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El imán moderado (o no)

Feisal Abdul Rauf levanta pasiones encontradas con su proyecto de mezquita en la ‘zona cero’

Muchos lo consideran uno de los estandartes del islamismo moderado en EEUU. Otros creen que tras sus llamadas al entendimiento se esconde otro radical islámico que simpatiza con el terrorismo. Hablamos del imán Feisal Abdul Rauf, quien desde hace meses vuelve a estar en el punto de mira. Su sueño de levantar un centro cultural islámico en el bajo Manhattan ha despertado un encendido debate que evidencia el estigma del islam en EEUU.

Nacido en Kuwait hace 61 años, Rauf repartió su educación entre El Cairo, Londres y Kuala Lumpur y siendo adolescente se instaló con su familia en EEUU. Lidera desde 1983 Majid al Farah, una popular mezquita del barrio de Tribeca. A no mucha distancia, en la calle Park Place, es donde su organización, Cordoba Initiative, quiere transformar el viejo edificio de la Burlington Coat Factory en un nuevo símbolo de la tolerancia a dos manzanas de la zona cero.

Últimamente guarda una prudente distancia y responde con silencios. Pero cuando este fin de semana le preguntaban a su mujer por el revuelo que ha causado el proyecto de la mezquita, Daisy Khan respondía en la cadena ABC que aunque entienden el dolor que puede causar están dispuestos a seguir adelante, y recordaba que están en todo su derecho de hacerlo.

Pese a que ha condenado la violencia siempre que se lo han preguntado, hay quien no se cansa de acusarle de ser otro simpatizante del terrorismo disfrazado de tolerante y moderado. «¿Cómo no va a serlo si no llama a Hamás por su nombre?», aseguraba estos días Rick Lazio, uno de los aspirantes republicanos a convertirse en gobernador de Nueva York en noviembre.

A veces sus respuestas no son todo lo tajantes que algunos querrían y en ocasiones sus argumentos quedan distorsionados. «No soy político. Mi trabajo es construir puentes», aseguraba en junio cuando le preguntaron por Hamás. Una idea que repite cada vez que habla del terrorismo entendido en todas sus expresiones, desde los ataques de Israel en Gaza y Cisjordania hasta los suicidas palestinos en nombre de Alá.

No hay excusa para el terror

«Matar inocentes es siempre un error. No importa lo profundas que sean las creencias, no hay excusa que lo justifique –dice en Lo que es bueno para el islam es bueno para América, uno de los tres libros que ha escrito–. La ley islámica está claramente posicionada contra el terrorismo, contra cualquier ataque deliberado cuyo objetivo sea la población».

Es precisamente su posición sobre los mal llamados daños colaterales uno de los asuntos que más han criticado sus detractores. Rauf lamenta que mientras para Occidente un suicida palestino que mata a inocentes «es culpable de terrorismo», si EEUU o sus aliados bombardean por error un edificio de Bagdad en el que mueren cientos de civiles «se habla de daños colaterales».

Tampoco nadie le perdona unas declaraciones que hizo semanas después del 11-S, cuando la herida abierta en el corazón de Manhattan seguía sangrando: «No diría que EEUU se merece lo que ocurrió, pero las políticas de EEUU fueron cómplices del crimen». En esa misma entrevista ponía el dedo en la llaga sobre el pasado de Osama Bin Laden y la CIA. Siempre ha dicho que sus respuestas fueron descontextualizadas.

Pese a las críticas, si algo ha demostrado Rauf es su convicción de que el Islam y Occidente están condenados a entenderse. Y cuenta para ello con buenas conexiones. En estos días está embarcado en una gira por Oriente Próximo financiada por el Departamento de Estado que no ha gustado nada a los líderes ultraconservadores.

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