El proceso revolucionario iniciado el 25 de enero del 2011 en el Tahrir y que luchó por la creación de un estado civil democrático, justo y solidario ha muerto.
Un regreso al esplendor del islam que llegó a extenderse a finales del siglo VII por Asia, África y la península ibérica, una vuelta a un pasado glorioso, al apogeo de Al Andalus es lo que pregonan los pensadores y filósofos musulmanes del siglo XX. Los clérigos más radicales ya advirtieron de las catastróficas consecuencias que supuso el contacto con la civilización occidental que alteró por completo la ortodoxia islámica tan apegada al conservadurismo y las tradiciones ancestrales.
Es difícil adentrarse en el pensamiento teológico de los ulemas, muftíes o jeques pues no hablamos con fluidez la lengua árabe. Somos forasteros provenientes de al garb, occidente, es decir, ¿cristianos? que deben demostrar cierta sumisión a las enseñanzas del profeta si queremos profundizar nuestra labor investigativa.
De lo contrario el conocimiento se reservaría al campo virtual o enciclopédico; los libros, las revistas o las páginas de internet. La única manera de realizar esta inmersión cultural es despojarse de los prejuicios y mezclarse con el pueblo llano. El secreto es integrarnos en su realidad cotidiana donde indudablemente necesitamos de traductores, informantes que nos apadrinen en tan sinigual aventura.
Egipto es un país que siempre ha tenido un gran protagonismo económico, cultural, político y religioso en la umma (comunidad de naciones) musulmana, un referente indiscutible pues son los herederos de la civilización faraónica considerada por muchos historiadores como la “madre de la humanidad”.
La ideología islámica egipcia tiene diferentes ramas entre las que cabe destacar: el “islam popular”, una variante muy arraigada entre los millones de parias, obreros, trabajadores, campesinos (en su mayor parte analfabetas). Esas masas explotadas por un sistema injusto necesitan ser redimidos por la fe. De otro lado, la burguesía y la elite más occidentalizada que habla el inglés o el francés asumen una actitud colaboracionista con los colonizadores con el fin de preservar sus privilegios. Éstos afirman que es necesario evolucionar, adaptarse a los nuevos tiempos de la globalización y despojarse de lastre de ese pasado primitivo que obstaculiza el progreso y el desarrollo. Sin embargo, los Hermanos Musulmanes, los salafistas, los yihadistas, los sufíes o los cristianos coptos son la expresión mayoritaria de una sociedad que desea conservar a como dé lugar la identidad religiosa.
En Egipto el sufismo, que es una corriente mística dentro del islam (acusados de idolatría por los salafistas) cuenta con 7 millones de devotos agrupados en hermandades. Se distinguen por el conocimiento esotérico, la peregrinación a la tumba de los santos y el uso de amuletos y encantamientos o la memorización del Corán. Los teólogos puristas de la universidad de al-Azhar critican estas prácticas por heréticas.
La agresión de las potencias coloniales iniciada en el siglo XIX sembró entre los pensadores musulmanes un profundo sentimiento de odio. Ellos son conscientes del peligro que representa la modernidad que corrompe el alma de los fieles.
Para enfrentar tales peligros los predicadores aconsejan cumplir a rajatabla los mandamientos coránicos, en especial las cinco oraciones diarias del salat. “Allah es el único que les puede proteger de las tentaciones de un mundo degenerado por la lujuria, la fornicación y la avaricia”. Un día visitando la mezquita de al-Azhar en el Cairo encontré en una de las bibliotecas el libro Maalim fi al-Tariq -traducido al inglés- perteneciente a la obra de Sayyid Qutb (1906-1966)- Qutb es quizás el más importante de los pensadores islamistas del siglo XX. En sus prolijos escritos (dejó innumerables tomos en su haber) denunció la podredumbre de occidente, al garb. Tales tesis las desarrolló durante su estancia en EE.UU (Greeley, Colorado 1948-1950) enviado por el gobierno egipcio (ya que era funcionario del Ministerio de Educación) a estudiar el sistema de enseñanza americano.
