Recuerda que los demócratas y Clinton proponen derogar la Enmienda Hyde (que actualmente impide que el dinero federal financie a la patronal del aborto en EEUU).
Ni Donald Trump ni Hillary Clinton están gustando al electorado católico, y mucho menos a los obispos. Otra cosa es que al analizar los programas republicano y demócrata se vean claras diferencias respecto a la defensa de la vida y la libertad religiosa.
El arzobispo Samuel Aquila de Denver (Colorado, EEUU) (en la imagen) ha escrito una detallada columna acerca de las elecciones presidenciales. Él recuerda que también en estas elecciones, aunque ningún candidato, dice, es de su agrado, la defensa de la vida y la libertad religiosa siguen siendo los temas esenciales para un cristiano.
A este respecto, señala que el actual programa del Partido Demócrata es agresivamente abortista con dos propuestas muy concretas que costarán miles o millones de vidas y enriquecerán a la patronal del aborto. Los demócratas proponen derogar la Enmienda Hyde (que actualmente impide que millones de dólares de dinero federal financien a la patronal del aborto en EEUU) y derogar la enmienda Helms (que impide que Estados Unidos financie a la patronal del aborto en el extranjero), recoge Religión en Libertad.
“El derecho a la vida es el más importante y fundamental derecho ya que la vida es necesaria para cualquier otro derecho o asunto. Hay otros temas que pueden ser debatidos legítimamente entre los cristianos -como cuáles políticas son las más efectivas en el cuidado de los pobres- pero cada seguidor de Cristo debe oponerse en todo momento a la muerte directa infligida a un ser humano inocente“, recuerda.
Aquila no es un obispo cualquiera cuando habla del aborto: es -que se sepa- el único obispo que ha participado en un aborto: asistió a este práctica siendo un joven enfermero. Sabe de qué habla porque lo ha visto y ha estado allí.
“Yo sostenía una vasija mientras el doctor retiraba un bracito, una piernita, y luego el resto del cuerpo destrozado de un pequeño niño no nacido”, escribió hace pocos años en otra carta pastoral que recogió también ReL.
“Yo fui testigo de la muerte de dos pequeñas personas que nunca tuvieron la oportunidad de respirar. Eso no lo podré olvidar jamás. Y desde entonces nunca he sido el mismo. Mi fe era débil en aquel momento. Pero supe por la razón, y por lo que vi, que una vida humana había sido destruida. Me convertí en provida y eventualmente regresé a mi fe”, escribió en esa carta.
Con ese convencimiento, asegura ahora en 2016: “La salud de nuestra nación depende del profundo respeto por la vida humana desde la concepción hasta su muerte natural y el futuro de nuestra sociedad depende de cuánto protejamos nosotros este derecho. Si no lo hacemos, eventualmente tomaremos el camino de Roma, Grecia y otras grandes civilizaciones que crecieron y luego cayeron”.
También la libertad religiosa va ligada a este vaticino: por ejemplo, Aquila explica cómo descubrió con sorpresa, cenando con católicos cultos e informados, que no sabían nada de la persecución que la administración Obama mantiene desde hace años para obligar a las Hermanitas de los Pobres a pagar prácticas abortivas y anticonceptivas.