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Diplomacia vaticana

Francisco Vázquez, un socialista de vieja hornada, militante desde la clandestinidad, sindicalista, eficaz gestor municipal con el respaldo de mayorías absolutas en La Coruña-A Coruña, es actualmente el embajador de España ante la Santa Sede, el Estado Vaticano. Vázquez no sólo es católico, como aseguran las encuestas que somos oficialmente más del 70 por ciento de los ciudadanos españoles, sino que proclama con orgullo su condición de serlo. Quienes no nos sentimos reconocibles en esa categoría respetamos sinceramente a aquéllos que, como el compañero Vázquez, no sólo proclaman su fe, sino que practican los mandamientos de la Iglesia, entre ellos la asistencia a la misa dominical, que apenas admiten cumplir un 17% de los fieles.

El embajador Vázquez acaba de concluir una importante misión, garantizar el éxito del viaje del Papa a España, y se muestra exultante por ello. Seguro que en Roma habrá recibido las merecidas felicitaciones. Sin querer enturbiar su felicidad y aun a riesgo de que me pueda considerar parte de aquéllos a los que se refiere el embajador como “los no católicos que buscan exaltar la confrontación en vez del dialogo”, sí quisiera reivindicar la libertad para formular algunos reproches al desarrollo de estas escasas horas de Benedicto XVI distribuidas entre Santiago y Barcelona. Cualquier diplomático, incluso con menor experiencia y responsabilidad que Francisco Vázquez, sabe que la declaración formulada por el Papa en el avión que le conducía a España, y que obligó a una matización posterior a cargo del portavoz vaticano, estaba absolutamente medida y preparada para ser divulgada, seguramente para complacer a los sectores más radicalizados del catolicismo español que las acogieron con entusiasmo. ¿Sabremos algún día si por parte española se formuló alguna protesta, aunque con sordina?¿Se habría reaccionado con la misma delicadeza ante expresiones similares por parte de otro Jefe de Estado, sin llegar a la necesidad de decir “¿Por qué no te callas?”.

La España para la que el Papa predica una cruzada contra su laicismo ha puesto las televisiones públicas, las fuerzas de seguridad y parte de sus presupuestos al servicio de unos actos de propaganda de la liturgia católica que contrastan con la imagen de austeridad que se exige a las autoridades civiles, democráticamente elegidas. La Iglesia ha exhibido durante esas jornadas toda su pompa y su boato, lo que no ha impedido a Monseñor Rouco, afirmar después que los problemas de la actual crisis económica se resolverían con la aplicación de los valores cristianos. Denuncia Francisco Vázquez que “Más papistas que el Papa los hay en el PSOE y en la Iglesia española”. En la Iglesia hay también-y se han podido escuchar bastantes voces críticas- quienes no se reconocen en los mensajes papales que proyectan la nostalgia por un tiempo en el que el Altar se imponía al Trono –ahora, al Parlamento- y en el que la mujer debía ser auxiliar, como en la lamentable escena de la consagración del templo de Gaudí, de la jerarquía masculina. En el PSOE, según mis noticias, conviven pacíficamente agnósticos, ateos y cristianos. Y si hay algunos socialistas “más papistas que el Papa” seguro que el embajador Vázquez, quien así lo declara, tiene motivos sobrados, de primera mano, para asegurarlo. Yo también lo temo.
 

Eduardo Sotillos es periodista y secretario de Comunicación y Estrategia del PSM

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