo de las víctimas, la memoria.
-En estos momentos asistimos a una presencia de la memoria en la política. Visitamos, por ejemplo, la guerra civil, el pasado esclavista, el pasado colonial. Es un pasado que se hace presente exigiendo responsabilidades y eso es impensable sin una cultura de la memoria y ahí la clave es Walter Benjamin. La novedad de la memoria actual es que es un asunto político y no sólo privado, un asunto que produce conocimiento y no sólo sentimientos.
-¿Es lícito llevar la memoria histórica al terreno de la política?
-La memoria es política. Siempre que tratas de cerrar un conflicto pasado desde el olvido lo cierras en falso porque no se reparan las ofensas a las víctimas.
-¿Estamos obligados?
-Sí. Si queremos hacer una política ética estamos obligados a asumir responsabilidades de las injusticias cometidas. Por ejemplo, Francia ha reconocido que su pasado esclavista es un crimen contra la humanidad y esos crimenes no prescriben.
-También la Iglesia católica pidió perdón.
-Pero es que hay reconocimientos retóricos. El reconocimiento de la responsabilidad tiene que traducirse en una política actual que no reproduzca ese pasado y que conduzca al destierro de la violencia.
-Hoy -por ayer- se celebra el aniversario de la liberación de Auschwitz.
-Es el gran silencio. Cuando se cierran los campos de concentración los supervivientes pronuncian el grito de "Nunca más", que es el antídoto de la memoria. Hay que recordar la barbarie para que no se repita, pero se ha repetido.
-¿Qué se debe hacer?
-Se han dado pasos. En España se acaba de aprobar que los alumnos de Primaria y Secundaria estudien lo que ocurrió en Auschwitz. En España ha habido no sólo olvido, sino también desconocimiento. España es un país particularmente amnésico. Otra cuestión fundamental es la de tener lugares de la memoria y educar realmente en la memoria. Auschwitz es un buen ejemplo de lo que significa la memoria.
-Experto en relaciones Iglesia-Estado. Plena actualidad. ¿Qué papel debe jugar la Iglesia en un Estado que como España se declara laico y aconfesional en su Constitución?
-En una sociedad laica la religión tiene su sitio y no es la sacristía.
-¿Cuál?
-La Iglesia debe comprender que un Estado laico es aconfesional y que son los ciudadanos los que deciden el tipo de moralidad pública que quieren.
-¿Abandonando la religión?
-No. La laicidad no significa irrelevancia social de la religión, de hecho la religión es muy importante para conocer la historia cultural y moral de un país. En Francia, un Estado mucho más laico que el nuestro, se ha abierto un debate que en España sería impensable. Se estudia cómo se puede entender la figura de un valor absoluto, uno de esos valores por los que merezca la pena dejarse la vida, sin referencia a las tradiciones religiosas.
-¿Vive la izquierda en España aún en la euforia anticlericalista posfranquismo?
-El laicismo se explica en España por las difíciles relaciones entre la Iglesia y la izquierda y por eso el laicismo español está teñido de anticlericalismo. No se pueden entender los valores sin las religiones.