El obispo de la diócesis Barbastro-Monzón, monseñor Ángel Pérez, presidió este sábado en Graus los actos organizados con motivo de la celebración de la cuadragésima edición de la Romería de la Ribagorza.
El prelado, que reconoció estrenar para la ocasión una casulla color azul celeste, «el color de la Virgen y su mensaje de esperanza», estuvo acompañado por una treintena de sacerdotes de su obispado y de la vecina diócesis de Lérida y arropado por más de 2500 romeros en una de las ediciones más multitudinarias y emotivas que se recuerdan de esta fiesta de exaltación mariana en la que participan fieles procedentes de las comarcas ribagorzanas de Aragón y Cataluña y de otras comarcas próximas como La Litera, el Somontano, el Cinca Medio, el Bajo Cinca, el Sobrarbe –cuyos fieles se sumaron el año pasado a la cita- o el Segrià ilerdense.
El grupo parroquial, las cofradías religiosas y el ayuntamiento de la localidad anfitriona fueron este año los organizadores del encuentro que en esta ocasión se convocó bajo el lema “Ahí tienes a tu madre…” en alusión a la protección que brinda la Virgen María a los creyentes.
Como en anteriores ediciones, los romeros fueron llegando desde primeras horas de la mañana hasta el punto de reunión, en la plaza Mayor, donde se expusieron las 43 imágenes de las advocaciones marianas que se dieron cita en esta jornada. Desde allí, las distintas delegaciones salieron a las 11.30 portando en andas a las Vírgenes presentes para iniciar una procesión por las calles grausinas y dirigirse a las instalaciones del Centro Deportivo donde se celebró una muy concurrida misa concelebrada por el obispo y los sacerdotes que acompañaron a los romeros de sus respectivas parroquias.
Finalizada la misa, se le hizo entrega al párroco de Pont de Suert de la bandera de la romería pasándole así el testigo a la villa ilerdense de la anfitriona de este encuentro mariano para el próximo año.
En estas cuarenta ediciones, la Romería de la Ribagorza se ha consolidado como uno de los encuentros religiosos más multitudinarios del espacio pirenaico y como una herramienta fundamental de hermanamiento con las gentes de las comarcas vecinas auspiciado por la común devoción a la Virgen.
