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El discurso laicista que subyace en la materia de Educación para la Ciudadanía y los Derechos Humanos de 2º E.S.O.

El texto completo de este trabajo puede verse en el PDF adjunto.  Reproducimos aquí el capítulo 7 con las conclusiones:


Antes de emitir un juicio recapitulamos todo lo dicho hasta estos momentos. En primer lugar, la fiscalía ha expuesto los cargos de los que se la acusa a la materia de ciudadanía. Seguidamente, la parte de la defensa ha expuesto sus argumentos para dilucidar su verdadero significado a partir de un enfoque inductivo, partiendo de lo general para llegar a lo particular. Una vez expuesto todos los argumentos se ha dado paso al análisis de los libros de textos, o dicho de otro modo, los libros de textos son las pruebas que nos ayudarán a esclarecer este juicio teniendo en cuenta, como ya anunciábamos al inicio del estudio, el respeto a los derechos humanos.

A partir de ambos alegatos su Señoría ha analizado los textos de la materia juzgada. La sentencia tendrá en cuenta los enjuiciamientos provenientes de los diversos sectores, que ataña a cuestiones antagónicas y por lo tanto merecen juicios paralelos. Ahora bien, son muchas cuestiones a considerar en este juicio, pero recordemos que el punto en común de las tres críticas a la materia de “Educación para la Ciudadanía y los Derechos Humanos” es el laicismo.

Respecto al cargo de ser una materia que defiende el laicismo, primeramente antes de emitir la sentencia y atendiendo a las pruebas presentadas debemos tener claro el significado de laicismo. A lo largo de historia y en diferentes Estados la relación entre Estado e Iglesia ha diferido. El laicismo es una relación más entre ambas instituciones asentada en la neutralidad, es decir, el Estado en materia religiosa es neutral no aboga por ninguna confesión. La única obligación del Estado es asegurar que todos las personas puedan ejercer su libertad de conciencia. Un Estado laico ha de posibilitar que una persona que profese la religión islámica, budista … o simplemente no sea creyente en ninguna trascendencia pueda tener el mismo derecho que una persona cristina. El Estado en ningún caso puede financiar a las confesiones religiosas de hacerlo ya no estaría respetando la libertad de conciencia de las personas. Han de ser los creyentes los que se ocupen de financiar a sus iglesias.

Una vez esclarecido el término laico es veredicto es de inocencia. El laicismo es inocente de todos los cargos que el sector más conservador le atribuye. El laicismo es un movimiento que promueve un marco jurídico basado en los Derechos Humanos. De este modo, queda desestimadas las críticas del ámbito conservador. Uno de los principios de los Estados democráticos es la libertad de conciencia, principio que fundamenta el Estado laico. Contrariamente en un Estado totalitario este principio queda censura y el resto de libertades civiles.

En el Estado Español uno de los derechos basados en la libertad de conciencia es el derecho de las madres y de los padres a poder elegir la moral de desean para sus hijos e hijas como bien expresan y defienden el sector conservador. Es cierto que ese derecho existe pero no hay que confundir y obligar al Estado a financiar determinada creencia o determinada moral porque el Estado al actuar de esa determinada manera viola su neutralidad y, consecuentemente, el principio de igualdad. No hay mayor totalitarismo que financiar una determinada creencia en perjuicio del resto al silenciar y marginar al resto de creencias. La falta de neutralidad del Estado implica el inmiscuirse en fines que son ajenos a su propia naturaleza como institución.

Otras de las acusaciones que recibe la imputada por parte del sector conservador es la de acusar al laicismo de imponer una Moral o Ética Neutral es, en primer lugar, no entender a qué se llama Ética de Mínimos -que hace referencia a los Derechos Humanos y, por tanto, reconoce la dignidad de la personas por encima de cualquier interés económico. En segundo lugar, el Estado ha de garantizar tanto la libertad de conciencia como la seguridad. Si atendemos al derecho de los padres y de las madres a optar por la moral más acorde a sus intereses y creencias, ¿qué debería hacer el Estado si una familia educa a sus hijos en valores de racismo, xenofobia, machismo o en el nazismo? Se puede argumentar que los padres y las madres pueden hacerlo porque tienen ese derecho pero, cuando esos valores se conviertan en hechos y sus hijos e hijas cometan un delito agrediendo o maltratando, matando. a otra persona, entonces ¿qué ocurre con los derechos de la víctima? La persona agredida, asesinada, torturada, etc. no tiene derecho a ejercer su libertad de conciencia, a elegir la moral más acorde a sus creencias. Entonces se acusará al Estado de no ser capaz de garantizar la seguridad de sus ciudadanos.

