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El buen sentido. Ideas naturales contra ideas sobrenaturales

Para Grimm, director de la Correspondance littéraire, uno de los boletines más leídos por las élites ilustradas, se trataba de un «folleto odioso». Si esta era la opinión de los ilustrados moderados, podemos imaginar cuál era la de los contra ilustrados. El libro, como sospechaba Voltaire, había salido «de la misma tienda que el Sistema de la naturaleza» y es un resumen de este libro. Fue un gran éxito editorial que se tradujo a varias lenguas, también al español (no menos de nueve ediciones en cien años). En varias de ellas, el libro fue atribuido a Jean Meslier, el autor de Memoria contra la religión, y en algunas fue acompañada por una supuesta antología del libro de Meslier.

«Esta “revolución de la mente” de las décadas de 1760 y 1770 fue, sencillamente, uno de los cambios más grandes y decisivos de toda la historia de la humanidad» (Jonathan Israel, Una revolución de la mente).

«Holbach, el primer filósofo sistémico de la historia» (Mario Bunge).

«¡Divino Holbach! La pasión atea de este filósofo es considerable. Pulveriza los melindres deístas de Rousseau, las comedias anticlericales de Voltaire, defensor de la religión para el pueblo, y las dudas de Diderot sobre Dios» (Michel Onfray, Los ultras de las Luces).

Paul Heinrich Dietrich (o Paul-Henri Thiry, en su versión francesa), barón de Holbach, nació en 1723 en Edesheim, Palatinado, región de habla alemana fronteriza con Francia. Tras la muerte de su madre, su tío Franciscus, quien a finales del XVII había emigrado a París, consiguiendo amasar una gran fortuna y el título de barón, se encargó de su educación. Holbach estudió en la Universidad de Leiden, el centro europeo más avanzado en el estudio de las ciencias de la naturaleza y un foco de pensamiento ilustrado y laico en una Holanda relativamente tolerante. En 1749 volvió a París y se instaló en su gran mansión de la calle Saint-Roch. Holbach colaboró con casi 400 artículos a la Encyclopédie de Diderot, en particular sobre física y química, a la que apoyó económicamente en momentos difíciles, y convirtió sus comidas y tertulias en el salón de Madame d’Holbach («la sinagoga») en un gran centro intelectual frecuentado por Diderot, Voltaire, D’Alembert, Rousseau, Buffon y algunos extranjeros de paso por París (David Hume, Benjamin Franklin, Laurence Sterne, etc.). Holbach se convirtió en el gran promotor y difusor de las ideas ateas en la Europa ilustrada.

«La Editorial Laetoli está llenando un gran hueco en la historia del mundo hispano al publicar muchas obras de la Ilustración, en particular su franja radical, la encabezada por los redactores de la Enciclopedia, como Diderot, Holbach, Helvétius, La Mettrie, Meslier y otros autores de miles de textos prohibidos o aun incinerados por los custodios del antiguo régimen, que muy pronto sería víctima de la invención del doctor Guillotin.  Ese potente movimiento de nuevas ideas, que ahora atraviesa los Pirineos con casi tres siglos de retardo, fue ‘el que más contribuyó a conformar los valores sociales y culturales básicos de la era post-cristiana’, como escribe uno de los máximos expertos en ese movimiento (Jonathan Israel, Una revolución de la mente, [Laetoli]). Él mismo agrega que ese tipo de pensamiento ‘también se ha convertido en la principal esperanza e inspiración de numerosos humanistas, igualitarios y defensores de los derechos humanos asediados y hostigados’ en una época en que resurgen el fanatismo, la opresión y el prejuicio» (Mario Bunge, Perfil, artículo completo aquí).

«La obra de los autores radicales que se reunían en el salón de Holbach ha perdido muy poco de su frescura, su capacidad de sacudir y su poder para inspirar reflexiones constructivas acerca de nuestro propio panorama cultural, científico y político. Estamos todavía ligados a muchas de las cuestiones sobre las que escribieron Diderot, Holbach y sus amigos, y aún no hemos aprendido su lección de que cualquier debate filosófico y moral debe comenzar por los hechos científicos» (Philipp Blom, Gente peligrosa).

«Voltaire predicaba tolerancia y la libertad de religión. Hizo un recuento de las mentiras que precedieron a los crímenes [de la Iglesia católica], pero no quiso (por prudencia) escribir una historia completa. Tampoco lo hicieron otros grandes ateos de su tiempo, aunque algo se esbozó en la Enciclopedia que dirigió Diderot, y en libros de los grandes ilustrados franceses, que van llegando a España de la mano de la editorial Laetoli, como todo Holbach y la imponente Memoria contra la religión de Jean Meslier» (Juan G. Bedoya, El País).

El autor del epílogo es Miguel Benítez, profesor de la Universidad de Sevilla e investigador asociado del CELLF 17-18 de la Sorbona, autor de numerosos trabajos acerca de las obras manuscritas filosóficas clandestinas de los siglos XVII y XVIII. La mayor parte de su obra se encuentra en francés. Es autor, entre otros libros, de L’Œuvre libertine de Bonaventure de Fourcroy (H. Champion, París, 2005), Les Yeux de la raison: le matérialisme athée de Jean Meslier (H. Champion, París, 2012) y Le Foyer clandestin des Lumières (H. Champion, París, 2013). El único de sus libros traducido al castellano es La cara oculta de las Luces (Investigaciones sobre los manuscritos filosóficos clandestinos de los siglos XVII y XVIII), Valencia, 2003).

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