Las conclusiones descritas en sus obras son categóricas: califica a los Estado Unidos como el “imperio del paganismo y la herejía” -“la nación más poderosa del mundo también es la más estúpida del mundo”– “Allí lo que prima es el individualismo egoísta y el consumismo materialista”. ¿En una verdadera democracia puede existir tanto racismo y violencia?“ -se pregunta- “además ellos son los principales benefactores del estado de Israel”. “La civilización occidental corrupta y decadente (los cruzados y los judíos) desean conquistar los países árabes y apoderase de sus riquezas (el petróleo) y despojar a sus ciudadanos del din (su fe), ¿es licito enfrentar a tan maléficos invasores?”. Plantea el clásico conflicto entre el bien y el mal, donde al garb, occidente, es el anatema. Para Qutb los musulmanes han caído en la jahiliyyah (la edad de la ignorancia preislámica). “Las futuras generaciones se consumirán en el fuego del yahenam (infierno) pues están expuestas a las tentaciones del pecado (los medios de comunicación y su alienante propaganda)”. Qutb, en otro de sus libros “Justicia social en el Islam”, asevera que la única alternativa para contrarrestar el liberalismo y el laicismo es seguir el camino recto de la sharia. “Volver a los orígenes del Islam, a esa época gloriosa del profeta Mohamed y sus compañeros para construir una sociedad más justa y armoniosa”.
Qutb en los años cincuenta se enroló en la cofradía de los Hermanos Musulmanes fundada por Hasan al Banna, un personaje que predicaba el “islam social”: “a los pobres hay que proporcionarles una vida digna, bienestar y medios para que se superen”; al Banna impulsó el reformismo, una apertura al exterior donde hacía énfasis en el panislamismo frente a la creciente occidentalización. Adoctrina con vehemencia a los devotos, organizados en cofradías, para que no cesen en la lucha de resistencia en todos los frentes contra el kufur (los herejes). A causa de sus virulentos discursos y su explosiva personalidad Al Banna fue asesinado por los servicios secretos egipcios en 1949.
La obra de Qutb tuvo una gran influencia entre los integrantes de al Qaeda y en la secta Takfir Wal Hijra. En la actualidad, su líder, Ahiman al Zawahiri, antiguo jefe de la Yihad Islámica Egipcia, fue alumno aventajado de Mohamed Qutb, su hermano. Este a la vez se convirtió en mentor de Osama Bin Laden. Al Zawairi creó el Frente Islámico Mundial para “combatir a los judíos y cruzados mediante la guerra santa o yihad”. Anwar al Awlaki, yemenita-americano, líder de al- Qaeda península arábiga (asesinado por un drone en el 2011 a las afueras de Sana) encontró la obra de Qutb una gran revelación pues “sus palabras le hablaban directo al corazón”.
Los militares egipcios (asesorados por los soviéticos y posteriormente la CIA) a partir de los años cincuenta empezaron la persecución de los Hermanos Musulmanes y los grupos islamistas radicales. Para combatirlos instituyeron un régimen de terror, desataron una cruel represión y criminalizaron sus predicas. Las torturas y desapariciones forzadas formaban parte de un plan premeditado con el objetivo de exterminarlos. Sus más destacados dirigentes fueron enviados a prisión o condenados al patíbulo.
Las fuerzas opositoras tuvieron entonces que organizarse en células clandestinas que más tarde servirían de engendro de la futura al Qaeda. En el fondo Occidente veía con buenos ojos la instauración de una dictadura militar que velara sus intereses económicos y geoestratégicos. No por casualidad Estados Unidos destina anualmente 1300 millones de dólares de ayuda al ejército egipcio. La táctica consiste en comprar la lealtad de los altos mandos y jerarcas que actúan con mano dura imponiendo sus órdenes. No olvidemos que Egipto se encuentra en el corazón de una de las zonas más conflictivas del planeta y donde la supervivencia del estado de Israel es prioritaria.
La industria más importante de Egipto es el turismo. Ese pasado esplendoroso de la civilización faraónica reporta a los tour operadores extranjeros y a la mafia gubernamental una fuente inagotable de divisas. A partir de la revolución del 25 de enero del 2011 se ha ido a pique. Millones de dólares que apenas se revierten a las arcas del estado. Mientras que los nativos cumplen con su papel de siervos en las cadenas hoteleras o en los balnearios a cambio de un salario de hambre. “Vale más un turista que 100 egipcios”. Es tan brutal la crisis económica que en los últimos dos años se ha multiplicado por diez la emigración de obreros y trabajadores a Arabia Saudita, los países del Golfo Pérsico, Líbano o Jordania.
