La imagen de María Santísima de la Sierra regresó ayer a la Casita Blanca, a la que llegó pasadas las horas acompañada de centenares de fieles y devotos, que en algunos casos la esperaban desde bien temprano en los alrededores del santuario enclavado a 1.223 metros de altitud; y en otros, junto a ella en su caminar tras la misa de despedida que los congregó a las 6.00 horas en la iglesia de la Asunción y Angeles.
Una subida a la sierra egabrense para cuya ocasión la Virgen lució entre unas 700 varas de nardos de las huertas de Cabra, un manto de brocado valenciano en sedas de colores de tonos blancos y motivos vegetales, donado por un devoto de Zuheros en el 2011. En el camino, pedregoso y empinado, un año más volvieron a vivirse momentos y estampas emotivas, en parajes como el antiguo paso a nivel, Góngora, la Salve o la Viñuela. Todo ello tras cantársele la Salve de despedida en la barriada que lleva su nombre y donde a las puertas de la parroquia de San Francisco y San Rodrigo, el alcalde, Fernando Priego, le retiró la vara de mando que la acredita como alcaldesa perpetua de la ciudad.
La patrona regresó a las 11.00 horas al picacho, tras algo más de un mes en la ciudad. Un periodo que ha estado cargado de acontecimientos, muchos enmarcados en el Año Jubilar que la iglesia de la Asunción y Ángeles celebra por su 775 aniversario hasta octubre del próximo año.