El régimen de Teherán recrudece la ofensiva para imponer ese símbolo islámico a las numerosas iraníes que han prescindido de él durante las protestas
Las cámaras que vigilan el tráfico de Teherán y del resto de ciudades de Irán tienen un nuevo cometido desde el pasado sábado, 15 de abril: captar imágenes de las mujeres que no llevan velo para desatar contra ellas el peso de la ley. Cuando no habían transcurrido ni 24 horas desde que esas cámaras —u otras que las autoridades dicen estar instalando— asumieran esa tarea, Sara, nombre ficticio (por seguridad) de una mujer de 50 años, recibió un mensaje en su móvil. Desde la capital iraní, explica a este diario que el texto le advertía de que había sido captada sin hiyab y de que, si reincidía, acabaría ante un tribunal. El artículo 638 del Código Penal iraní castiga ese “delito” con multas y hasta dos meses de prisión. Si hay reincidencia, también con hasta 74 latigazos. Muchas iraníes juzgadas en los últimos años por no llevar velo han sido acusadas a su vez de cargos más graves, como los de incitar a la prostitución y atentar contra la seguridad del Estado, que acarrean largas penas de cárcel.