Qutb insiste en que “es legítimo combatir a los cruzados y sus cómplices sionistas”. Pero además incita a los buenos musulmanes a “rebelarse contra los gobernantes árabes que le han vendido su alma al “diablo occidental” prostituyendo la herencia del profeta Mohamed”. Como es el caso de los wahabíes sauditas que alimentan con sus reservas de petróleo (las más grandes del mundo) la voracidad del monstruo capitalista.
La obra magna de Qutb, publicada en 1964, se titula “Signos en el camino”- Maalin-fi-I-Tariq– que tomando como referencia las suras del Corán hace unos comentarios al margen en los que vincula el texto sagrado con los problemas sociales que padece el Egipto contemporáneo. “El auténtico modelo de vida musulmán se cimienta en la yamahha (la colectividad) que debe regirse por los valores éticos y morales transmitidos por Allah, a través del arcángel Jibril, al profeta Mohamed. “Los musulmanes se han infectado de la jahiliyyah (Ignorancia). La ciencia y la tecnología está matando el din (fe)”.
“El estudio del Corán es imprescindible para revitalizar el din y detener la desintegración del núcleo familiar (base de toda sociedad islámica)”. “Occidente es el directo responsable de la corrupción política, la mentira y la hipocresía, el placer, el vicio, el alcoholismo, la drogadicción, el sexo libre, la prostitución o la homosexualidad”. “Sumidos en la oscuridad sólo la luz del islam es capaz de resucitarnos”. “Por ejemplo, los hadices (consejos atribuidos al profeta Mohamed narrados por sus compañeros) o la sunna (el modo de vida) son poderosas armas de lucha social y política”. “La “yihad cultural”, con su misión pedagógica, debe prevenir en las madrasas y las mezquitas el cáncer del secularismo y el laicismo”. “El creyente tiene que suplicar a Allah para que lo ilumine en su camino de santidad. Necesitamos mártires, no esclavos del placer y la concupiscencia”.
En su libro Tafsir Fi zilal Al –Quran (A la sombra del Corán) Qutb denuncia los gobernantes apóstatas y traidores que fomentan la división entre los musulmanes y que únicamente piensan en enriquecerse a costa de la pobreza de sus pueblos. Especialmente condena a los regímenes militares como el de Abdel Nasser o las dictaduras de Iraq y Siria.
“Los musulmanes no necesitamos ni capitalismo ni comunismo porque son ideologías paganas ajenas a nuestra idiosincrasia. Nosotros nos regimos por la shura (asamblea popular) y la legislación divina de la sharia”. “En una sociedad islámica el trabajo será el que defina la clase social a la que pertenezca el individuo; no se hablará de clase obrera ni de proletariado o explotados sino de “débiles de la tierra” o “los afligidos”. Qutb murió en la horca en 1966 acusado por los militares de planificar un golpe de estado contra el supremo rais Abdel Nasser.
La organización social del islam, según el modelo profético, pasó a los turcos tras la conquista de Estambul en el año 1457. Por lo tanto el califa es el único heredero del profeta Mohamed. El gobierno divino permaneció bajo su soberanía hasta que en 1908 estalló la revolución de los denominados “Jóvenes Turcos” integrada por oficiales del ejército, intelectuales y funcionarios (que más tarde fundarían el partido “Comité de Unión y Progreso”) que derrocan al sanguinario emir Abdulhamid II. En esta operación participó activamente Mustafá Kemal (el perfecto) Ataturk. En 1922 se abolió la monarquía y en 1923 el Parlamento Turco proclamó la república con Ataturk como presidente. En 1924 la autoridad del califato otomano pasó a la gran Asamblea Nacional Turca siendo el último califa del islam Abdulmecid II que tuvo que exiliarse París. Para los sunitas significó una afrenta imperdonable, la más aberrante de las humillaciones.
