Cuando comenzaba la procesión litúrgica de la eucaristía, una brisa bastante fresca entraba por la Puerta de Campanillas. El público agolpado en la valla se había disuelto. La calma había llegado. Al interior del templo y a las calles que lo rodean. El entorno tomado horas antes por sevillanos y vecinos de municipios cercanos volvía a ser dominio de los turistas. Visitantes en grupos, en parejas o solos. También los hubo durante la procesión. Algunos junto a las vallas antipánico (y antiestéticas) y otros desde el balcón o la azotea. Como los que se encontraban en cierto hotel de la calle Alemanes con albornoz y pijama. Indumentaria guiri convertida ya en un clásico de este festivo.
A esa hora la voz del coro masculino que interpretaba varios motetes delante de la Virgen se mezclaba con el sonido de las campanas de la Giralda. Melodía de cada 15 de agosto acompasada por esos instantes de silencio en los que el tiempo de la ciudad parece detenerse. Segundos que sirven para fijar la mirada en los detalles de un cortejo que ha incluido este año, por última vez, a la actual corporación municipal. La próxima festividad de la Asunción tendrá otros rostros. Algunos antiguos y conocidos. Otros nuevos. Los sevillanos ya habrán acudido a las urnas. Por tal motivo, la jornada de ayer era más idónea para mostrar la cara más afable con la que convencer a futuros electores. Saludos constantes del alcalde y continua conversación del líder de la oposición con el público más cercano. Socialistas y populares empataron en número de concejales asistentes: el alcalde, Juan Espadas, Carmen Castreño, Juan Carlos Cabrera, Clara Macías y Miryam Díaz por parte del PSOE; y Beltrán Pérez, Rafael Belmonte, Evelia Rincón, Amidea Navarro y José Luis García por el PP. A la representación de la Diputación acudieron el alcalde de Camas, Rafael Recio; alcalde de San Juan de Aznalfarache, Fernando Zamora; y la diputada socialista Lidia Ferrera. A ellos se unió la delegada del Gobierno de la Junta en Sevilla, Esther Gil.
Acabado el pontifical, los políticos salían por la Puerta del Príncipe, bastante afeada estos meses con unos toldos blancos propios de calle comercial. Todo sea por cuidar a la gallina de los huevos de oro. El turismo. El alcalde destacaba allí las bajas e inusuales temperaturas de este 15 de agosto. Espadas se quedaba con las posas. Cuando tiene “a la que vela por la ciudad” frente a frente. Ese instante por el que vale la pena madrugar e interrumpir las vacaciones. La contundencia de su regia mirada. La certeza de una mañana en la que el centro de Sevilla abandona su disfraz de parque temático. Aunque sólo sea por unas horas. La verdad de lo efímero.