El Kumbh Mela no es solo una manifestación religiosa; es un testimonio del estrecho vínculo que perdura en el país más poblado del mundo entre lo humano y lo divino, del cual se aprovechan los líderes políticos más nacionalistas
Cubiertos de polvo y sudor tras un largo viaje, los peregrinos, vestidos con sencillas túnicas blancas, se acercan con devoción a la fría agua cristalina, que fluye como un canal de redención bajo una imponente luna llena. Tras una primera ablución, los hombres murmullan unos rezos que resuenan a lo lejos, creando una espiritual sinfonía. De nuevo, se sumergen en las aguas sagradas abrazando la arraigada creencia de que de esa forma se liberarán del pecado y alcanzarán la salvación final, poniendo fin al ciclo de la reencarnación.
Este chapuzón en el río Ganges tiene sus raíces en la mitología hindú, en una batalla entre dioses y demonios por el control de un jarrón mágico de oro que contenía el néctar de la inmortalidad. Cuando una deidad llamada Vishnu se hizo finalmente con el jarrón, cuatro gotas cayeron a la tierra, concretamente sobre cuatro ciudades de India: Haridwar, Ujjain, Nashik y Prayagraj. Cada 12 años, una de ellas acoge el festival hindú más grande del mundo, el Kumbh Mela.
Son muchos los hindúes que creen en el poder que emana de tres ríos sagrados, dos reales y uno imaginario: Ganges, Yamuna y Sarasvati. En el punto en el confluyen sus aguas, en la ciudad de Prayagraj, en el estado norteño de Uttar Pradesh, comenzó el lunes el festival. El Kumbh Mela, en su vastedad incontenible, no es solo una manifestación religiosa; es un testimonio del estrecho vínculo que perdura en el país más poblado del mundo entre lo humano y lo divino, del cual se aprovechan los líderes políticos más nacionalistas para atraer seguidores. Son muchos los políticos hindúes que aprovechan estos eventos multitudinarios para arrasar con su verborrea los pilares de una India teóricamente laica, cayendo en el fanatismo y lanzando discursos que excluyen a las minorías religiosas.
Los organizadores del festival auguran que el Kumbh Mela de este año va a ser la reunión religiosa más grande de todos los tiempos. Se esperan más de 400 millones de peregrinos durante las seis semanas que dura el ritual. Desde el amanecer hasta el anochecer, la ribera del Ganges se llenará de millones de devotos que, en una incesante procesión, se acercarán a las aguas para sumergirse en ellas en busca de purificar sus almas.
En los primeros baños de esta semana ya se pudo apreciar el crisol de culturas y tradiciones. Hay una variopinta mezcla de personajes que se juntan en el festival, como ascetas, monjes barbudos, fieles y turistas. Los primeros, conocidos como sadhus, aparecen con sus cuerpos desnudos, cubiertos de ceniza, con el propósito de que el agua sagrada borre todos pecados de sus vidas pasadas.
En medio de esta marea humana, peregrinos de todas partes del mundo se agrupan alrededor de enormes fogatas, donde los sadhus más venerados practican rituales de meditación y austeridad, mientras los devotos más novatos buscan sus bendiciones y enseñanzas. Otras imágenes llamativas del festival las protagonizan los monjes de una secta llamada shirashasins que meditan durante 24 horas seguidas de pie. Entre ellos había uno que aseguraba que llevaba 32 años sin bañarse esperando el momento de peregrinar al norte y sumergirse en las heladas aguas del Ganges.
En los lugares donde se concentra la multitud, las autoridades locales han levantado enormes campamentos con 160.000 tiendas de campaña. Aunque la mayoría de los que arriban son muy pobres o personas que se han despojado voluntariamente de sus bienes materiales, también se ofrecen lujosas tiendas de campaña, con baño privado, calefacción y hasta mayordomo, por alrededor de 1.000 euros la noche.
Se han repartido 150.000 baños portátiles por más de 4.000 hectáreas. Se han construido carreteras que cruzan la ciudad y puentes flotantes para facilitar el movimiento de personas, elefantes, camellos, caballos y vacas, todos estos animales engalanados con las tradicionales guirnaldas de caléndula.
Los medios indios han informado que se han instalado 68.000 postes de iluminación LED y se ha abierto un hospital temporal para atender hasta 200 pacientes a la vez. También se ha desarrollado una aplicación de inteligencia artificial, una especie de chatbot que maneja más de una decena de idiomas y en el que está integrado Google Maps, para gestionar las aglomeraciones y ayudar a no perderse a los peregrinos errantes. Se espera que la mayor concentración tenga lugar el 29 de enero, cuando se entre 50 y 60 millones de fieles acudan a darse un baño en estas aguas del Ganges.
Esta es la primera Kumbh Mela que se celebra en este lugar bajo el liderazgo del Bharatiya Janata (BJP), el partido del primer ministro Narendra Modi, que gobierna tanto a nivel central como en Uttar Pradesh. El BJP, que no esconde su tendencia nacionalista hindú cada vez más radical, fue quien cambió en 2018 el antiguo nombre musulmán de la ciudad, Allahabad, por el hindú Prayagraj.
Algunos diarios locales han informado que las autoridades habían prohibido por primera vez a los vendedores musulmanes montar sus puestos de comida en el festival. También que a los taxistas musulmanes de la localidad se les ha ordenado que no cojan a en sus vehículos a peregrinos hindúes para evitar altercados.
El partido gobernante también ha querido convertir el festival en una mega obra de propaganda en la que vender los logros de Modi y de los líderes locales. Por toda la ciudad han colgado carteles que promocionan sus políticas y elogian el papel del primer ministro y del gobernador del estado, un monje hindú llamado Yogi Adityanath que ha gastado 70.000 millones de rupias (alrededor de 800 millones de euros) en preparar el mayor festival religioso de la historia.