En la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid tenemos una alumna que como monja que es viene a clase con su toca y su hábito, según corresponde a su orden. Por otra parte, algunos alumnos tienen a bien mostrar sus calzoncillos, así como algunas alumnas sus bragas, mediante el truco de llevar medio bajados los pantalones.
Pues bien, en ninguno de ambos casos, hasta donde yo sé, tales formas de vestir (fruto de una libertad de expresión que tanto costó conseguir) han provocado el más mínimo conflicto ni en docentes ni en discentes.
Sucesos como el que padece Najwa hacen muy difícil ser optimista respecto al futuro de la humanidad: como decía Obélix: ¡estos romanos deben estar locos.