1492 – En Granada (España), los Reyes Católicos promulgan un edicto con fecha límite 31 de julio, mediante el cual se obliga a los judíos a convertirse o a marcharse del Reino en un plazo máximo de cuatro meses. Esta decisión coge por sorpresa a la comunidad sefardí, cuya historia se remonta quince siglos atrás. Miles de ellos abandonarán sus casas llevando consigo la llave de su hogar con la esperanza de volver algún día. Los que se queden deberán optar entre el bautismo o la muerte y padecerán la implacable persecución de la Inquisición, creada en 1480 contra los conversos que continuan practicando su religión. Si resultan condenados, sus propiedades son confiscadas. Muchos de estos conversos se marcharán de la península ibérica para establecerse en Ámsterdam o el Nuevo Mundo, donde volverán a retomar sus raíces judías.
382 – El emperador Teodosio impone la pena de muerte a los maniqueos.
Maniqueísmo es el nombre que recibe la religión universalista fundada por el sabio persa Mani (o Manes) (c. 215-276), quien decía ser el último de los profetas enviados por Dios a la humanidad. El maniqueísmo se concibe desde sus orígenes como la fe definitiva, por cuanto pretende completar e invalidar a todas las demás. Al rivalizar en este sentido con otras religiones, como el zoroastrismo, el budismo, el cristianismoy el islam, de sus contactos con ellas se derivaron numerosos fenómenos de fusión doctrinal. La definición teológica del maniqueísmo ha dividido a la crítica. Mientras que, para algunos eruditos, el fenómeno maniqueo no es reductible a una concepción dualista de la divinidad y el cosmos, ni es definible como gnosticismo, para otros muchos estudiosos es esencialmente gnóstico y dualista. (Wikipedia)