Las tendencias demográficas y la deriva derechista de la población israelí están provocando un creciente deseo de emigrar de la ciudadanía liberal
Noa ya no puede mirar a su país igual, ni siquiera a su barrio. «Una vez despiertas, no hay vuelta atrás», afirma esta periodista israelí que cuenta con ciudadanía española. «Nunca había pensado que me iba a ir de Israel, pero de repente, me ha caído la ficha y me he dado cuenta de que no es posible estar en un país que es ocupante, por mucho que una quiera obviarlo y sublimarlo», cuenta esta mujer en la cincuentena que se oculta tras un seudónimo. «No quiero que mi hijo crezca aquí, que crezca como israelí, que vaya al Ejército; la situación es tan cíclica e irresoluble que solo hay generación tras generación de jóvenes israelís educados en la ocupación y palestinos educados como seres ocupados», denuncia.