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El ABC de la revolución (en las aulas)

Frente a la educación laica de las escuelas públicas de Al-Assad, el Ejercito Sirio Libre propugna una enseñanza basada en el Corán y utiliza los escritos sagrados de Mahoma para educar a las niñas y niños.

Al tocar la puerta de la escuela de Al-Mashara nos abre un orondo hombre armado con un kalashnikov. Nada hace pensar que detrás de unas gruesas paredes de piedra y una pesada puerta de metal pueda haber una escuela. Sin embargo, al pasar el tenebroso pasillo se abre un espacio en el que los juguetes están esparcidos por el suelo en una suerte de patio de recreo improvisado.

Un muchacho asoma la cara por una ventana, desaparece y en pocos segundos el patio se llena de menores alborotados. Detrás de ellos la profesora se abalanza intentando poner un poco de orden en estos alumnos sorprendidos por la visita de un extranjero. «Siento mucho este alboroto, pero son niños, qué le vamos a hacer» , se disculpa el profesor Abu Ysmael mientras me estrecha la mano. «Aquí la mayoría de los profesores somos ahora mismo voluntarios, no cobramos ni una libra. Antes éramos profesionales y cobrábamos 150 dólares al mes. Ahora no cobramos nada. Sin embargo estamos convencidos de la importancia de la educación, incluso en estas condiciones tan difíciles que nos está tocando vivir. La enseñanza no puede parar nunca, ni siquiera en época de guerra» añade el profesor.

Me invita a visitar una clase. Niñas y niños de edades diferentes se sientan apretujados en pupitres de madera. «No hacemos distinción de sexo en esta escuela, ya que es solo para niños pequeños», dice Abu Ysmael. «Solo les enseñamos lo básico: leer, escribir, sumar, restar y ese tipo de cosas esenciales para la vida», concreta el director del colegio Mohammed.

Por su cuenta

Sin apenas recursos, los profesores decidieron abrir el colegio por su cuenta. Con las instalaciones seriamente dañadas, los mismos educadores tuvieron que ingeniárselas para arreglar las ventanas, instalar calefacciones que funcionan con gasolina y traer material escolar para los pupilos.

«El trabajo fue duro pero pudimos hacer que tres clases funcionen. Aunque tenemos que mezclar niños de diferente edad porque no a todas las clases llega la calefacción», explica la profesora Mahmuna, que muestra una clase destrozada.

Al preguntarles por qué están así la mayoría de las aulas, todos coinciden en la misma narración. «La artillería del Ejército de Al-Assad lanzó aquí varios proyectiles, ya que el ESL se refugió aquí durante un tiempo gracias a que tiene un patio interior grande a cielo abierto y con fuertes paredes de piedra, así podían disparar morteros desde una posición segura», resume Abu Ysmael.

Ninguno de ellos combatió en el ESL y se refugiaron en los campamentos de refugiados del norte del país, en el pueblo de Azzaz, cerca de la frontera con Turquía. «Allí también estuve dando clases a los niños refugiados, pero llegó un momento en el que supimos que la gente estaba volviendo, ya que los combates no eran tan intensos como antes», señala Mahmuna, mientras logra que los niños que salían alborotados ante la llegada del extranjero vuelvan ordenadamente a clase

Visito una segunda clase. Huele a tubo de escape. «Los niños necesitan más calor que los mayores. Intentamos mantenerlos calientes mientras estudian, pero no podemos permitirnos buen combustible para la calefacción. Pagamos por un combustible barato, nadie nos regala nada», aclara Mahmuna.

Versos del Corán

Al entrar en la tercera clase en funcionamiento, la profesora se tapa la cara ante la inesperada llegada de un extranjero. Avergonzada por haber mostrado por unos segundos su cara, pide perdón. Les dice algo a los alumnos y enseguida empiezan a recitar los primeros versos del Corán, aquellos que inician la ceremonia del rezo musulmán para el visitante foráneo.

La profesora no quiere hacer declaraciones y se limita a poner orden entre los alumnos. «No tenemos libros de texto y el Ejército Libre Sirio nos ha regalado un Corán especial para niños para que aprendan todo», señala Abu Yussef mientras me muestra el libro sagrado ilustrado. «Así aprenden todo, a leer, escribir, sumar, restar, multiplicar, todo. Todo eso se puede aprender con el Corán, también historia, filosofía, biología y medicina. Es el libro sagrado y mientras los niños se divierten estudiando. la palabra de Alá les es inculcada. Así se convierten en buenos musulmanes desde pequeñitos», añade el director.

Como despedida a mi visita la profesora grita Allahu Akhbar (Dios es el más grande) y los alumnos me muestran lo aprendido con el libro sagrado de los musulmanes, recitándome de memoria una shura (versículo).

«Ahora la educación es mucho mejor. Hay colegios laicos en Alepo, pero son ilegales y no tienen el visto bueno del ESL. Nosotros tenemos su protección por si pasa algo. Nos han puesto un hombre armado para cuidar de los niños», explica un profesor que se hace llamar Areef. «Antes, en la época de al-Assad, la educación no tenía en cuenta la palabra de Dios. Todos los sirios están contentos con este modelo educativo», insiste Areef, quien matiza que «no es una escuela coránica pero utilizamos el libro sagrado para todo y los niños deben aprenderlo de memoria. Ya tenemos 150 alumnos», concluye ufano.

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