Curiosa forma «laica» de situar las instituciones políticas y civiles de este alcalde socialista, no hará el «voto» a la Inmaculada, pero asistirá a cuatro procesiones, dos en Semana Santa, Corpus Christi y Santa Eulalia. Se sigue confundiendo la función institucional del Ayuntamiento, se sigue privilegiando una opción particular y haciendo política con la religión.
El alcalde socialista de Mérida, Antonio Rodríguez Osuna, va a reducir al mínimo la presencia oficial de la Corporación en los actos religiosos, limitándola a cuatro o cinco procesiones a las que son invitados y se consideran de cierto carácter institucional o tienen valor porque “impulsan el turismo y el comercio”, explica a eldiarioex.
De acuerdo con la junta de cofradías de Semana Santa acudirá a dos procesiones esos días, el Vía Crucis que sale de la concatedral y acaba de madrugada con presencia de turistas en el Anfiteatro Romano de la ciudad, otra por determinar, más el Corpus Christi y la procesión de la patrona, Santa Eulalia en diciembre.
“Ya está bien de apropiarse de los símbolos religiosos y de hacer política con ellos”, razona el alcalde de la capital autonómica extremeña, nacido en la ciudad hace 40 años, que se declara cristiano “comprometido” –es miembro de una cofradía de Semana Santa y frecuenta la misa-, pero que precisamente desde ese punto de vista, y desde el sentido “moral”, pide que se deje de utilizar a la Iglesia, “a la fe”, como “arma política”.
En especial “la derecha española y emeritense, que se han querido apropiar de esos símbolos igual que se han querido adueñar de la bandera española”.
Osuna reclama situar a las instituciones políticas y civiles “de una manera laica”.
Hasta ahora no había procesión de Semana Santa en Mérida que no contara con algún concejal invitados por las cofradías, y lo mismo pasaba en otras celebraciones religiosas, pero el actual equipo de gobierno socialista (en minoría con 11 de 25 concejales) va a regularizar la cuestión.
La idea, de acuerdo con la junta de cofradías y autoridades locales de la Iglesia, es que el alcalde y otros concejales estén presentes solo en las cuatro o cinco procesiones más señaladas –“igual que nos invitan y acudo a celebraciones de la Guardia Civil y otras entidades”- y a partir de ahí “el que quiera ir que vaya pero a título particular, sin representar al Ayuntamiento”.
La primera ausencia
Para esta nueva regla la primera decisión de Rodríguez Osuna es cortar con un acto tradicional, pero que ha tenido varias interrupciones históricas, como es la renovación del voto que la Corporación Municipal de Mérida hizo en el siglo XVII a favor del dogma de la Inmaculada Concepción.
Ha habido períodos históricos en los que esa tradición se ha interrumpido, como recientemente fue durante la Guerra Civil o en la Transición a la democracia; la tradición fue recuperada en 1983 por otro alcalde socialista, Antonio Vélez, que un año antes había impulsado por otro lado la reedición de los carnavales.
Desde entonces, 1983, una comitiva municipal presidida por el alcalde, y encabezada por maceros y policías locales en uniforme de gala, se desplazaba desde el Ayuntamiento al convento de las concepcionistas para en su iglesia renovar públicamente ese voto por parte de los representantes del pueblo de Mérida; el convento cerró en 2009.
El acto había languidecido en los últimos años, no se celebraba como tal sino solo la mención dentro de una misa, y al parecer tampoco la Iglesia local era ya partidaria de la presencia de políticos con ese motivo.
Una solución, la de cortar con la costumbre, con la que no está de acuerdo el ex alcalde también socialista Vélez (1981-1995) según ha expuesto en un artículo publicado ayer en este diario.