Una de las Leyes más importantes en la Historia contra la discriminación fue la Ley de Derechos Civiles o Civil Rights Act, promulgada el 2 de julio de 1964. Es una Ley con un carácter civil, pero también laboral, que prohibió taxativamente la segregación racial, instituida después de la emancipación de los esclavos.
Desde el punto de vista civil, la Ley establecía una normativa de obligado cumplimiento en todos los Estados para la inscripción de votantes con el fin de garantizar el derecho al sufragio, poniendo freno a todo tipo de trabas, triquiñuelas legales, arbitrariedades, en fin, que impedían que los afroamericanos pudieran inscribirse y votar. Siguiendo en lo civil, la Ley obligó a terminar con la discriminación y segregación en todo tipo de establecimientos o servicios de acceso público, fuera quien fuera el propietario de los mismos. En caso de producirse la discriminación o segregación el hecho constituía un delito. En la educación pública no se podía segregar a los alumnos, y la Administración tenía que velar para que las diferencias étnicas impidiesen la escolarización debida y la oportunidad de poder educarse.
En material laboral, la Civil Rights Act puso fin a la discriminación en los empleos y las contrataciones por cualquier motivo étnico, religioso, de sexo u origen nacional. Para velar sobre esta cuestión se creó la Comisión para la Igualdad de Oportunidades en el Empleo o EOCC, una agencia federal que se encargaría de investigar las denuncias presentadas por discriminación laboral.
La Historia de la elaboración y aprobación de esta Ley refleja el intensísimo debate que en la política y la opinión pública se produjeron en la primera mitad de la década de los sesenta en relación con los derechos civiles en Estados Unidos.
Kennedy anunció en su discurso de los derechos civiles del 11 de junio de 1963 que había que aprobar una legislación que permitiera a todos los norteamericanos poder acceder en plano de igualdad a todos los servicios públicos. Pero una cosa era emprender esta reforma y otra muy distinta poder sacarla en el Senado. Los demócratas del sur no estaban en la línea progresista del presidente, y en el Senado se frenó el proyecto.
En noviembre de 1963 era asesinado Kennedy, accediendo a la presidencia Lyndon B. Johnson, miembro sureño del Partido. Pero Johnson comenzó a destacarse por una intensa preocupación social y en pro de los derechos civiles, y anunció que la aprobación de la Ley que había presentado Kennedy sería su primer objetivo. Y comenzó una batalla política arriesgada porque el Partido Demócrata se dividió claramente. Los senadores del Sur ejercieron su presión y emplearon tácticas conocidas como de filibusterismo en el Senado, para bloquear la discusión parlamentaria. Estas prácticas consistían en realizar verdaderos maratones de discursos, y que duraron 83 días, pero Johnson no se amilanó, aunque estos conflictos internos podían comprometer su elección. En todo caso, Johnson terminó venciendo no sólo en el Senado, sino también luego en las urnas, en una de las victorias electorales más impresionantes de toda la Historia de los Estados Unidos.
La Ley, por fin, fue promulgada el 2 de julio de 1964, aunque hubo que ir creando poderes y garantías para que se fuera cumpliendo a lo largo del tiempo. La Ley supuso un cambio radical en la vida de los norteamericanos porque nunca más se pudo segregar y discriminar empleando las leyes a la población afroamericana, aunque, sin lugar dudas, no terminó, como bien sabemos, con el racismo.