El encuentro del presidente norteamericano con empresarios musulmanes, duramente criticado desde la blogosfera conservadora, sigue las líneas de su histórico discurso de 2009 en El Cairo.
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, ejercerá a partir de este lunes como anfitrión de la Cumbre Presidencial sobre Empresariazgo que se celebrará entre hoy y mañana en Washington D.C. y que culmina los auspicios de unidad con el mundo musulmán planteados el pasado mes de junio en su histórico discurso de "Un Nuevo Comienzo", pronunciado en El Cairo.
La Cumbre tiene como objetivo principal profundizar en las relaciones "entre los líderes de negocios, cimientos y empresarios de las comunidades estadounidense y musulmana", que representa "una oportunidad para subrayar y respaldar las relaciones empresariales y sociales con los países de mayoría musulmana", según la Casa Blanca.
Es precisamente la vertiente "social" de esta reunión la que ha desatado la alarma entre los conservadores estadounidenses, quienes han entendido este encuentro como una colecta de fondos a favor del integrismo musulmán. En total se espera que acudan a la cumbre participantes de 40 países distintos, en representación de la población musulmana de los cinco continentes, donde se subrayará "el papel del empresariazgo en a la hora de abordar los desafíos comunes" entre ambos mundos. El encuentro supone una oportunidad para los programas de ayuda económica en estos países, en especial la desarrollada por la Agencia para el Desarrollo Internacional de Estados Unidos (USAID), quien ha mostrado su "pleno compromiso" para alcanzar los objetivos planteados en esta cumbre.
La importancia del discurso de Obama en El Cairo se ha asimilado al que enunció en Praga sobre la reducción de armas nucleares. El pasado 4 de junio de 2009, el presidente estadounidense trasladó a los musulmanes una propuesta de reconciliación para normalizar sus relaciones, deterioradas durante la presidencia de su antecesor, George W. Bush. En un llamamiento a la conciliación, Obama calificó de "inquebrantable" la existencia del Estado de Israel, pero consideró al mismo tiempo "inaceptable" la ausencia de un Estado palestino. A rasgos generales parece que Obama intenta cuadrar un círculo al abogar por la consolidación de dos estados, una solución que de momento parece tan lejana como otros intentos previos para alcanzar la paz entre palestinos e israelíes, pero la cumbre de mañana emerge como un paso concreto dentro de esa estrategia, con la presencia confirmada de más de 250 representantes del mundo musulmán, entre ellos los Emiratos Arabes Unidos, Siria, India –este no en calidad de país de mayoría musulmana, sino de principal inversor–, Kenia, Turquía, Malasia o Brunei, con un énfasis especial en la participación de la mujer en los negocios.
"La popularidad de Obama ha descendido desde ese tope delirante con el que comenzó su legislatura" apunta el analista de 'The Guardian', Asim Siddiqui. Se le considera "demasiado elocuente para los pocos cambios reales que se están registrando". Esta cumbre es una oportunidad para impulsar avances palpables, por la importancia que están cobrando la históricamente ignorada clase media empresarial musulmana que Obama pretende convertir en protagonista de la cumbre. "Se trata de una marca especial de Islam y Capitalismo", apunta el experto para Oriente Próximo y uno de los principales asesores de Obama en la región, Vali Nasr, quien pide que se diferencie entre "conservadurismo islámico" y "antioccidentalismo". Esta clase media empresarial, cita 'The Guardian', reestructura el equilibrio de poder en los estados musulmanes por "su permeabilidad y su tendencia a ascender en el escalafón social".
Conforman, en general, un conglomerado de empresarios, profesionales y consumidores que operan principalmente en el sector privado y que apuestan por el mantenimiento de buenas relaciones con Occidente para facilitar los negocios, el libre comercio y la prosperidad económica. "Los cambios sociales y democráticos que han tenido lugar en las sociedades europeas no han preciddo de als guerras religiosas o de la reforma del Cristianismo, sino del desarrollo del comercio", cita el diario británico a Nasr. "Al tiempo que las clases medias empresariales iban progresando, también lo hacía su influencia a la hora de exigir limitaciones al poder de los reyes y el clero. Esta tendencia podría aplicarse de forma igualmente válida al mundo musulmán". Según las cifras recogidas por Siddiqui, el flujo comercial entre Occidente y los países musulmanes es demasiado bajo para el potencial demográfico que representan: un cuarto entero de la población del mundo. A pesar de este potencial, la balanza comercial con EEUU en 2007 fue de sólo 20.000 millones de dólares –descontando armas y petróleo–, una cantidad que palidece al lado de los 44.000 millones que se mueven en el comercio con India o los 225.000 millones que se negocian con Latinoamérica.
La blogosfera conservadora estadounidense ha rechazado de pleno esta iniciativa. "¿Qué pasa? ¿Estamos buscando una forma más eficaz de vender armas a nuestros enemigos?", se pregunta Eagle Eye Pundit. "Me pregunto cuándo se dará cuenta la Casa Blanca de que no deberíamos abrazar la influencia que ejerce el Islam en este país, y en nuestra economía menos", añade. "El Islam ha vuelto a jóvenes estadounidenses contra su propio país, como hemos visto en recientes ataques en Fort Hood", señala el blog en referencia al incidente del pasado mes de noviembre perpetrado por un militar estadounidense de creencia islámica que se cobró la vida de 13 personas. Jihad Watch se muestra aún más tajante. "Abrid vuestras carteras", señala. "Significa que EEUU va a dar a los países musulmanes más dinero, que redestinan a su yihad, mientras todo lo demás sigue igual".