El primer edil de Salamanca realiza la tradicional ofrenda floral a la patronal de la capital charra en el día de su festividad. Destaca su vocación de servicio durante estos años en pos del interés general y pide perdón a quienes ofendiera con sus palabras y cuando no acertara sus hechos, también para “quienes me han atacado o calumniado”. El obispo, Carlos López, alertó del “peligro de olvidar el sentido religioso y pensar que es un tiempo que no tiene mayor plenitud”
Es 8 de septiembre, día de la Virgen de la Vega, patrona de Salamanca. Como cada año, ha tenido lugar en la Catedral la tradicional misa, presidida por el obispo, Carlos López, durante la cual el alcalde, Alfonso Fernández Mañueco, ha realizado la tradicional ofrenda a la virgen.
Antes, desde el Ayuntamiento, la Corporación municipal (a excepción de los concejales de Ganemos, un año más), partió en comitiva al ritmo de los pasodobles de la Banda Municipal de Música y la gaita y tamboril de grupos charros. En un abarrotado templo esperaban cientos de fieles, también diversas autoridades locales, provinciales, autonómicas y nacionales.
Estaban los diputados nacionales del Partido Popular, José Antonio Bermúdez de Castro (secretario general del Grupo Parlamentario Popular); María Jesús Moro y Bienvenido de Arriba; también la senadora Esther del Brío, así como los procuradores autonómicos Salvador Cruz (PP) y David Castaño (Ciudadanos). Y la consejera de Cultura, Josefa García Cirac, un día después de anunciar que al final de la legislatura dejará la política y volverá a dar clase en la Universidad de Salamanca.
Junto a los políticos, dirigentes de instituciones y colectivos sociales como el presidente de la Cámara de Comercio e Industria de Salamanca, Benjamín Crespo; el presidente de la Confederación Empresarios de Salamanca, José Vicente Martín; y el presidente de la Central Sindical Independiente de Funcionarios (CSIF), Federico Martín, entre otros.
Tras los habituales líos de colocación de autoridades, sobre todo en el banco de los anteriores pregoneros y miembros del equipo rectoral de la Universidad de Salamanca, protagonista este año por su ochocientos aniversario, y después de que se sentaran los tardones de última hora, que siempre los hay, comenzó la eucaristía.
El obispo alertó del “peligro de olvidar el sentido religioso y pensar que es un tiempo que no tiene mayor plenitud, porque descuidamos el encuentro con la familia, con la comunidad de fe, con la práctica de las obras de misericordia”. Todo ello frente a lo que denominó la moda de la secularización, pasando los domingos haciendo deportes, en el campo o cualquier otra actividad de ocio sin cumplir con la asistencia al templo. Sobre abogó por acercarse a los jóvenes, “para que puedan decirnos con libertad que dificultades encuentran para vivir en el recinto de la iglesia y cómo debemos abrirle las puertas de nuestras comunidades”.
Por su parte, el alcalde, tras reiterar que es su última ofrenda floral como primer edil de la capital charra y dar gracias a la Virgen por su ayuda, “tu luz me ha acompañado en este camino”, destacó que se ha empeñado en “ayudar a nuestros prójimos, a mejorar su vida gracias a la política. Me he guiado siempre en vocación de servicio público primando el interés general, y pido perdón por si alguien se sintió agraviado por mis palabras, por todas las veces que no fueran acertadas las decisiones, y perdón para quienes me han atacado o calumniado”. Fue una intervención breve de agradecimiento y de promesa de seguir mirando por los intereses de los salmantinos en sus próximos cometidos (ya sea como presidente de la Junta de Castilla y León a partir de 2019 o no).