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Del fundamentalismo al pluralismo

Tras una primera etapa islamista, Maulana Abul Kalam Azad se convirtió en adalid de una India laica y democrática donde coexistieran todas sus religiones. Todo un ejemplo de humanismo universal

Muy pocas personas religiosas tienen la audacia y el coraje necesarios para criticar su propia mentalidad y para plantar batalla a sus propios prejuicios. Entre los principales musulmanes tolerantes que han dejado una profunda huella en la idea del pluralismo dentro del islam, Maulana Azad ocupa un lugar único. Abul Kalam Azad fue un hombre en constante proceso de introspección y de examen crítico de sí mismo. Su contribución al nacionalismo indio y a la unidad de la India indo-musulmana, pero también a la idea de un humanismo universal, fue enorme. En consecuencia, Maulana Azad no sólo será recordado en la historia india por el papel que desempeñó en el movimiento de liberación nacional de su país, sino que también será considerado un líder islámico que defendió el diálogo entre musulmanes e hindúes.

Sin embargo, la carrera de Azad como político y activista se inició en el fundamentalismo islámico y en la defensa de un islam puro. Entre 1906 y 1920, los primeros pasos de su carrera se dieron bajo la influencia de sus propias enseñanzas religiosas. Durante este periodo, Azad creía firmemente que los musulmanes debían ser los líderes del mundo. En sus primeros escritos y discursos, aparecidos en su periódico Al-Hilal, Azad hablaba de la superioridad de los musulmanes sobre los seguidores de otras religiones, defendiendo una "vía islámica" hacia la independencia de India. En esos textos aparecía como un fundamentalista islámico partidario de la existencia de un vínculo entre política y religión. Las respuestas que dio a un corresponsal de Al-Hilal en el número del 29 de diciembre de 1921 definen su tono fundamentalista de esa época. "Usted ha sugerido la separación entre la política y la religión", subraya Azad, "pero si hacemos eso, ¿qué nos queda? Nuestro pensamiento político se ha desarrollado a partir de la religión… Creemos que todo pensamiento que se inspire en cualquier otra institución (entre ellas, las políticas) que no sea el Corán constituye una infidelidad".

En el pensamiento del joven Azad se puede apreciar fácilmente cómo confluyen el entusiasmo por el nacionalismo musulmán y la pasión por la teoría panislámica de Jamaledin Al-Afghani. Para Azad, cualquier musulmán indio era ante todo miembro de la hermandad islámica mundial. Al defender la separación política entre hindúes y musulmanes, Azad declara: "Para los musulmanes no hay mayor vergüenza que rogarles a otros educación política. Los musulmanes no deben integrarse en ningún partido político. Eran los dirigentes del mundo. Si se someten a Dios, el universo entero se inclinará ante su voluntad".

Resultará extraño y asombroso que ese mismo Azad, en sus dos últimas décadas de vida, comenzara a escribir sobre la unidad entre hindúes y musulmanes, pronunciando discursos sobre la idea de un nacionalismo unificado. Después de 1920 se produjo un cambio radical en las concepciones de Maulana Azad, que dejó de ser un partidario del renacimiento islámico para abrazar una filosofía política basada en un nacionalismo indio laico. Sin duda, la evolución del pensamiento de Azad se vio determinada por su amistad y colaboración con Mahatma Gandhi y por la aparición de problemas comunitarios en el movimiento de liberación indio. Gracias a Gandhi, Azad aprendió que la armonía comunitaria era esencial para el futuro de la India. Como él, Azad meditó sobre la unidad hindú-musulmana y sobre la cooperación con los hindúes.

