En lo que hasta hoy es el ataque más audaz, cruel y efectivo del yihadismo terrorista en Occidente desde el atentado contra las Torres Gemelas de Nueva York en 2001, ocho de sus guerrilleros atacaron objetivos en seis lugares de París a primera hora de la noche del jueves y dieron muerte a 126 ciudadanos.
La cifra podría aumentar porque hay muchos heridos en situación crítica entre los doscientos atendidos. En ausencia de toda reivindicación de la autoría, se adelanta la unánime opinión de que se trata de una operación a cargo del conocido como “Estado Islámico” (técnicamente “ Estado Islámico de Iraq y Levante árabe”), con capital en Raqqa (Siria), heredero final de las divisiones en al-Qaeda y cuyo “califa” es Abu Baqr al-Bagdadí desde junio de 2014.
La elección de Francia como escenario del impresionante ataque se atribuye al perfil alto asumido por el Gobierno de París tras los incidentes diversos, algunos graves y de naturaleza anti-judía y otros aparentemente obra de “lobos solitarios” que culminaron en enero pasado en el atentado contra la revista satírico-política “Charlie-Hebdo” (once muertos y una docena de heridos), que suscitó una conmoción social sin precedentes.
Francia y sus musulmanes
Francia, ex-potencia colonial en Túnez, Marruecos y, sobre todo, en Argelia, donde sostuvo y perdió una trágica guerra contra la resistencia nacional, es el país europeo con más población musulmana, con algo más de cinco millones de fieles, un ocho por ciento del total.
La inmensa mayoría está del todo adaptada y es parte de una sociedad poliédrica y de hecho multicultural, pero es un hecho que el relevo generacional, los estragos de la penuria económica, la facilidad de desplazamiento a zonas calientes del mundo islámico y el incesante y crudo debate en las redes sociales vía internet, han alterado el comportamiento standard de muchos jóvenes.
La incidencia de estos cambios en el escenario político-electoral está resultando determinante y una explícita denuncia de la situación, coloreada de un anti-islamismo explícito, explica, por ejemplo, el auge de la ultra-derecha del “Frente Nacional” que va a recoger de la tragedia de hoy un inesperado fruto adicional.
El perfil alto de Hollande
La administración socialista ha lidiado el problema con una doble conducta: la de la pedagogía política (los “valores republicanos”, que amparan todas las creencias en un estado rigurosamente laico e imparcial) y la acción preventiva. Los servicios de seguridad han crecido sin cesar y su cooperación con los países vecinos y los Estados Unidos es un ejemplo de actividad y de éxito. Es conocida la sintonía entre Obama y François Hollande.
Tanto es así que París está en vanguardia a la hora de defender una política pro-activa dispuesta a recurrir sin inhibiciones políticas a los medios militares. Esto explicaría, por ejemplo, su conducta con Egipto, vendiendo aviones de combate y dos grandes buques de desembarco al régimen militar y golpista del general al-Sisi, que derribó al legítimo gobierno islamista moderado en 2012.
Más recientemente, hace solo unos días, el gobierno hizo saber que su gran buque de combate, el portaviones “Charles de Gaulle”, la joya de la corona, zarparía en breve hacia el Mediterráneo oriental, es decir, la antesala del frente anti-Estado Islámico y sus “Mirage” están en primera línea de los bombardeos aéreos que también ejecutan los norteamericanos y, en menor medida, los británicos… y, desde hace seis semanas, los rusos, sobre objetivos limitados al suelo sirio.
El escenario interno
Esta línea parece disponer de fuerte respaldo en la opinión y, desde luego, la oposición (Sarkozy, en vías de reordenar las filas de la derecha con vistas a la presidencial de 2017) no la critica. Y tampoco es seguro que la tragedia de ayer se explique solo o principalmente como una represalia.
A este respecto será decisivo conocer, y eso ocurrirá en las próximas horas, si los ocho terroristas – siete de los cuales se suicidaron y el otro fue muerto por la policía – eran franceses o llegados de fuera para la ocasión. Si eran compatriotas, su adhesión a la brutalidad del Estado Islámico y su indiferencia por la matanza de más de un centenar de inocentes indicarán el arraigo de un grave problema nacional.
Es seguro, sin embargo, que la reacción social será de nuevo ejemplar y dejará corta la impresionante de enero en el marco del episodio “Charlie-Hebdo”. Es seguro que el Estado Islámico no acabará con las instituciones franceses y que ni siquiera podrá arraigarse en Francia u otro país europeo… pero sí lo es que la internacional yihadista de extracción occidental es un monumental problema, como acredita el caso de “Yihadi John”, el terrorista británico tal vez muerto ayer por un bombardeo norteamericano en Siria…
Elena Martí es periodista y analista política