Las autoridades eclesiásticas impiden a una mujer presidir la hermandad del patrón del pueblo de Cazalilla por su condición de divorciada y conviviente con otra pareja
María Dolores Salido dice que asistirá el próximo 3 de febrero a la misa y a la procesión de San Blas en su pueblo, Cazalilla (Jaén), “con la cabeza bien alta”. El pasado viernes la mujer, de 52 años, fue elegida en un sorteo como hermana mayor de la cofradía del patrón local, pero su júbilo duró apenas una hora, que fue el tiempo que tardaron en comunicarle que no podía ejercer el cargo por su condición de divorciada y conviviente con otra persona.
“Siempre he sido una cristiana muy activa, pero ahora me siento humillada y perseguida por la Iglesia, estoy hundida y voy a perder la cabeza”, asegura esta mujer que ha presentado una denuncia ante la Guardia Civil por discriminación para acceder a la cofradía. Esta polémica ha levantado una gran polvareda social en este pueblo de poco más de 700 habitantes, mientras la Iglesia se escuda en que se ha seguido lo que estipula la legislación canónica.
“La misma Iglesia que hoy me niega ser hermana mayor, hace 16 años, en las mismas circunstancias, me admitió ser hermana mayor de la Virgen de la Cruz. Esto me hace pensar que la Iglesia, en vez de avanzar, retrocede”, escribió, indignada, Loles (como la conocen en el pueblo) en las redes sociales, donde está recibiendo el apoyo casi generalizado de sus vecinos.
La mujer lleva más de 30 años separada de su primera pareja y, desde entonces, dice no haber tenido problema alguno para participar en las actividades de la parroquia. “¿Cuál es el delito que he cometido? ¿Que me volví a casar?”, se pregunta Salido, que no ha llegado a ejecutar la nulidad de su anterior matrimonio. “No creo que Dios nos pida un precio económico, muy elevado, por cierto, para tener que anular el matrimonio”, agrega.
Su elección como hermana mayor se produjo en la reunión del grupo parroquial del pasado viernes, donde también fue elegido un hijo suyo como hermano mayor infantil. Pero poco después de celebrado el sorteo, dos hombres de la cofradía acudieron a su casa para comunicarle que había sido vetada para el cargo, el mayor privilegio en la fiesta de San Blas. La mujer responsabiliza directamente al párroco de la localidad, Julio Ángel Delgado, sobre todo por no atreverse a dar la cara. “Mi mayor dolor es la humillación por el daño moral y espiritual sufrido”, subraya. Ser designado hermano o hermana mayor supone un gran reconocimiento para el seleccionado en un cargo que implica dirigir a todos los cofrades —más de 200― y organizar todos los actos de la hermandad durante un año, al menos, o el tiempo de elección.
El cura de Cazalilla no ha querido dar ninguna explicación. “No tengo nada que decir, muchas gracias”, comentó a este periódico por teléfono. Sin embargo, desde el Obispado de Jaén se indica que se ha seguido el criterio que regula el Decreto diocesano de Hermandades y Presidentes de Cofradías, “ya que no existe un reglamento específico para el tema de hermanos mayores de fiestas, como es el caso”.
Pero en las redes sociales son muchos los que censuran la postura de la Iglesia. Inés María Vilches, una profesora de Religión, lamenta que no se haya tenido en cuenta además la Fiducia Supplicans, un documento publicado el 18 de diciembre de 2023 por el Papa Francisco que permite a los sacerdotes católicos “bendecir” a las parejas no casadas o a las del mismo sexo. No obstante, este documento está encontrando resistencia en el seno de la Iglesia, y en la diócesis de Toledo y Cádiz hay varios sacerdotes que han iniciado un movimiento a través de las redes sociales solicitando que sea revocado.
El alcalde de Cazalilla, Manuel Raya, no es ajeno a la polvareda que este asunto ha levantado en el municipio, aunque se mantiene en una posición equidistante. “Yo ya he dado mi apoyo personal a Loles, pero luego la Iglesia tiene sus normas que, aunque no nos gusten, hay que respetar”, indicó. Eso sí, confía en que al final impere el diálogo y el conflicto se pueda arreglar “para no tener unas fiestas con tensión”.
A Loles Salido le reconfortan todas las muestras de apoyo y se plantea incluso escribirle al Papa para denunciar lo que tilda como “una injusticia y una aberración”. De hecho, hasta le gustaría que le pedieran perdón. Sin embargo, dice no tener confianza en que se abra un proceso de apertura en la Iglesia. “No tengo muchas esperanzas en que se modernice”, indica.
Los testimonios de solidaridad hacia esta mujer se suceden en esa pequeña localidad que está a punto de vivir sus fiestas más señeras. Unos festejos que, hasta hace apenas una década, llegaban envueltos en la polémica que generaba el lanzamiento de una pava desde el campanario de la iglesia. Ahora, tras no poca resistencia, esa tradición se ha sustituido por el lanzamiento de peluches. Pero lo que no se podrá evitar es la tensión que reina en este pueblo entre los que apoyan a Loles Salido y quienes comulgan con las tesis de la Iglesia que impiden a esta vecina ejercer como hermana mayor. “Yo iré a la misma y a la procesión, Dios está por encima de esta gente”, zanja ella.