La jornada en que, anualmente, la Virgen de la Sierra, patrona de este municipio de la Subbética, regresa a la localidad de la que es alcaldesa perpetua para compartir un mes de estancia entre los suyos. Así lo manda la tradición, secular y arraigada en lo más profundo de la idiosincrasia local, y así sucedió en este caluroso miércoles.
Con los ecos del pregón que la noche anterior pronunció el padre José Antonio Tejero aún en la memoria, la mañana se desperezó con el repique de campañas que,desde todas las espadañas del municipio, con singular sincronía, anunciaba la inminente llegada de la Virgen en una tarde que se preveía intensa y cargada de sentimiento.
En torno a las 19:00, la Virgen alcanzó la Vía Verde, oficioso límite del casco urbano y donde cada año las andas plateadas se giran hacia el hospital Infanta Margarita.
Minutos después, la peregrinación acabó en la parroquia de San Francisco y San Rodrigo, donde tanto los romeros como la propia imagen aprovecharon ese intervalo de tiempo, entre la tarde y la noche, para engalanarse y preparar la entrada triunfal por los arcos de la antigua calle Baena, hoy avenida José Solís.
Entre fuegos artificiales, himnos oficiales y las coplas, los costaleros situaron el templete de plata justo bajo los arcos que la coronan. El alcalde de Cabra, Fernando Priego (PP), colocó a la imagen la vara de mando que le acompañará durante su estancia en el municipio algo más de un mes.
Con solemnidad, y a los sones de la Banda de Música de Cabra, dirigida por Miguel López, la patrona avanzó por la larga avenida, flanqueada por muchas personas mayores que, desde última hora de la tarde, hicieron guardia con sus sillas en las aceras para esperar el paso de la Virgen. Tras ella, decenas de carrozas engalanadas con flores de papel.
Al filo de la medianoche, el paso alcanzó la plaza Vieja, y antes de ascender por la calle Mayor hasta el templo de la Asunción y Ángeles.