«Una institución misógina y antidemocrática debería preocuparse de sus propias tormentas», dice Izquierda Unida
Las palabras que el domingo dedicó el arzobispo de Oviedo al Gobierno local tuvieron ayer réplica de los aludidos. Con diferente dosis de mordacidad, PSOE e IU contestaron al mensaje de Jesús Sanz, quien en la misa de Resurrección afeó que con la gestión de la Semana Santa «a algunos se les ha visto el plumero».
Por parte socialista, el concejal de Seguridad Ciudadana, Ricardo Fernández, justificó que la decisión de impedir que bomberos o policías locales escoltasen de uniforme algunos de los pasos se tomó en aras del «respeto»: «Los cuerpos de seguridad de los que una comunidad se dota, su Administración pública o sus representantes lo son de todos y para todos, razón de más por la que la neutralidad es obligada», argumentó el edil en un artículo que, bajo el título ‘Laicidad’ se reproduce en esta página. «Soy consciente de que algunos de los pasos dados han podido molestar en algunos estamentos largamente acostumbrados a un sistema consuetudinario en el que lo público y lo confesional se han venido confundiendo. Pero existe otro planteamiento respetuoso y perfectamente asumible de ver la realidad, que considera que es posible que en una misma sociedad convivan sin privilegio de ninguna índole credos y convicciones». «La laicidad no es sino una manifestación pura del pleno respeto a la libertad a creer o no creer», concluyó Fernández.
Tiró de ironía para responder al arzobispo el concejal de Cultura, Roberto Sánchez Ramos, que le da las gracias al prelado por «todas sus críticas políticas». Y es que el edil de Izquierda Unida identifica a Jesús Sanz con un concejal más de la oposición. Criticó igualmente que haya estado «tan ensimismado que no ha captado la cantidad de gente que hubo por las calles estos días. Se mira el ombligo permanentemente». Un rechazo, el de IU, que se apuntaló en una nota de prensa difundida por el grupo municipal, por la que el concejal Iván Álvarez recomienda al arzobispo que «si tiene tanto interés en alcanzar la gloria, que acuda a cada conflicto laboral a apoyar a los despedidos y a luchar por un mundo más justo. Aún no he tenido el gusto de verle en nada de eso». Álvarez no dudó en ampliar el consejo: «Un representante de una institución misógina y antidemocrática como la Iglesia Católica debería preocuparse por sus propias tormentas internas y no inmiscuirse de manera interesada en las instituciones públicas», remachó.
Ni PP ni Ciudadanos perdieron la oportunidad de pronunciarse ayer sobre las palabras que han dado pie a la polémica. «Faltaría más que el arzobispo en su casa no pudiese decir lo que quiera. Está en su perfecto derecho. Y la gente podrá escucharle o no, porque ir a misa es voluntario. Lo que no es voluntario, por desgracia, es sufrir las consecuencias del tripartito», dijo la concejala del Partido Popular, Cristina Fernández. Reivindicó igualmente el derecho a la libertad de expresión del religioso el concejal de Ciudadanos, Luis Pacho: «El arzobispo puede decir lo que considere oportuno. El Gobierno no podría esperar palabras de elogio cuando uno de los socios se ha dedicado a menospreciar la fe», afirmó Pacho.