1. “Es posible que en el futuro no celebremos elecciones, pero la democracia religiosa y la república tendrá otras manifestaciones”, así adelantó el ayatolá Alí Jamenei, el líder de la República Islámica (RI) su intención de desmantelar uno de los pocos órganos “electos” de la teocracia en un discurso sobre las elecciones presidenciales del 16 de junio.
No pretende instaurar el sistema político del islam, el califato, sino el de su rama chiita en la que el poder (i) es propiedad de los descendientes de Mahoma, (ii) se transmite de forma hereditaria, y (iii) exclusivamente a los varones.
En realidad, en 1978, la República Islámica iba a llamarse Estado Islámico como proyecto vital del ayatolá Jomeini para recrear los años del gobierno de Mahoma en Arabia del siglo VI. Fue bajo la presión de su equipo que le acompañó desde París y los reclamos de los ciudadanos, hartos de miles de años de monarquías “designadas por los dioses”, lo que obligaron al ayatolá a aceptar la “república”, inventada por los “cristianos occidentales”, pero solo de cara a la galería. De hecho, introdujo en la Constitución el concepto de Velayat-e-Faqih (Tutela del jurista islámico), inexistente en el chiismo, que concentra en la persona del Caudillo -designada por una curia de chiitas duodecimanos- todas las facultades de un rey absolutista. Jomeini instaló su peculiar nacionalchiismo, apoyándose en dos instituciones: los Guardianes Islámicos, cuerpo militar formado por los hijos de bazaríes y jóvenes desclasados, y unos tribunales asombrosamente parecidos a la inquisición.
La extrema derecha así consiguió abortar la Revolución y aplastar la totalidad de los partidos veteranos del país, desde el Partido comunista de Tudeh y los sindicatos obreros, hasta los socialistas Fedaines, los seguidores del Dr. Mossadeq, los partidos de las minorías éticas (que representan la mitad de los habitantes del país), los Muyahedines, las organizaciones feministas, etc.
2. El sorprendente anuncio de “Su Excelencia” se produce por dos motivos: (i) las encuestas pronostican la abstención de cerca del 70% de los electores y (ii) su temor a que los ciudadanos descontentos apoyasen la opción “menos mala” en las convocatorias electorales, como sucedió en 1997 cuando el reformista Mohammad Jatami obtuvo la mayoría, o en 2009, cuando unos seis millones de votos depositados en favor del moderado Hosein Musavi, el hombre del trapo verde, fueron leídos como favorables a Mahmud Ahmadineyad (entonces el hombre de Jamenei), provocando las protestas ciudadanas más grandes de la historia de la RI.
3. Los ultraconservadores se niegan a perder el monopolio del poder. Por lo que el propio Jamenei presionó a Hasan Jomeini, nieto del fundador de la RI, para que desistiese de presentarse como candidato, mientras que el Consejo de Guardianes de la Constitución (CGC), cuyos miembros son designados por el propio Líder, rechazó la aptitud de los candidatos no controlables. Un ejemplo fue Javad Lariyani, el ex presidente del parlamento durante 12 años y jefe de otra poderosa familia de la RI, o Ahmadineyad, quien llama Taghuti al régimen, un término coránico para nombrar a demonios sanguinarios, y afirma que la policía política planea asesinarle “como lo ha hecho con otros, culpando a los enemigos extranjeros”.
4. Jamenei planea cambiar el actual sistema presidencial al parlamentario con el objetivo de desvincular la figura del jefe del Ejecutivo de sus votantes y poder destituirle con más facilidad.
5. “En EEUU no se sabía quién iba a ganar las elecciones hasta el último minuto, en Irán se sabe meses antes”, se bromea en las redes sociales iraníes. Pero, esta vez, una encarnizada lucha en la cúpula del poder confundió a los iraníes. En un primer momento, la prensa oficial presentó al militar Said Mohammadi como el futuro presidente, luego apostó por Ali Lariyani, y de repente y a tan solo un mes de las elecciones ambos fueron descalificados por el CGC en favor de Ebrahim Raisí, uno de los clérigos más oscuros e infames de la RI, que solía estar en la sombra justamente por eso.
