El centro tiene permiso como «casal», pero ofrece culto los domingos
Cuando, hace 25 años, Cristina Sangrà y Manel Castro, vecinos de toda la vida de Hostafrancs, en el distrito de Sants-Montjuïc, compraron el pequeño piso en un entresuelo de la calle del 26 de Gener donde todavía viven, poco podían imaginar que la tranquilidad que se respiraba entonces en el lugar –la vivienda no da a la calle– daría un giro radical con la instalación en los bajos del edificio, exactamente bajo su hogar, de la sede de la asociación evangelista Juventudes para Cristo, hace poco más de un lustro. «Al principio, los botijos de la estantería vibraban», relata Sangrà, agotada después de años de lucha contra las actividades de la entidad vecina.
«Una cosa es que haya una ludoteca o una academia [el centro en cuestión tiene licencia para ofrecer actividades de «educación no reglada»] y otra muy distinta es que esté abierto todos los días del año sin excepción y que tengamos que oír los cánticos de sus misas cada domingo por la mañana, queramos o no», lamenta Sangrà, visiblemente cansada de la situación. El Espai Obert –nombre que recibe el local– combina las clases de refuerzo entre semana con ceremonias religiosas (de culto evangelistas) y cursos de monitor de ocio los fines de semana, con el consabido ruido que esa actividad conlleva.
LAS RAZONES DE LA SÍNDICA / En un escrito firmado por la todavía síndica, Pilar Malla, esta da la razón a Sangrà y a su marido, al tiempo que da un capón a los servicios municipales. «Considero que el ayuntamiento no ha usado con diligencia y de una manera consistente los instrumentos coercitivos, cautelares y sancionadores de los que dispone, después de comprobar en varias ocasiones incumplimientos de las ordenanzas municipales por parte de los titulares del local», apuntaba en una carta enviada el pasado primero de septiembre del 2009.
Y, pese a que en los últimos meses han notado cierto alivio –«somos conscientes de que han hecho gestos para intentar molestar menos», apunta la principal afectada–,
el matrimonio afirma que no cesará en su lucha hasta que las actividades de la asociación «se ajusten a las normativas». Según fuentes municipales, el distrito ha seguido de cerca el caso y ha actuado con diligencia cuando lo ha considerado oportuno, pero las últimas sonometrías realizadas «no registraron cifras que sobrepasaran lo permitido». La mismas fuentes, por otro lado, aseguran que la entidad que ha sido denunciada no tiene licencia para organizar ceremonias religiosas.
RESPUESTA DE LOS EVANGELISTAS / Marcos Dodrill, responsable de Juventudes para Cristo, asegura tener todos los papeles en regla. «El culto de los domingos es una actividad sociocultural más, para la que tenemos licencia. Podría ser considerada una conferencia», asegura. «Nada más entrar en el local, lo reformamos e insonorizamos las salas», añade Dodrill, quien reconoce que quizá los juegos de los viernes por la tarde (cada viernes organizan un encuentro juvenil en el local) y las canciones durante las celebraciones religiosas pueden «molestar algo», aunque, a su entender, se trata de «ocasiones puntuales».
Sangrà y Castro, por su parte, no entienden como un centro «supuestamente educativo» dispone de futbolín y de servicio de bar.