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[EEUU] «El aborto es un acto sanitario. Es así de sencillo». Sindicato de enfermeras NNU condena la decisión revocatoria del Tribunal Supremo

El sindicato de enfermeras NNU condena la anulación del derecho constitucional al aborto por parte del Tribunal Supremo

Las enfermeras del sindicato consideran que el aborto es un servicio básico de atención sanitaria y, como sindicato de trabajadores sanitarios dedicado a los mejores intereses de sus pacientes, el NNU (National Nurses United) se opone a cualquier intento de restringir el control y las opciones de sus pacientes sobre su propia atención sanitaria y su propio cuerpo. Los principios básicos de la atención médica ética establecen que los pacientes deben disponer de autonomía, autodeterminación y dignidad sobre sus cuerpos, sus vidas y la atención sanitaria que reciben. El hecho de aislar esta excepción, la del derecho a la interrupción del embarazo, que sólo se aplica a las personas con capacidad reproductiva, no sólo es una mala política sanitaria, sino que es inmoral, discriminatoria, misógina, violenta, inaceptable y viola la ética de la enfermería que las enfermeras nos comprometemos a defender.

La revocación por parte del Tribunal Supremo de la decisión Roe versus Wade de 1973, ahora en el caso Dobbs versus Jackson Women’s Health Organization, es un ataque vergonzoso y peligroso contra las mujeres, las personas en edad fértil y las familias a gran escala. [Véase el artículo «El derecho al aborto en la cuerda floja«, de Sharon Smith]  Esta decisión forma parte de un esfuerzo coordinado de la derecha para deshacer los derechos humanos y civiles que tanto costó conseguir en Estados Unidos, y para controlar a las mujeres trabajadoras quitándoles su poder y su autonomía corporal. Esta decisión va en contra de las creencias y los valores de la gran mayoría de la población de Estados Unidos y es un ataque a la propia democracia.

«El aborto es un acto sanitario. Es así de sencillo», dijo Jean Ross, enfermera y presidenta de National Nurses United. «Es indignante y totalmente inaceptable calificar de ilegal este servicio sanitario que sólo necesitan las personas susceptibles de quedarse embarazadas. Las enfermeras tenemos el deber de defender siempre a nuestros pacientes, y eso es exactamente lo que seguiremos haciendo: luchar por el derecho de nuestros pacientes a tomar sus propias decisiones sanitarias y a controlar su propio cuerpo. No nos detendremos hasta que se restablezca este derecho para todos».

En nuestra calidad de enfermeras, sabemos que la anulación del caso Roe v. Wade tendrá efectos devastadores en el acceso más básico de nuestras pacientes a la salud, la seguridad y el bienestar. En los más de 20 estados que ya han aprobado leyes o enmiendas constitucionales, el aborto será prohibido inmediatamente. Sin embargo, en tanto que personal de la salud, sabemos por experiencia que los abortos no dejarán de practicarse. Seguirán en la clandestinidad porque son una necesidad médica vital, un servicio sanitario básico.

Los abortos serán simplemente más caros, de más difícil acceso y, en muchos casos, inseguros. Quienes tengan dinero y recursos podrán seguir abortando de forma segura, pero otros no. Las que no pueden encontrar espacios seguros y clínicos para obtener servicios de aborto recurrirán a métodos caseros. Como dijo una de nuestras enfermeras, «muchas personas morirán inútilmente».

Este rechazo de brindar atención sanitaria perjudicará sobre todo a las personas con bajos ingresos y a las que ya sufren la falta de atención de salud y la innsuficiencia de la misma, como las mujeres negras, latinas e inmigrantes, y agravará las desigualdades existentes. Para nosotras, la anulación de la enmienda Roe es sólo el primer paso: anular un derecho sanitario de casi medio siglo de antigüedad abre la puerta a la Corte Suprema extremista y a la derecha autoritaria para que ataquen muchas otras libertades que muchos dan por sentadas, como el derecho a la anticoncepción, el matrimonio interracial y los derechos LGBTQ+. Estos ataques a los derechos humanos básicos perjudican a todos los trabajadores.

Como sindicato que representa a una profesión predominantemente femenina y que ha sido un implacable defensor de la justicia de género y de la atención sanitaria, somos muy conscientes de cómo los derechos reproductivos y la justicia están inextricablemente ligados a nuestras carreras y vidas profesionales. La justicia en materia de salud reproductiva -que está vinculada a la justicia económica, racial y de género- es una prioridad para las enfermeras y debe serlo para todos los trabajadores. Los ataques organizados contra el derecho al aborto, la toma de decisiones en materia de reproducción, el acceso a la atención médica y la autonomía corporal forman parte de un programa político antisocial, antidemocrático, sexista y racista.

«La responsabilidad de revertir el impacto de esta horrible decisión del Tribunal Supremo recae directamente en el Congreso de los Estados Unidos», dijo Bonnie Castillo, directora ejecutiva del NNU. «Existe una mayoría tanto en la Cámara de Representantes como en el Senado para codificar las protecciones de Roe v. Wade, pero el Senado tendrá que eliminar el bloqueo parlamentario para permitir una votación. Los senadores que dicen querer proteger el derecho de las mujeres a controlar su propio cuerpo deben estar dispuestos a cambiar el reglamento del Senado para que se pueda votar sobre esta cuestión crucial. Los senadores se enfrentan a una dura elección: mantener la antidemocrática y arcaica regla del bloqueo del Senado o proteger el derecho de las mujeres a decidir. Ahora es el momento de tomar partido por las mujeres y por la justicia en materia de salud reproductiva».

La justicia reproductiva es esencial para cualquier democracia en la que las trabajadoras puedan tener una voz real en sus lugares de trabajo y en sus comunidades. Para poder tener voz en el trabajo, mantener a nuestras familias y defendernos políticamente, debemos tener el derecho humano de conservar nuestra autonomía corporal para decidir si queremos tener hijos y cuándo, y criarlos en comunidades seguras y sanas. Como dijo Rebecca Goldfader, una de nuestros miembros y activista de la justicia reproductiva desde hace mucho tiempo, «la capacidad de elegir y ser dueñas de nuestra capacidad reproductiva es la base de una sociedad libre».

Las enfermeras y otros trabajadores de la salud defienden incansablemente a sus pacientes y han conseguido, a través de la acción colectiva, coeficientes de personal seguros, protecciones contra el Covid-19 y otras innumerables mejoras del sistema sanitario. Sin embargo, todos estos logros están en peligro a medida que la derecha autoritaria invade nuestras libertades más básicas.

Las enfermeras no tolerarán estas agresiones. Seguiremos actuando en solidaridad con nuestros colegas, nuestros pacientes y nuestras comunidades para defender los derechos humanos por los que los trabajadores han luchado y ha conquistado durante siglos de lucha en Estados Unidos. Y seguiremos sin tregua nuestra lucha por la justicia social, política y económica, trabajando colectivamente, participando en nuestras elecciones locales y nacionales, y sin cejar nunca en nuestra lucha en los lugares de trabajo para crear un sistema sanitario igualitario y de alta calidad.

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