Me parece increíble que en pleno año 2021 esté dedicando mi tiempo a este tema, pero realmente estoy llegando a preguntarme si el ser humano ha llegado al límite de su capacidad intelectual y, en lugar de avanzar, estamos involucionando. Solo algo así explicaría lo que estamos viviendo durante los últimos años (¿décadas tal vez?), con ignorantes sin formación poniendo en duda conocimientos científicos basados en siglos de estudio únicamente porque sus minúsculos cerebros son incapaces de comprenderlos; una ultraderecha cada vez más desacomplejada y mostrando un nulo respeto por las reglas del juego -cuando no faltando a la verdad conscientemente y con mala idea-, solo para lograr mantener unos privilegios que deben de ver cada vez más amenazados; y una sociedad cada vez más apática y desmovilizada y -aparentemente- solo preocupada por transmitir una imagen de felicidad y triunfo absolutos por las redes sociales.
Que en este contexto un grupo de fanáticos religiosos haya decidido atacar a la emisora universitaria estadounidense de rock y metal WSOU por programar música que consideran «hostil hacia Cristo» parece algo incluso anecdótico. La cuestión es que esto es una web de rock, este es mi espacio casi en exclusiva y además no es el único suceso relacionado con el cristianismo y la música que estamos viviendo en los últimos tiempos, por lo que hace tiempo que quería dedicar unas líneas al tema. Y si no que se lo pregunten al polaco Nergal, líder de Behemoth, acusado de blasfemia en su país, algo que ha servido para que se extendiera una campaña a nivel internacional de apoyo a este músico de profesión y bocazas provocador de vocación, algo que sin embargo no oculta el hecho de que en el siglo XXI todavía hay países «civilizados» donde existen delitos relacionados con la fe religiosa.
Por su alguno de los que está leyendo se piensa que semejantes ataques contra la libertad de expresión no podrían ocurrir en nuestro país, tal vez haga falta recordar episodios no demasiado lejanos en el tiempo de juicios a artistas por un delito de «ofensa a los sentimientos religiosos» (desconozco si esa es la denominación correcta, no soy jurista) o todos los músicos que han tenido que pasar por un juicio por otro tipo de delitos más propios del código civil de una dictadura que del de un país democrático. ¿Que no gusten o resulten desagradables ciertos mensajes es motivo suficiente para poner a gente entre rejas? Porque además curiosamente suele tratarse siempre de individuos de cierto ámbito ideológico…
Pero volviendo a la radio, este grupete de beatillos que se ha autodenominado «Shut Down WSOU» (más o menos «clausurad la WSOU») ha señalado directamente a varios grupos de este ataque contra el cristianismo. En concreto citan a Dimmu Borgir, Myrkur, Whitechapel, Windhand, Satan’s Satyrs, Candlemass, Electric Wizard y Opeth. Supongo que si alguno de estos individuos viera mi colección de discos estaría tentado de quemarme en una hoguera en plaza pública.
Y es que todo esto de las ofensas, la corrección política y demás tenemos que reconocer que se nos está yendo de las manos. No hay más que darse un paseo por las redes sociales para darse cuenta de que parece que quien más grita se cree también con más razón, aunque carezca de argumentos sólidos o el más mínimo conocimiento sobre el tema. En mi otra vida he tenido que lidiar recientemente con un problema derivado de la creciente falta de comprensión lectora de la gente -si es que alguno de los que se quejaron había tenido a bien leerse el texto que suscitó su ira-, algo que me hace reafirmarme: la gente es gilipollas.
Ya conté en alguna ocasión que hace años que en mi casa no se ve Tele5. Su programación me parece un asalto al buen gusto y un ataque a la inteligencia. Así que decidí no volver a sintonizarla nunca. Sospecho que detrás de la generalización de cierto tipo de contenidos audiovisuales está la agenda de alguien que busca precisamente lo que están consiguiendo: que la sociedad sea cada vez más ignorante, inculta y carente de cualquier tipo de espíritu crítico. Me indigna. Profundamente además. Pero me limito como digo a no poner el canal. Igual que me limito a evitar a Shakira, cuya voz me irrita hasta límites insospechados, o a huir como de la peste de Pablo Motos, que dicho sea de paso me parece una persona repugnante. Por ello no entiendo por qué toda esa cuadrilla de indignados que pulula por el mundo es incapaz de poner la otra mejilla (o poner otro canal).
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