José Antonio Alonso, portavoz del Grupo Socialista en el Congreso de los Diputados, arguye que “la supresión de símbolos religiosos en actos institucionales debe producirse como consecuencia de la práctica y la evolución social y protocolaria, pero no mediante prohibiciones legales que no tienen ningún sentido”.
Las bodas homosexuales
Si el Gobierno Zapatero hubiera aplicado esta teoría, más bien pintoresca, a las bodas entre homosexuales, los gays y lesbianas continuarían a estas horas siendo legalmente -a los efectos matrimoniales- ciudadanos de segunda categoría. Igual se podría decir de otras encomiables medidas orientadas a fortalecer derechos civiles que fueron adoptadas por Zapatero en su primera Legislatura.
La laicidad
En un Estado aconfesional como éste, las exhibiciones de carácter religioso en el ámbito público o institucional son las que “no tienen ningún sentido”, Sr. Alonso. Máxime cuando acontece que este Gobierno defiende la laicidad, mientras que es vapuleado cada dos por tres por los jerarcas de la Iglesia católica y sus comparsas mediáticos o políticos.
Violín clerical
Salen a la calle los cardenales, los obispos y los presbíteros más diversos –acompañados de numerosos seglares tan píos como reaccionarios-, montan otro mitin más contra los socialistas, con las elecciones generales a la vuelta de la esquina, protestan Moncloa y Ferraz, advierten que van a reforzar el laicismo –tan denostado por la cúpula eclesiástica- y, a la primera de cambio, tocan el violín clerical con el significativo acompañamiento del PP y de CiU.
El Jefe del Estado
El crucifijo ha de estar en los templos y en las catedrales. No en el salón principal del Palacio de la Zarzuela –residencia oficial del Jefe del Estado-, donde toman posesión de sus cargos presidentes y ministros y otros altos dignatarios del Estado español. Y quien ha de regular este género de cosas es el Gobierno. El Jefe del Estado -el Rey en el caso que nos ocupa- se limita a rubricar las leyes.
Dios nos libre
Aquí no hay ofensas que valgan ni contra la Iglesia ni contra los católicos. No se trata –Dios nos libre- de quemar iglesias, ni de perseguir a los creyentes ni que nadie se coma a los curas. Pero la soberanía ha dejado de ser en España, hace más de treinta años, una especie de gracia o dádiva divina. No es Dios el que nombra a los gobernantes, como creen los devotos de las teocracias o de las monarquías absolutas. En democracia los gobernantes son elegidos por los ciudadanos simplemente votando. Ni más ni menos.
El zigzagueo
Desconocemos si era o no el momento oportuno para que el PSOE respaldara la iniciativa de IU, Iniciativa, ERC y el BNG. Lo que sí sabemos es que el zigzagueo y las explicaciones confusas o equívocas no son precisamente el mejor camino a seguir, Sr. Zapatero.
