Varias ONG demandan al presidente del país magrebí que se respete la libertad religiosa
Como cada año después de la revolución, la llegada del Ramadán suscita un debate sobre los límites de la libertad de conciencia en Túnez. Esta semana, un grupo de ONG, entre ellas la galardonada Liga Tunecina de los Derechos Humanos, han dirigido una carta abierta al presidente de la República, Beji Caïd Essebsi, para reclamar que el Estado respete la libertad religiosa durante el mes sagrado islámico, que prescribe el ayuno durante las horas de luz diurna. Las organizaciones exigen que este año las autoridades no obliguen al cierre de cafés y restaurantes, ni arresten aquellas personas que coman o fumen en público. El año pasado, un total de cinco personas fueron condenadas a un mes de prisión por romper el ayuno en espacios públicos.
Cuatro años después de haber aprobado una nueva Constitución democrática, Túnez se halla inmersa aún en un proceso de renegociación de sus normas sociales. La Carta Magna garantiza la libertad de conciencia en el artículo 6, algo que choca con diversas leyes y circulares previas, así como con algunas costumbres. Entre ellas, la que obliga a los comercios de restauración que quieran abrir sus puertas durante Ramadán a que lo hagan con disimulo. Así, la mayoría cubren sus cristales con cartones o periódicos. El hecho de que, siete años después de la caída de la dictadura de Ben Alí, todavía no se haya constituido el Tribunal Constitucional por falta de consenso entre los partidos dificulta la depuración de las normas anticonstitucionales.
La carta de las ONG, a la que tuvo acceso la agencia AFP, llegó como reacción a la polémica respuesta que dio el Ministerio del Interior a una pregunta sobre su política durante Ramadán. El ministro Lotfi Brahim justifica la aplicación de algunas restricciones a la apertura de cafés y restaurantes sobre la base de una circular del año 1981. Brahim sostiene que, de no hacerlo, se podría herir la sensibilidad de los creyentes e incluso provocar ataques yihadistas. Túnez está gobernado desde 2015 por una alianza entre un partido islamista moderado y otro que se declara “modernista”.