Las acusaciones del sector conservador no tienen fundamento alguno al entender o dotar al concepto de laicismo de un significado contrario u opuesto de su verdadero ser. La acusada es inocente de todos los reproches del sector conservador. El mal uso del significado del término consecuentemente, comporta un mal entendimiento de la materia de EpC.

Ahora bien, ¿los materiales de EpC esconden un discurso laicista? Ni la editorial Anaya ni la editorial Santillana se cimientan en un discurso laico, por lo que son culpables. En ambos libros el discurso predominante es el discurso neoliberal, y por tanto, los valores que difunden son valores elitistas, instituyéndose en un discurso que vacía los principios ilustrados –igualdad, libertad y solidaridad- y los pervierte. Las imágenes dan consistencia a esta intrusión y violación del lenguaje para justificar las desigualdades sociales, la marginalidad, el racismo, la diferencia de género, en definitiva, normaliza una determinada ideología donde sólo una minoría es la que tiene derechos y puede ejercerlos con el fin de implantar sus intereses económicos. Por tanto, en ambas editoriales los Derechos Humanos son relegados a justificar la ideología neoliberal.

¿Y en Akal emerge un discurso laicista? Akal a diferencia de Anaya y Santillana si defiende un discurso laico y por lo tanto es inocente. En este libro los valores laicistas impregnan sus contenidos y denuncian cuáles son las distintas instituciones, elementos… que violan los Derechos Humanos.

La democracia (como ha quedado demostrado a lo largo de este proceso) se fundamenta en el poder del pueblo, de la ciudadanía, pero no de la ciudadanía de Santillana y Anaya que pretenden justificar un sistema económico neoliberal donde el centro de la vida es lo económico, donde hay una jerarquización entre ciudadano y extranjero, donde las grandes multinacionales deciden engordar sus cuentas corrientes a través de la usurpación de los derechos de los Otros. En este sentido Akal, a pesar de su sesgo, apuesta por mostrar la expoliación de nuestros derechos. Los
materiales de EpC no cuestiona el verdadero papel de la ciudadanía, de la democracia, de la economía, etc. Se convierte en una herramienta más al servicio de unos intereses económicos.

En esta línea encontramos las acusaciones del sector progresista que comparte el sentido y significado del concepto de laicismo. Para este grupo la materia de EpC no enseña valores laicos. De todas las acusaciones, las vertidas por este ámbito tienen una gran repercusión para la ciudadanía y la democracia. Sus denuncias cuestionaban que la acusada interiorice en el verdadero significado de la ciudadanía y de la democracia, es decir, no enseña a ser ciudadano y ciudadana y por tanto, el laicismo queda relegado a un segundo plano.

Las acusaciones del sector progresistas adquieren un gran sentido al analizar las pruebas aportadas y mostrar su culpabilidad. Retomamos la culpabilidad de las editoriales Anaya y Santillana al no fundamentarse en un contenido laico sino neoliberal. El laicismo más allá de centrarse en cuestiones religiosas, se centraliza en la defensa de la dignidad de la persona, recuperando los valores humanos o a la humanidad. Quiere, en palabras de Hegel, ser la antítesis de la afirmación ciudadana y negación inmigrante para retomar a la persona en toda su integridad. Ser ciudadano y ciudadana es ser persona independientemente del lugar en el que se nazca, de los años que se tengan y de las limitaciones que se posean. Ser persona es ser un ser humano que habita en un
planeta, que vive con otros y otras, que tiene inquietudes, deseos, problemáticas… .

Una vez visto el contenido de los materiales de las tres editoriales, se juzgará tanto las actividades como la metodología empleada. ¿Las actividades y la metodología tienen componente laicos? En relación a las actividades nos faltarían datos para poder dar un veredicto objetivo y justo. En la editorial Anaya muchas de las actividades propuestas se encuentra en soporte digital al cual no hemos podido tener acceso. Sin embargo, en relación a la metodología empleada por las tres editoriales la sentencia es de culpabilidad. Ningún texto posee valores laicistas.

