En octubre, por única vez, se harán las jornadas de Educación Sexual Integral en escuelas públicas. Paradojas de un sistema donde es obligatorio estudiar religión pero no se aplica una ley nacional.
La Ley de Educación Sexual Integral se votó en el año 2006, cuando Néstor Kirchner era el presidente de la Nación. Luego de 10 años, varias provincias siguen sin implementarla y la ley sigue quedando, allí donde supuestamente se aplica, a merced de la voluntad de cada docente. La situación es más acuciante en Salta ya que es, junto con Tucumán y Catamarca, una de las 3 provincias donde la educación religiosa es obligatoria.
La Ley sostiene que “la comunidad educativa incluirá en el proceso de elaboración de su proyecto institucional, la adaptación de las propuestas a su realidad sociocultural”, y en la provincia eso se extiende a la identidad provincial donde la Iglesia católica es un pilar de gobernabilidad, gobierne quien gobierne, del PJ o el Partido Renovador.
Mientras en las escuelas públicas y privadas durante los 7 años de la primaria cada alumno “goza” de dos horas de religión a cargo de profesoras que en su mayoría son catequistas, los contenidos de educación sexual quedan invisibilizados, o directamente anulados. Y en el nivel medio, la propuesta del gobierno para este año consiste en repetir la jornada que ya se hizo en el 2015, para la cual capacita a ciertos docentes por escuela, para que ellos luego reproduzcan el taller.
Resistencia a la implementación de la Educación Sexual Integral
Durante un recreo en un colegio comercial de la capital salteña, docentes charlan sobre los alcances de la ley de Educación Sexual Integral (ESI) en Salta. Sólo tres pudieron ir en representación de la escuela, a razón de una cada 100, a la capacitación. El dato contrasta con los planteos de la Ministra de Educación, Analía Berruezo, quien sostuvo hace unos meses en un diario local que “el 70% de los docentes recibieron la capacitación que dio el Ministerio, el resto también la tuvo por postítulos, la UNSa o la Universidad Católica”.
Una docente pregunta si la negativa a que se garantice la ESI es “por la injerencia de la educación religiosa en las escuelas”. “Es un tema netamente cultural donde la religión tiene mucho peso”, sostiene otra y arriesga que, por ese motivo, eso pasa sólo en el noroeste. “Los colegios religiosos acá no tienen ESI. Han contratado a psicólogos y sacerdotes para que le armen el taller para dar ellos desde el amor y la fe católica. Pareciera que los chicos de la escuela católica no tienen relaciones sexuales, y los de la pública sí (risas). Si yo voy a dar ESI al Bachillerato Humanista (NdR, donde estudió el gobernador Juan Manuel Urtubey) al cura le da un infarto”.
Sin embargo, una docente que se acerca tímidamente a la ronda en la Sala de Profesores, recuerda que “cuando se planteó que no se diera educación religiosa en las públicas y que mandaran a los chicos en horario extra escolar, (las familias, NdR) no quisieron, y ahí te das cuenta que no quieren religión. Porque eso es algo que le compete a la Iglesia, no a la escuela. La iglesia decide sobre el Ministerio de Educación en Salta. Eso es lo malo”.
De lo que se empieza a hablar
En Salta no sólo no se aplica la ESI, como afirman las docentes, sino que se aplica la otra ley, en referencia al dictado “oficial” de religión con maestras a cargo, luego de la modificación de la ley 7.546 de educación provincial. Fue a propuesta del gobernador Juan Manuel Urtubey que se promulgó en 2008, cuando Cristina Fernández era la presidente.
Han pasado 8 años y muchas son las docentes a lo largo y ancho de la provincia que más allá de su creencia religiosa, totalmente respetable, empiezan a cuestionar la educación religiosa porque entienden que la escuela tiene un rol social que trasciende la sumatoria de individualidades a la vez que notan que la iglesia salteña realmente le pone un freno mayor a la aplicación de la ESI.
Los diálogos se repiten en cada escuela, de cada barrio, en cada rincón. En la sala de Profesores del Comercial alguien dejó un volante que dice: “educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal, seguro y gratuito para no morir”. Docentes empiezan a hablar sobre el derecho a la Educación Sexual, cansadas de ver que Salta encabeza todas las estadísticas contra las mujeres, las cifras del horror: violencia hacia las mujeres, femicidios, trata.
Piensan en Belén, la joven tucumana condenada y presa dos años por haber sufrido un aborto espontáneo. Se preguntan qué habría sido de Juana, la niña wichi violada en patota en Alto La Sierra y a la que se le negó el más elemental derecho al aborto no punible, si la ESI realmente se aplicara.
Trabajadoras de la educación que se organizan con la agrupación Pan y Rosas, para viajar al Encuentro Nacional de Mujeres los días 8,9 y 10 de octubre, toman estas demandas en sus manos y llevarán esas voces a Rosario.