La publicación incluye una escultura de Cristo en la cruz y la imagen de un artista visual haciendo drag de la virgen, motivos que los expertos consideran parte de la cultura y la tradición iconográfica.
«Un fantasma queer recorre Europa», así comienza César Espada el catálogo @XES, recordando las célebres palabras de Marx y Engels. Esta revista nació con el objetivo de dar una proyección internacional a los artistas españoles que se mueven en los márgenes. En ella resuenan nombres como la histórica Manuela Trasobares –primera concejala trans de España–, la cantante Samantha Hudson o drag queens como Onyx o Gad Yola. La publicación no ha gustado a algunos sectores ultrarreligiosos, que han denunciado la revista ante la Fiscalía y exigen su retirada.
El Ministerio de Igualdad y la Agencia Española para la Cooperación Internacional y el Desarrollo (AECID), dependiente del Ministerio de Asuntos Exteriores, han sido los encargados de editar el catálogo. «Recibíamos muchas llamadas de eventos como, por ejemplo, el Festival de Poesía Queer de Edimburgo, para que les facilitáramos nombres de artistas y así tener representación de España en todos los espacios culturales», explica a Público Julio del Valle, director general para la Igualdad real y efectiva de las personas LGTBI+.
La publicación pretende servir como referencia internacional de los artistas queer en España. «Es un instrumento de trabajo para las embajadas, no una publicación comercial», señalan fuentes de la AECID a este medio. El catálogo incluye una pequeña biografía y descripción de los perfiles más destacados del panorama actual junto con una fotografía creativa. Entre ellas, se incluye a un artista visual –que ha pedido no ser mencionado– caracterizado como una virgen. La revista también recoge El Cristo de Manuela Trasobares, una escultura policromada de dos metros sobre cruz de madera.
El Observatorio para la Libertad Religiosa considera estas imágenes «vejatorias para los cristianos» y alega que «Albares se ríe de Jesucristo y la virgen». La organización ha iniciado una recogida de firmas exigiendo la retirada del catálogo y han denunciado el caso ante la Fiscalía. «Lo normal es que el juez no admita a trámite la denuncia y la archive porque prima la libertad de creación de los artistas», pronostica Del Valle.
Un patrimonio artístico que no pertenece a nadie
«Lo religioso y lo queer no son excluyentes», valora en declaraciones a este medio Manu Martín, historiador del arte especializado en derecho del patrimonio. «Todo lo contrario: hay una comunidad LGTBI+ muy grande dentro de la atmósfera religiosa. No se están apropiando de algo que les es ajeno, sino que participan de aquello que siempre ha sido también nuestro».
«Son 40 artistas LGTBI que, libremente, han aportado esas obras y cuya valoración depende de quien la contemple, como ocurre con cualquier obra de arte«, afirman a este diario desde la AECID. Las fuentes añaden que la agencia «respeta y defiende la libertad de expresión en el arte como condición de una sociedad abierta y tolerante».
Martín defiende que estas imágenes «no son de nadie porque pertenecen a la historia del arte». En este sentido, recuerda la polémica que causó la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos, con artistas drag que muchos entendieron como una interpretación de la última cena. «Pensamos directamente en la escena de Leonardo da Vinci, pero su potencial religioso es otro. No sabemos dónde y cómo estaban sentados, pero la historia del arte ha creado esta imagen de 13 tíos sentados a un único lado de una mesa muy larga», explica. «Lo que es del arte se queda con el arte, no es que el sentimiento religioso se lo pueda apropiar», insiste.
¿Una ofensa sin fundamento?
Ante la denuncia del Observatorio para la Libertad Religiosa, el experto se pregunta: «¿Qué es lo que está ofendiendo ahí? Está ofendiendo que sea una imagen más sexualizable o que pertenece a un colectivo LGTBI+, que para ellos es excluyente porque no puede formar parte de su idea de extremismo religioso, mientras que desde lo queer sí son bienvenidas las católicas».
Martín recalca que «no hay un ataque directo, un ‘me cago en Dios’ o un ‘me cago en la virgen’. Es una idea que se podría entender como un homenaje a la iconografía religiosa, pero desde el extremo catolicismo se aborda como una ofensa. Y para ellos la ofensa es que se participe en esta tradición desde nuestro lado. No hay una burla a su espiritualidad; es que en el colectivo también las hay creyentes».
Por su parte, Julio del Valle indica que «el arte y la cultura son elementos de reflexión, de preguntarnos por nuestras identidades». El director del área LGTBI+ valora de manera positiva el impacto que ha tenido el catálogo. «Todo lo que hemos recibido desde las instituciones a las que la publicación va dirigida han sido buenas palabras y elogios a un trabajo que no se había hecho nunca».
Del Valle subraya que era una labor necesaria «para trasladar nuestra imagen de país, como uno que lidera los derechos de las personas a todos los niveles«. De este modo, concluye que el catálogo @XES permite «aterrizar el compromiso que tiene la Constitución por el acceso a una cultura plural y diversa».