Ataturk, el padre de la patria, condujo a Turquía por la senda del secularismo y occidentalización: se cerraron las madrasas, la sharia fue reemplazada por el código civil al estilo suizo, se promovió la emancipación de la mujer concediéndole el derecho a voto y su incorporación al mercado laboral, se prohibió la poligamia, el fez (símbolo feudal), el velo y el burka. Se impuso por ley el vestido a la moda europea, el árabe clásico fue reemplazado por la lengua otomana moderna (limpiándola de palabras árabes o persas) escrita con el alfabeto latino, se levantó la prohibición del alcohol y se declaró la laicidad del estado con la separación de poderes. El liberalismo económico impulsó a marchas forzadas la modernización del país. Estas son razones de sobra para que los musulmanes consideren a Ataturk la viva encarnación del xaitán (demonio).
Los conspiradores colonialistas consumaron la traición infiltrando en el califato agentes como Lawrence de Arabia que organizó junto a los beduinos del Najd la Gran Rebelión Árabe del año 1917.
La caída del imperio otomano trajo como consecuencia el advenimiento de la modernidad. Un fenómeno que supuso un tremendo shock para unas sociedades tribales que permanecían olvidadas en el tiempo. Las potencias extranjeras (Francia e Inglaterra) se repartieron su vasto territorio comprendido entre Arabia, Egipto, Líbano, Jordania, Siria, Iraq. Lo más doloroso fue la invasión en masa de emigrantes judíos a Palestina que poco a poco se asentaron en Tierra Santa arrebatándosela a los árabes tras la guerra de 1948.
De los 250 Oficiales Libres (santo movimiento por la liberación de Egipto contra el imperialismo británico) que dieron el golpe contra el rey Faruk en 1952 la mayor parte pertenecía a la Hermandad Musulmana. Entre los grupos más relevantes cabe señalar la Academia Militar y Excomunión y Hégira. Pero lo que en un principio se creyó que iba a derivar en una revolución islámica terminó en el más absoluto fiasco.
Durante la segunda guerra mundial se desarrolló en territorio egipcio la famosa batalla del el- Alamein que enfrentó al Afrika Korps, al mando de Rommel, y las tropas aliadas conducidas por el general Montgomery. Con la derrota del eje Inglaterra reafirma su dominio en el canal de Suez y la ruta del petróleo. No fue hasta el año 1956 que Abdel Nasser nacionaliza el canal y bloquea el estrecho de Tirán. Como represalia Inglaterra y Francia intervienen para recuperar su soberanía y el ejército israelí invade el Sinaí. Un conflicto que se resuelve favorablemente a los intereses egipcios gracias a la mediación de EEUU, la Unión Soviética y la ONU.
Quizás sea el año 1967 una de las efemérides más nefastas en el calendario musulmán pues los ejércitos árabes fueron derrotados a manos de los judíos en la guerra de los Seis Días. Los ulemas culparon de esta catástrofe a sus líderes por haberse desviado del camino recto de Allah. Como consecuencia de la Naksa el proyecto socialista, panarabista y laico de Abdel Nasser fracasó por completo.
Qutb, igual que muchos intelectuales y pensadores, sospechaba que existía una conspiración cristiano-sionista contra los musulmanes. Y no estaba del todo equivocado pues así lo corroboran hechos históricos irrefutables. Henry Kissinger, Secretario de Estado bajo la administración Nixon y Ford mediante astutas estratagemas persuadió al rais Anwar el- Sadat para que se sentara a negociar la paz con los judíos. El arrogante dictador no tuvo en cuenta la opinión de su pueblo y en 1978 firmó los acuerdos de paz de Camp David con Israel. A nadie le sorprendió que los imanes más importantes del mundo árabe emitieran una fatua condenándolo a muerte por hereje y apóstata. En 1981 fue ajusticiado por un comando extremista islámico perteneciente a la Yamaa Al Islamiya, liderado por el oficial Al Instambuli, en el momento en que presidía una parada militar en conmemoración de la guerra del Yom Kippour.
El triunfo de la revolución iraní en 1979, encabezada por el ayatolá Jomeini, conmovió a un mundo dividido en bloques a causa de la guerra fría y demostró que era posible la creación de un estado islámico como alternativa al capitalismo o el comunismo.
Con la caída del muro de Berlín y la desintegración del bloque soviético el imperialismo norteamericano se autoproclamó el guardián de la democracia y la libertad planetaria. Aunque para mantener activa su maquinaria guerrerista precisaba de un nuevo enemigo que no era otro que el “terrorismo” islámico.