6. Ahora imaginen que en la España franquista el Caudillo hubiera organizado unas elecciones presidenciales con la ayuda del Opus Dei y otras entidades del sistema en las que los candidatos sólo podrían ser hombres, leales, y católicos. Pues, en la RI, sólo los hombres pueden ser presidentes (art. 115 de la Constitución), y sólo los musulmanes, y de estos solo los chiitas, y de estos sólo los duodecimanos (que no los ismaelitas, por ejemplo), y entre ellos sólo los que tienen el certificado de lealtad absoluta hacia el Líder. La discriminación de las mujeres y las minorías religiosas excluye al 70% de la población de aspirar a este cargo y todavía hay que sumar los millones de “no creyentes” de izquierda y los musulmanes progresistas. El proceso electoral en Irán no se ajusta al artículo 25 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Derechos Políticos (ICCPR) que se basa en: (i) la no discriminación; (ii) el derecho a participar en los asuntos políticos y públicos, y (iii) el derecho a elecciones libres y justas. En las “elecciones” islámicas no existe ningún mecanismo de control sobre las urnas, las papeletas, el recuento de los votos y su lectura. Las mesas electorales no están presididas por los ciudadanos elegidos por el sorteo sino por los agentes de los servicios de inteligencia.
¿Quién es Raisí?
7. El próximo presidente de la RI, Ebrahim Raisí, de 57 años, es oriundo de la ciudad santa de Mashad, siendo paisano de Jamenei. No ha estudiado ninguna carrera universitaria (¡aunque en breve le adjudicarán algún doctorado!) ni siquiera ha pisado un instituto: a los 15 años ingresó en un seminario religioso para convertirse en un Talabé (forma singular del término Talibán) estudiando la Sharia. La revolución antimonárquica de 1978 le pilló con 18 años. En pocos meses ya estaba en el poder ejecutando la orden de Jomeini de aplastar a “los grupos izquierdistas y marxistas” de Masyed Soleiman, una ciudad proletaria de la región petrolífera del sur de Irán, como lo destaca su equipo en su biografía.
Gracias a su carácter despiadado a los 19 años fue nombrado fiscal y juez (en islam son la misma figura) de las ciudades de Karay y también de Hamedan, ¡a 340 km de distancia!, para interrogar a los detenidos izquierdistas, firmar sentencias de latigazo y muerte contra miles de presos políticos. ¡No daba abasto, a pesar de que se necesita sólo unos pocos minutos para mandar al patíbulo a una persona secuestrada, torturada, y sin los engorrosos juicios! El propio Jomeini le pidió que se saltase la burocracia “para ejecutar las sentencias ordenadas por Dios”, confiesa Raisí, culpando a los de “arriba”, por si algún día hay un Nuremberg para los ayatolás.
El nexo entre Raisí y Salman Rushdi
8. En 1988, terminan los ocho años de guerra entre Iraq e Irán: cerca de un millón de muertos, millones de heridos y desplazados, y la destrucción sin sentido de ambas naciones, provocan amplias protestas en ambos países. Los iraníes tardarán años en enterarse de que Jomeini al decir que “la guerra es una bendición divina” y rechaza la propuesta de paz de Saddam Husein en 1982, realmente pensaba que era la reencarnación de Mahoma y tenía la misión de “chiitizar” todo Oriente Próximo, costara lo que costara.
En 1988, mientras Saddam Husein aplicaba en Iraq su versión de la “pedagógica del terror” gaseando a miles de kurdos, Jomeini mandó a masacrar a unos 30.000 presos políticos. Para la tarea formó la “Junta de Ejecución” (Heiate Edam) compuesto por Raisí y otros tres clérigos. A los reos se les llamó Moharab «quienes desafían a Dios», -parecido al término Untermensch «subhumano» utilizado por los nazis para evitar el remordimiento de conciencia de los verdugos-, quienes antes de matar a aquellos seres destrozados por las torturas y latigazos se les obligaba a disparar el tiro de gracia a sus camaradas. “Habéis cometido una gran masacre; seréis recordados por la historia como criminales”, les dijo el Gran Ayatolá Ali Montazeri, antes de que fuese condenado a arresto domiciliario. Entre las víctimas había ancianos de 70 años, mujeres embarazadas, miles de adolescentes (la ley islámica considera adultos a las niñas a partir de los 9 años y a niños a partir de los 15), e incluso hubo al menos cuatro menores de unos 8 años secuestradas como rehenes cunado no encontraron a sus padres y madres activistas.