En Akal, la metodología se reduce a un ensayo que invita a la reflexión, explica de un modo muy didáctico que es la Ciudadanía, la Democracia, el Estado de Derecho… pero se aleja de la vida diaria del alumnado. Las imágenes que utiliza son reivindicativas, denuncian situaciones de injusticia social muy concretas, reproduciendo panfletos o carteles propios de las denuncias sociales de la izquierda de la izquierda de principio del siglo XX. A pesar de que el contenido es una defensa de los valores laicos el modo en que lo presenta no es el apropiado para alumnos y alumnas de años. Además, en este libro no hay ninguna actividad.

En un primer acercamiento, la metodología empleada por Anaya parece guardar relación con los valores laicos. Si hacemos un estudio más profunde podemos comprobar que al igual que su contenido, la metodología también es culpable. A pesar de insistir y reiterar los debates, trabajo en grupo (no cooperativamente), no se enseña a dialogar, a reflexionar, a tener en cuenta las  opiniones que son contrarias, etc. Las propuestas o temas de trabajo que se proponen se encuentran alejadas de la cotidianidad e intereses del alumnado. Es una editorial que trabaja muy  concienzudamente la competencia aprender a aprender y la competencia social y ciudadana pero con un sesgo neoliberal, es decir, no hay inclusión de los otros, y sólo se investiga los problemas o cuestiones desde un solo punto de vista. El otro queda silenciado y su presencia es reducida a imágenes en situaciones de marginalidad. Otro rasgo metodológico es la utilización de diversas fuentes para el aprendizaje, hace referencia a fuentes digitales, pero sólo y exclusivamente a las informaciones que defiende su punto de vista. Es una editorial de un gran carácter religioso y utilizan la caridad y el amor como fundamento al elitismo y la competitividad.

La Editorial Santillana, al igual que la editorial Anaya, la metodología que utiliza no es inclusiva, sino tiene un gran tinte individualista, no hay apenas actividades en grupo. No hay espacio para las reflexiones personales. La metodología obliga al alumnado a memorizar y no a pensar ni a intercambiar opiniones. No hay cuestionamiento de los problemas actuales ni de lo que implica ser
ciudadano y ciudadana; se trasmite un aprendizaje no creativo que no permite al alumnado manifestar su pensamiento, cuestionar los problemas que se planteas, siempre elegido con un determinado criterio neoliberal. Muchos de los contenidos que plantean no se investigan desde diferentes puntos de vista. Por lo que se caracteriza su metodología es por el fomentar y trasmitir
prejuicios sociales que tendrán como resultado la aceptación de la violencia estructural, la xenofobia, la marginalidad, el machismo, etc. Tanto esta editorial como Anaya se caracterizan por su superficialidad diferenciándolas en que la segunda utiliza las creencias religiosas para justificar la violación de los derechos humanos. Sin respeto a los derechos universales la competencia social y ciudadana no puede abordarse.

Por último, en relación a las acusaciones que los docentes desprenden sobre la EpC, la sentencia es de inocencia. El veredicto atiende a que una sola materia no puede ocuparse de trasmitir valores, pero entonces ¿qué podemos decir de la religión? Los valores y la competencia social y ciudadana se aprenden conviviendo y, en los tiempos en los que nos encontramos, donde las sociedades se alimentan de prejuicios, de telebasura, de mercancía que aliena a las persona, se hace necesaria una materia que abandere el proyecto de repercusión o, en palabras e Giner de los
Ríos, regeneración. Esto no quiere decir que el resto de materias no deban trasmitir dichos valores porque como ya he señalado, la convivencia nos enseña a vivir, ¿a caso en una clase de física
dejamos de ser personas?

Y no quisiera terminar la sentencia sin recordar al ámbito filosófico que el laicismo no reduce la filosofía a mera ciudadanía sino que plantea un nuevo tipo de relaciones donde se busca la verdad, la sabiduría. Y qué mejor búsqueda que encontrar la justicia, la paz, la solidaridad, la libertad, la igualdad, la dignidad y la verdad.

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