El presidente de la Conferencia Episcopal Española, Monseñor Ricardo Blázquez, recogió el pasado sábado el premio Goya al mejor montaje y efectos especiales que la Iglesia católica ha venido desarrollando durante más de siete siglos de carrera profesional. El cardenal, visiblemente satisfecho, tuvo que disculparse por una pequeña erección espontánea que le sobrevino al recibir la estatuilla, y volvió a agradecer a la Academia del Cine el reconocimiento a la profesionalidad de “miles y miles de sacerdotes anónimos que cada domingo realizan en sus parroquias una convincente, sofisticada y artística actuación, y sin cuya ayuda no sería posible un montaje tan amplio y tan económicamente rentable como el de la Iglesia”, según sus propias palabras. “En cualquier rincón de España siempre hay un sacerdote que cada domingo, y sin apenas medios técnicos, habla con un extraterrestre, convierte una copa de vino en la sangre de ese alienígena y finalmente descuartiza su cuerpo y lo reparte a lo fieles en forma de oblea de trigo”, añadió.
La Academia de Cine hizo también especial mención a los extraordinarios efectos especiales del embarazo de la Virgen María y la compleja crucifixión de Cristo, con su posterior y sorprendente resurrección y su ascensión, sin ayuda de cables, a los cielos. Monseñor Blázquez cerró su intervención con unas palabras de agradecimiento para todos los ejércitos, reyes, policías y políticos sin los cuales no hubiera sido posible realizar todos estos trucos de manera tan brillante y para tantos millones de personas.