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EEUU da alas a la ofensiva contra el aborto y lanza un “mensaje peligroso” al mundo democrático

Una percha. El utensilio se ha convertido en un símbolo internacional: el de la despenalización del aborto. Su silueta es también una advertencia sobre las consecuencias del aborto clandestino. “Había muchas mujeres aterrorizadas que usaban perchas y cuchillos, o que se tiraban por las escaleras”. Son palabras de la feminista Gloria Steinem en el documental Caso Roe: el aborto de los EEUU. Una pieza estrenada hace cuatro años, pero que cobra hoy especial relevancia. El mundo contiene la respiración mientras observa en una dirección: el gigante estadounidense. La Corte Suprema ha confeccionado un borrador, filtrado esta semana, que pone en jaque los derechos reproductivos batallados por las mujeres y cuya aprobación supondría una regresión en lo que es la piedra angular de la lucha por la igualdad.

El borrador, cuya filtración está siendo objeto de investigación al otro lado del charco, contiene la que podría ser la decisión que los jueces tomen en junio de este año sobre el derecho al aborto en Estados Unidos. La dirección que podrían tomar los tribunales ha puesto en alerta a las mujeres. La propuesta filtrada carga contra el histórico fallo que blindó a nivel federal el derecho al aborto, el conocido como el caso Roe contra Wade, en referencia a las dos partes enfrentadas. El juicio que dio lugar a la paradigmática decisión se celebró hace casi cinco décadas y cambió la vida de millones de mujeres, consagrando el aborto como un derecho constitucional.

Ahora, el Supremo debe dar respuesta a un recurso presentado por el Estado de Misisipi, después de que varios tribunales rechazasen leyes altamente restrictivas con el aborto. Esa posible respuesta, según el borrador filtrado y publicado por el diario Político, dilapida la sentencia de 1973: “Estaba claramente mal desde su inicio. Su razonamiento era excepcionalmente débil y la decisión ha tenido consecuencias dañinas“. Si la decisión que los magistrados tomen en junio ratifica los términos conocidos en el borrador, los estados tendrán la capacidad de mermar la interrupción voluntaria del embarazo sin más limitación que su propio criterio.

Hasta ahora, la ausencia de una legislación federal específica quedaba suplida por la jurisprudencia, que permite a las mujeres interrumpir su embarazo en los dos primeros trimestres y solo da vía libre a una prohibición estatal a partir del tercero. El presidente estadounidense, Joe Biden, ha expresado su preocupación al respecto y ha llamado a la Cámara de Representantes para “aprobar legislación que codifique” los principios consolidados en la sentencia Roe contra Wade.

Maribel Tellado, responsable de Campañas de Amnistía Internacional, cree que el escenario que puede abrirse en suelo estadounidense llevará a una “vulneración atroz de los derechos de las mujeres y niñas, con gravísimas consecuencias“. Pero existe además un componente aleccionador: los movimientos que dé Estados Unidos marcan el camino para muchos otros. No es un país cualquiera, es una potencia mundial quien está diciendo que el aborto no es un derecho. “Lanza un mensaje peligroso a otros países del mundo que están intentando retroceder en igualdad”, señala Tellado.

Neil Datta, secretario del Foro Parlamentario Europeo sobre Derechos Sexuales y Reproductivos (EPF), pone el acento en el eco que tienen las decisiones tomadas desde el gigante estadounidense. Cree que la “posible revocación del derecho al aborto en EEUU” no refleja un auge de tendencias antiabortistas, pues los estadounidenses “están cada vez más a favor del derecho a decidir”. A lo que asistimos completa Datta, es al resultado de una estrategia más compleja que escenifica la voluntad de “socavar el sistema legal y judicial estadounidense” por parte de un conjunto de “organizaciones de la derecha cristiana y antiderechos”. Tumbar derechos a golpe de tribunales. Algo que, alerta el secretario de EPF, está bien presente también en Europa. 

