La conformación de la nueva conducción del Episcopado tendrá incidencia directa en las relaciones futuras de la jerarquía católica con el gobierno nacional
El mejor posicionado para reemplazar al actual presidente de la Conferencia Episcopal es el titular de la arquidiócesis de Santa Fe, José María Arancedo. El arzobispo porteño, de todos modos, seguirá teniendo mucha influencia en la conducción eclesiástica.
Los obispos católicos argentinos se reunirán a partir de mañana y hasta el próximo sábado en Pilar (Buenos Aires) en su 102, asamblea plenaria, que incluirá entre los temas centrales de la agenda la renovación de las autoridades del Episcopado, sin que exista la posibilidad de que el actual presidente, cardenal Jorge Bergoglio, ocupe nuevamente ese cargo. El arzobispo porteño ya cumplió dos mandatos de tres años al frente del cuerpo y los estatutos impiden una nueva reelección. El arzobispo de Santa Fe, José María Arancedo, aparece como el más firme candidato a sucederlo en la presidencia hasta el 2014.
Aunque no hay información precisa al respecto se estima que la elección de la Comisión Ejecutiva (presidente y dos vicepresidentes) se producirá entre martes y miércoles, para luego seguir con los nombramientos del secretario general y de los titulares de las restantes 19 comisiones que componen el organigrama institucional. Todas las elecciones se hacen por votación directa de los obispos, por mayoría y a través de un mecanismo electrónico instalado en la sala de reuniones plenarias.
Arancedo, el principal candidato a ocupar la presidencia, es actualmente vicepresidente segundo del Episcopado. Se lo considera un hombre de posiciones moderadas y espíritu dialoguista. Es, de todos modos, un hombre próximo a Bergoglio, quien seguirá teniendo mucha influencia en la conducción eclesiástica a pesar de que en diciembre próximo deberá presentar también su renuncia a la arquidiócesis de Buenos Aires al cumplir los 75 años de edad establecidos por la ley eclesiástica para fin del ejercicio del gobierno pastoral. Se descuenta que la renuncia de Bergoglio al arzobispado de Buenos Aires no será aceptada de inmediato y quedará sujeta a lo que decida el Vaticano y, en último caso, el propio Benedicto XVI.
Como posibles acompañantes de Arancedo en las vicepresidencias han circulado los nombres de Virginio Bressanelli, obispo coadjutor de Neuquén, y Mario Cargnello, arzobispo de Salta. El primero es un teólogo y pastoralista muy reconocido por sus aportes a la renovación de la vida de la Iglesia, en particular desde la vida religiosa consagrada. Fue superior general (mundial) de su congregación (Sagrados Corazones) y por esa razón vivió en Roma hasta poco antes de su designación episcopal en el 2005. Cargnello, en cambio, representa al ala más conservadora del Episcopado. De confirmarse estas hipótesis no entraría en la Comisión Ejecutiva el actual arzobispo de La Plata, Héctor Aguer, quien en cambio podría respaldar a Cargnello para su elección. También se menciona el nombre del arzobispo Agustín Radrizzani (Mercedes-Luján) para ocupar un cargo en la Comisión Ejecutiva, pero el hecho de que algunos obispos lo consideren un hombre “cercano” al Gobierno, se convertiría en un obstáculo para su elección. Radrizzani es actualmente la presidente de la Comisión de Comunicación Social, donde puede ser reelecto.
Como secretario general del Episcopado podría continuar quien actualmente ocupa ese cargo, el obispo auxiliar de Buenos Aires, Enrique Eguía.
Otras comisiones episcopales consideradas claves, tendrán obligatoriamente nuevos presidentes porque sus actuales titulares no pueden acceder a un tercer mandado. Es el caso de Pastoral Social, donde Jorge Lozano (obispo de Gualeguaychú) podría suceder a Jorge Casaretto (San Isidro). Tampoco puede continuar en su cargo el titular de Cáritas, Fernando Bargalló (Merlo-Moreno), y se estima que esa responsabilidad será asumida por Oscar Ojea, obispo coadjutor de San Isidro. Héctor Aguer, exponente de las posiciones más conservadoras, continuaría en su actual responsabilidad como presidente de la Comisión de Educación Católica. Lo mismo sucedería con el titular de Pastoral Aborigen (Fernando Maletti, Bariloche) y de Liturgia (Mario Cargnello), siempre y cuando este último no sea designado vicepresidente. En otras trece comisiones habrá nuevos presidentes porque los actuales ya cumplieron dos mandatos consecutivos.
A todos los cambios anteriores se debe agregar la ya anunciada salida del nuncio (embajador) de la Santa Sede en Argentina, Adriano Bernardini, quien irá a cumplir funciones en Roma. Aún no se conoce el nombre de su reemplazante, designado directamente por el Vaticano, pero es probable que el anuncio se haga una vez que estén designadas las nuevas autoridades de la Conferencia Episcopal.
La conformación de la nueva conducción del Episcopado tendrá incidencia directa en las relaciones futuras de la jerarquía católica con el gobierno nacional, que en los últimos años se mantuvieron dentro de carriles institucionales formales, pero sin diálogos fluidos entre las partes. En sus dos primeros días de reuniones los obispos harán un balance de la situación política, social y eclesial del país e intercambiarán puntos de vista a partir del nuevo escenario planteado después de la reelección de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner.
En la agenda de los obispos siguen estando temas como la posible despenalización del aborto y la eutanasia, cuestiones sobre las cuales seguirán insistiendo en su oposición y no habría que descartar que de la propia asamblea surja un nuevo pronunciamiento sobre la materia.
Entre los asuntos pendientes entre el Gobierno y la jerarquía católica sigue latente la disputa por el obispado castrense, actualmente vacante. La intención del Gobierno es eliminar la figura del obispo y los capellanes castrenses, para lo cual es necesario modificar los términos del acuerdo internacional entre la Santa Sede y Argentina. El Vaticano se opone terminantemente a esa posibilidad.
La lista definitiva de los nombres que conformen la nueva cúpula episcopal ofrecerá también un panorama respecto de las posibilidades de diálogo con las autoridades políticas. Es habitual que inmediatamente después de ser elegida la nueva Comisión Ejecutiva del Episcopado solicite una audiencia de la Presidenta