Los exiliados iraníes conseguimos publicar las fotos de los cuerpos amontonados en las fosas comunes en la prensa europea. Justo para evitar que el mundo se quedara horrorizado por aquellos crímenes contra la humanidad, Jomeini lanzó su famosa fatwa para matar a Salman Rushdi, como una estrategia de distracción: los Versículos satánicos ni se habían traducido al persa, por lo que acusarle de “ofender a Mahoma” carecía de sentido, cuando, además, en la literatura persa abunda la sátira religiosa. Y Jomeini lo consiguió: 3l mundo habló de Rushdi y no de aquella masacre.
9. El ascenso de Raisí a Fiscal del Estado está marcado por firmar la pena de muerte de alrededor de 200 iraníes y la amputación de las manos de al menos dos “robagallinas”. “La ley de amputar manos es uno de grandes orgullos de nuestro sistema”, dijo ante las protestas ciudadanas. Ahora el parlamento estudia castigar con la cárcel a quienes fotografíen o publiquen imágenes de esos castigos islámicos por “atentar contra la seguridad del Estado”.
10. El futuro presidente, también millonario como el resto de los poderoso hombres religiosos, preside el santo patrón de Astane Qodse Razavi, un complejo religioso de la ciudad de Mashhad (que recibe medio millón de peregrinos al año) y su Fundación, el holding religioso más grande del mundo islámico, que según el diario AstanNews posee el 90% de los terrenos y fincas de la ciudad, y una fortuna de 200.000 millones de dólares obtenida con la venta de los terrenos “desamortizados” por ley. Una décima parte de los intereses de esta cantidad le corresponde a nuestro hombre como Motoli “administrador”, mientras, uno de cada cuatro vecinos de la urbe vive en chabolas, entre ellos un millón de niños. Según la Universidad de Mashhad, entre 2004 y 2013 la pobreza alimentaria se multiplicó por siete en las ciudades de esta provincia y por ocho en los pueblos.
¿Por qué se ha designado a Raisí?
11. Jamenei, de 82 años, enfermo de cáncer, pretende que su amigo desde el alto cargo que va a ocupar se encargue de colocar a su hijo Moytaba, de 52 años, como el próximo Líder de la RI. Los Grandes Ayatolás se oponen a una monarquía con turbante: unos, porque la tradición chiita prohíbe la participación del clero en el poder político, y otros, porque el “príncipe heredero” es un simple ajund (cura), sin estudios y sin encíclica propia. En caso de que no lo consiga, el mismo “presidente Raisí” puede ocupar este cargo, como lo hizo el “presidente Jamenei” cuando Jomeini murió. Según el Sr. Golpaigani, jefe de la Oficina de Líder, Jamenei ya ha traspasado parte de sus responsabilidades a Moytabi saltándose las leyes de la propia RI. Como padre, el ayatolá también teme que su vástago sufra el destino de Ahmad, el hijo de Jomeini, que murió en circunstancias extrañas a los 50 años en 1995. Desde entonces, los Jomeini se han mantenido apartados de la primera fila de la política.
12. Jamenei se autoinmola y de paso prende fuego al régimen: al cerrar todas las puertas de una reforma política desde arriba fuerza un peligroso enfrentamiento entre el poder y los “de abajo”, en el que en esta ocasión algunos oportunistas islamistas repudiados, como Ahmadineyad y Lariyani, exhibirán la desintegración de la RI. “Hoy esla covid-19 que está impidiendo una rebelión de los desheredados. No nos engañemos en los 40 años nunca habíamos sufrido una deslegitimad tan profunda como ahora”, describe el exministro Ahmad Tavakoli.
Cierto, el poder corrompe, y el poder absoluto no solo corrompe absolutamente sino que también genera psicosis y crea psicópatas.
“Vinieron.
Ellos tenían el Libro Sagrado y nosotros teníamos la tierra.
Y nos dijeron: “Cierren los ojos y recen”, Y cuando abrimos los ojos, ellos tenían la tierra y nosotros Libro Sagrado”
Eduardo Galeano