Peligroso precedente

Bajo un pretexto afianzado, proteger la vida del nonato, los grupos antiabortistas avanzan con un propósito: erosionar los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres. La piedra angular en la carrera hacia la igualdad. “Anular la capacidad de decidir de las mujeres, controlar su cuerpo implica asignarles un rol subordinado y que se ajusten al papel de madre”, expresa Tellado. “El hecho de que una mujer no tenga control sobre su propio cuerpo significa que no va a ser libre, afecta a todo el conjunto de derechos humanos”.

Cuando el Supremo de EEUU anuncie su decisión en junio, “millones de mujeres y niñas podrían verse privadas de su derecho” a la interrupción voluntaria del embarazo, añade Datta. Un panorama que dará aliento a las “organizaciones antigénero de toda Europa” para impulsar “restricciones al aborto utilizando el modelo de Estados Unidos”. La legislación en torno al aborto, advierte el secretario de EPF, no es tan “sólida como imaginamos”. Así lo muestra el informe Atlas de la política sobre el aborto, publicada por la entidad el año pasado. Según el estudio, en dieciséis países el aborto sigue considerándose un delito y está encajado en el código penal nacional. En otros diecinueve se “obliga a las mujeres a soportar requisitos médicamente innecesarios antes de acceder” al servicio de interrupción del embarazo. 

Las secuelas de los abortos clandestinos

La Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que todos los años tienen lugar 25 millones de abortos inseguros. Estos son, según la organización, la tercera causa más habitual de muerte materna del mundo y generan cinco millones de discapacidades, en gran medida evitables. De acuerdo el último informe sobre el estado de la población mundial del Fondo de Población de Naciones Unidas (UNFPA), que también recoge datos de la OMS, el 45% de todos los abortos se realizan en condiciones de riesgo. En todo el mundo, señala el análisis, cerca de siete millones de mujeres al año son hospitalizadas como consecuencia del aborto en condiciones de riesgo.

“La experiencia en contextos en los que el aborto no está permitido o su acceso está limitado, es que el número de abortos no disminuye, sino que se transforman en clandestinos y por tanto inseguros, o en maternidades indeseadas”. Habla la abogada Estefanny Molina, miembro de Women’s Link Worldwide. Ocurre, además, que son las mujeres más vulnerables las que sufren de manera abrumadora las consecuencias de mermar el derecho al aborto: las mujeres migrantes y las pobres, cita Molina. En EEUU es evidente: solo las que cuenten con mayor poder adquisitivo y mejores recursos podrán moverse hacia estados más permisivos para poder ejercer su derecho. Tellado coincide en el diagnóstico: regresiones como la que podría producirse en suelo estadounidense están marcadas por sesgos “racistas y clasistas”. 

Pero no solo el retroceso en el acceso al aborto pone en alerta a las mujeres: también los profesionales de la salud temen lo que vendrá. En Alabama, por ejemplo, aguarda en calma tensa un proyecto de ley que entraría en vigor en caso de que se confirme el borrador de la Corte Suprema y que impondría penas de cadena perpetua sobre el personal médico. En Estados Unidos, ocho personas han muerto desde 1993 en atentados perpetrados por grupos ultra antiabortistas. El último, el doctor George Tiller, fue asesinado a tiros en 2009.

El movimiento feminista en la vanguardia

La amenaza que se cierne al otro lado del charco, pero también en países como Polonia, sirve de recordatorio: “El movimiento feminista global siempre está dispuesto a seguir trabajando y no rendirse”, apunta Molina, precisamente porque reconoce que los derechos conquistados son susceptibles de esfumarse. La abogada propone una mirada “hacia el sur global” y las recientes victorias en países como ColombiaArgentina y Chile. Pero también en Corea del Sur y Tailandia. Son más, asiente, las muestras de evolución que las de regresión. “El movimiento feminista en estos países marca una hoja de ruta para las activistas estadounidenses”, remacha. 

Tellado cree igualmente que la “movilización ciudadana tiene un papel fundamental” y así lo ha demostrado, especialmente en América Latina, donde el “movimiento feminista ha ido modificando leyes y dando ejemplo, con mucho esfuerzo, arriesgando su vida y su dignidad“. Este mismo viernes, cientos de personas se han concentrado a las puertas del Supremo de EEUU, el germen de una movilización que podría estallar en junio, según el sentido que tome la decisión de los magistrados.

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