El estamento militar egipcio cuyos mandos pertenecen a las clases medias y altas, es una entidad completamente segregada del resto de la población. Su brazo ejecutor es la soldadesca miserable perteneciente a las castas inferiores a los que les deben obediencia y pleitesía. Si bien la intifada de enero 2011 tumbó a Mubarak, las estructuras dictatoriales permanecieron intactas. De modo que cualquier intento democratizador es prácticamente inviable. Tras la victoria en 2012 de Mohamed Morsi, candidato de los Hermanos Musulmanes, en las primeras elecciones libres de la historia, el islam político llegaba al poder con la intención de imponer su utopía coránica. Incluso muchos de sus incondicionales confiaban en la restauración del califato y su grandiosa herencia. No podemos negar que un alto grado de romanticismo impregnaba su discurso en el que sobraban las metáforas y alusiones mesiánicas.
El general Abdel Fatah Al Sisi, jefe supremo de las fuerzas armadas y el Consejo Militar Egipcio, aprovechando el descontento social y la complicidad de los partidos de la oposición agrupados en el movimiento Tamarod, dio un golpe de estado el día 3 de julio de 2013. Según declaró su excelencia para “liberar Egipto de la tiranía islamista”. Entonces, los partidarios de los Hermanos Musulmanes se atrincheraron en el barrio Naser y la mezquita Al Imán reclamando la vuelta del presidente Morsi secuestrado en uno de los cuarteles de la Guardia Republicana. Al terminar el ramadán el ejército y la policía apoyados con carros de combate iniciaron el desalojo de los campamentos con el propósito de desmovilizar las protestas.
Una demencial acción que provocó la peor masacre de la historia moderna en Egipto. –ya se contabilizan casi 900 muertos, 3000 heridos, 2000 detenidos (sin contar los desaparecidos y torturados). Se fusiló a mansalva de la manera más cobarde a mujeres, niños, jóvenes, adultos o ancianos indefensos (muchos presentaban tiros de gracia en la sien). A las víctimas sólo les queda el consuelo que, como mártires, Allah los colme de bendiciones en el yenna –comentaba uno de los heridos. De acuerdo a las sagradas escrituras estas son señales que presagian la venida del Majdi (mesías) Isa o Jesús que con el seif el islam, la espada justiciera, conducirá a los musulmanes a la victoria, predicaba un imán a las multitudes.
Las escenas que se contemplaban eran espeluznantes: los ríos de sangre se desbordaban por las calles, por las plazas y avenidas mientras cientos de cadáveres amortajados iniciaban su peregrinación al camposanto. Y lo más triste es que estos crímenes de lesa humanidad sin duda alguna quedarán impunes. Las fuentes oficiales para justificar tan demencial represión afirman que “lamentablemente se han visto obligadas a eliminar los focos terroristas que amenazaban la paz y la libertad de la patria”. Los militares egipcios pierden todas las guerras contra Israel y las ganan todas contra su propio pueblo. Es difícil concebir como estas bestias desalmadas han podido masacrar a quemarropa a sus congéneres; tal vez, hermanos, hijos o hasta sus propios padres. Incluso no les ha importado que se trasmitan en vivo y en directo a través de las televisiones del mundo entero la magnitud del holocausto. Ante tan vil carnicería los gobiernos occidentales no han tenido otra opción que “indignarse”, se muestran “muy preocupados” y exigen “contención a las fuerzas del orden” también “diálogo constructivo entre las partes”. Es paradójico que aquellos que patrocinan y surten de armamento al régimen militar ahora vengan con proclamas de amor fraterno. Los sentimientos de odio, ira y de venganza hacen presagiar el peor de los panoramas. Un futuro en que la división sectaria, étnica y confesional arrastrará inevitablemente al país a la guerra fratricida. ¿Quién puede hablar de paz y reconciliación después de tamaño genocidio?
El proceso revolucionario iniciado el 25 de enero del 2011 en el Tahrir y que luchó por la creación de un estado civil democrático, justo y solidario ha muerto. Las enseñanzas de Qutb toman un inusitado protagonismo y nos hacen reflexionar sobre el curso de los acontecimientos: “la santa yihad en defensa del islam llama a los muyahidines (combatientes) de toda la umma a vengar en nombre de Allah, el único dueño del mundo, a nuestros mártires”.
Agradezco la inestimable colaboración del traductor jordano el Sr. Munther Husseini sin el cual habría sido imposible redactar este artículo.