Aunque sabido, no me lo esperaba y me sorprendió ver el omnipresente crucifijo en la toma de posesión de los nuevos ministros. Ninguna religión representa a todos los españoles y las ideas religiosas de las personas, ministros o no, son de su ámbito privado y no del público.
Ya sé que el nuevo Gobierno tendrá mucho trabajo, muchas cosas importantes y prioridades que atender, pero me gustaría que cuanto antes se metieran con la anunciada ley de libertades religiosas y solucionen esta cuestión de una vez.
Y ya saben, los que quieran poner el crucifijo en su casa, que lo pongan, para ellos. Pero, por favor, no lo impongan en la casa de todos, para todos.