Francisco Delgado – César Tejedor – Luis Montes – Manuel Navarro
Paraninfo de la Facultad de Derecho
Donde finalmente pudo celebrarse el acto, previsto inicialmente en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología.
Asistieron más de 100 personas.
Presentación del acto por Manuel Navarro:
En primer lugar agradecer a la Facultad de Derecho, a su decano y equipo el que podamos tener hoy este acto aquí, sobre todo después de que la F. Políticas y Sociología se haya negado a que mantengamos allí las reuniones que veníamos celebrando cada mes desde hace seis años, y a ceder su salón de Actos para este Día. Salvo que pagásemos “religiosamente” unas tasas cuya norma prevé excluir para asociaciones sin ánimo de lucro y actos de interés universitario. Algo que al parecer no debe tener la reflexión filosófica, jurídica y política del laicismo en nuestra sociedad.
Parece que la presencia de crucifijos en algunas dependencias universitarias, o la celebración de misas y otras liturgias, como dentro de diez días celebrará la Facultad de Farmacia para “honrar a su Patrona” la Inmaculada, si deben estar más cercanos al espíritu de la ciencia, del conocimiento, de la reflexión. Para algunos, todavía el pensamiento mágico parece instalado en una facultad universitaria que prefiere encomendarse al dogma de la Inmaculada, que reconocer a Galeno u otros iniciadores de su ciencia.
Una vez más el espacio y las instituciones públicas están contaminadas por concepciones particulares, por creencias que en el terreno individual, cada uno es muy libre de mantener, pero que no tienen derecho a ocupar el ámbito de lo público, precisamente por ser de todos. Por mucho que algunos quieran seguir manteniendo el derecho al privilegio de “sus creencias” e imponerlas a los demás.
Es por esto que es totalmente pertinente plantear un acto como el de hoy que iniciamos con una exposición sobre el derecho a una muerte digna, concebida como el derecho a disponer del propio cuerpo y decidir cómo poner fin al mismo, especialmente en caso de situaciones terminales y de gran sufrimiento.
Pero algo que puede resultar obvio, como el derecho a decidir sobre nuestro propio cuerpo se convierte en objeto del laicismo cuando algunos tratan de privarnos de ese derecho, sacralizando la vida y poniéndola en manos de un ser sobrenatural, de un dios todopoderoso al que debemos acatar, según interpreten sus “sabios y expertos” clérigos.
Y nos quieren imponer al conjunto de la sociedad, pues nadie les obliga a ellos a mantener su dolor, su culto al sufrimiento y a la muerte redentora.
Teresa de Calcuta, prototipo de esta concepción y que goza de un prestigio inaudito, pese que mientras recibía adecuados tratamientos médicos occidentales a sus dolencias en famosas clínicas privadas europeas, ella impedía el acceso a medicamentos que aliviaran el dolor de los acogidos en sus centros, pues el dinero que recogía lo gastaba en casas de formación para sus misioneras y no en la compra de medicamentos.
Así se cuenta que un día aliviando a un enfermo terminal le decía “Tú sufres como Cristo en la Cruz y Jesús te abraza” y el enfermo inconsciente de tan elevado fin, le contesta: “Por favor, dígale entonces que pare”
Cómo podemos los laicistas permanecer ajenos ante estos intentos de imponer su moral al conjunto social, con ejemplos tan claros de contradicción como religiones que levantan grandes campañas a favor de la vida, mientras sus libros sagrados están llenos de genocidios:
“Pero de las ciudades de estos pueblos que Jehová tu dios te da por heredad, ninguna persona dejarás con vida, sino que los destruirás completamente.” (Deuteronomio, 20), o predican la guerra santa, o mantienen la masacre Palestina, o promueven guerrillas étnicas en África, eso sí todo por amor de su dios.
El doctor Luis Montes, anestesista que saltó a los medios cuando coordinaba el servicio de urgencias del Severo Ochoa en Leganés y el señor Lamela y seis médicos le denuncia con acusaciones falsas sobre su práctica médica en el citado hospital. Hoy además preside la Asociación Federal por una Muerte Digna y continúa trabajando con el reconocimiento de miles de ciudadanos y compañeros que salieron a la calle a defenderlo frente a esas denuncias ideológicas que protestaban por no actuar como Teresa de Calcuta.
Os dejo con su palabra y su impulso en la lucha por la defensa del laicismo y los derechos humanos.
Otras actividades del Día del Laicismo 2009 en Granada: Conferencia de Fernando Savater sobre laicismo
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