Los afortunados son Antonio Gutiérrez, Marta Lecanda, Montserrat Olmos, José M. Repiso, Zoraida Ojeda y Omairy Maríñez.
Estos indultos han sido solicitados por cofradías y hermandades católicas, en un ejercicio de clericalismo radical donde el Gobierno de España pone a disposición de particulares la medida de gracia con criterios arbitrarios. La única razón por la que se concede a estas personas esta medida es que lo solicitan entidades religiosas, lo que supone una situación de privilegio y discriminación incompatibles con el principio de igualdad propio de un sistema democrático, violando este principio y por tanto también el principio de laicidad.