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El antiguo jefe de la seguridad del Papa, implicado en la desaparición de una adolescente

El ex fiscal encargado del caso de la desaparición de la joven italiana Emmanuela Orlandi revela que Domenico Giani y su número dos al frente de la Gendarmería vaticana se ofrecieron a colaborar con la justicia italiana pero luego desaparecieron sin dar explicaciones.

Domenico Giani, el máximo responsable de la seguridad papal en las últimas dos décadas, pudo estar detrás de la trama que ocultó la desaparición, en 1983, de la adolescente Emanuela Orlandi, según ha denunciado Giancarlo Capaldo, ex fiscal italiano y encargado, en su momento, de investigar el caso para la justicia transalpina. El 22 de junio de 1983, Emanuela regresaba a casa tras una clase de flauta y fue vista por última vez en una parada de autobús en el centro de Roma.

En declaraciones a la revista italiana Oggi, Capaldo reveló cómo la Santa Sede designó a dos interlocutores para colaborar en el esclarecimiento de la desaparición y posible asesinato de Orlandi, hija de 15 años un funcionario del Vaticano cuya familia residía en la pequeña ciudad-estado. ¿Quiénes eran? Ni más ni menos que Domenico Giani, jefe de la Gendarmería vaticana, y su número dos, Costanzo Alessandrini, ambos cesados en 2019, tras la filtración de información sobre la investigación de las operaciones financieras e inmobiliarias de la Secretaría de Estado, que hoy mantiene en el banquillo, entre otros, al todopoderoso cardenal Angelo Becciu.

El magistrado mantuvo, durante 2012, varios encuentros con sus dos interlocutores, que se rompieron abruptamente, sin más explicaciones. “La relación con los interlocutores designados por el Vaticano se interrumpió y no hubo posibilidad de trabajar con ellos. Ignoro las causas de tan brusco parón”, explicó Capaldo.

A lo largo de las cuatro décadas desde que se produjo la desaparición de Orlandi, se ha implicado a la banca vaticana, a la mafia (el clan de la Magliana), a servicios secretos de varios países, e incluso a Alí Agca, el terrorista turco que trató de asesinar a Juan Pablo II en 1981. 

Lo cierto es que, de ser cierto el relato de Capaldo, la Santa Sede se negó a colaborar con la justicia italiana para la resolución del caso. Entonces, ¿por qué Roma intentó colaborar en 2012? Según la prensa italiana, para tapar otro escándalo, el de la sepultura de Renatino de Pedis, uno de los jefes de la Banda de la Magliana, en la basílica de San Apolinar. Una de las amantes del mafioso confesó que este le había asegurado ser quien ordenó el secuestro de Orlandi. La magistratura italiana acabó abriendo la sepultura de De Pedis, encontrando los restos de otra persona en una caja. Un análisis posterior determinó que éstos no eran los de Emanuella Orlandi.

Orlandi y Becciu, ¿dos casos unidos?

“Dos personas del Vaticano, que eran importantes en aquel tiempo, me pidieron la exhumación del cuerpo de De Pedis para sacar así de la basílica un cadáver demasiado incómodo”, reveló Capaldo. Tras no hallarse rastro de Orlandi, un nuevo fiscal de Roma tomó las riendas del caso, y acabó por cerrarlo en 2015, contra el criterio de la familia. Se trataba, ni más ni menos, que de Giusseppe Pignatone, que hoy ejerce como presidente del Tribunal del Estado de la Ciudad del Vaticano, el encargado de juzgar y, en su caso, condenar, a los implicados en el ‘caso Becciu’. Dos historias, la de Orlandi y la de los escándalos financieros de la Secretaría de Estado, que cada vez parecen más íntimamente ligadas.

Hace pocos meses, la Secretaría de Estado dio permiso para reabrir el caso y analizar los restos de varios cuerpos enterrados en el cementerio Teutónico de Roma, pero tampoco se halló resto alguno de Emanuela Orlandi. Su hermano Pietro asegura que “en el Vaticano todos saben lo que sucedió”.

El exfiscal Capaldo añade que “además de los familiares, no hubo interés en investigar” la desaparición de Orlandi. Desde entonces, la familia no ha dejado de instar al Vaticano a colaborar para esclarecer una verdad en la que se mezclan la mafia, el tráfico de drogas o, incluso, la prostitución de menores en el Vaticano. Cuarenta años después, el cuerpo de la adolescente sigue sin aparecer, pero su fantasma sigue paseándose por los pasillos más oscuros de la curia vaticana.

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