Azad relacionaba la idea del futuro de India con la necesidad de establecer un diálogo interconfesional y con la coexistencia entre las diversas religiones del país. Según su concepción, y lógicamente, la idea de unidad entre los credos tenía mucho que ver con su idea de que sólo hay un Dios aunque haya distintas religiones. La base del pluralismo religioso de Azad radicaba en la idea de que la divinidad tiene múltiples aspectos, pero el ser humano y dicha divinidad están unidos en una sola expresión del amor. En su comentario al Corán, Azad esbozó la esencia de sus ideas sobre el que consideraba "Dios de la compasión universal". Lo que pretendía con toda su argumentación era transmitir a los musulmanes que la enseñanza fundamental del Corán es la misericordia y el perdón.

Para este pensador, la verdad es una y la misma en todas partes. El error es equiparar determinadas formas de verdad con la Verdad, con mayúsculas. En palabras del propio Azad: "La desgracia es que el mundo rinde culto a puros y simples términos, pero no a su significado profundo". En consecuencia, "aunque todos veneren la misma Verdad, unos y otros se enfrentarán aduciendo las diferencias terminológicas que emplean". Se puede entender por qué el universalismo religioso de Maulana Azad era tenido en muy alta estima incluso por aquellos que no coincidían con él en cuestiones religiosas y políticas.

En uno de sus homenajes a Azad, Pandit Nehru dijo en una ocasión: "A mí siempre me recordó mis lecturas históricas sobre grandes hombres de hace cientos de años. Por ejemplo, y si pensamos en la historia de Europa, en los grandes hombres del Renacimiento o, en un periodo posterior, en los enciclopedistas que hicieron avanzar la Revolución Francesa, hombres de letras y de acción. Azad me recuerda también las que podrían ser consideradas grandes cualidades de épocas pretéritas, su gracia. En grado sumo, fue un peculiar y especialísimo representante de esa gran cultura híbrida que ha ido desarrollándose poco a poco en la India".

Como paladín del nacionalismo y de la democracia indios, Azad trató de encontrar una síntesis entre el laicismo moderno y el tradicionalismo espiritual. Consideraba que el comunitarismo religioso era un gran obstáculo en el camino hacia el diálogo interconfesional. Según él, el comunitarismo hindú, al igual que el musulmán, no estaban nada contentos con la democracia laica y constituían la negación misma del pluralismo.

La no violencia también fue uno de los componentes del nacionalismo laico de Azad, para el que el islam se definía por el diálogo interconfesional y por su espíritu pacífico. Según él, la no violencia era una estrategia eficaz en la lucha por la independencia. Estaba en contra de que la religión recurriera al uso de la violencia. Amparándose en su humanismo religioso, Azad declaraba que no había justificación alguna para que una fe se impusiera a otra, porque las bases de todos los credos son las mismas. En consecuencia, según él, todos los individuos tienen derecho a seguir su propia trayectoria religiosa. Dicho de otro modo, Azad veía la religión desde la amplia perspectiva del humanismo universal y toda su filosofía carecía de cualquier estrechez o dogmatismo de índole religiosa.

La inspiración política de Azad nacía de su conocimiento del islam. Sin embargo, como defensor de valores comunes, creía que las religiones eran el patrimonio común de la humanidad. Su receptividad cada vez mayor al mensaje de otras confesiones le llevó a reconocer el componente humanista de la fe. Ésta es la razón por la que, en su opinión, las manifestaciones religiosas externas eran inútiles si no iban acompañadas de acciones morales. Desde este punto de vista, se suponía que la religión no tenía que dictar acciones políticas concretas, sino moldear los principios generales de la vida de cada uno. Así es como Azad superó el fundamentalismo para llegar a proclamar la auténtica relevancia que, como imperativo moral, tenía la espiritualidad para la política. La conciencia de la existencia de otras religiones también le alentó a formular la idea de una coexistencia interconfesional humanista. Fue un hombre adelantado a su tiempo y sus lecciones sobre el pluralismo religioso aún tienen que calar, no sólo entre los musulmanes sino entre los seguidores de otras religiones.

Ramin Jahanbegloo, filósofo iraní, es catedrático de Ciencias Políticas en la Universidad de Toronto. Traducción de Jesús Cuéllar Menezo.

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