Ya hace muchos años un buen amigo, Ángel Moliní, utilizó el concepto de apartheid para referirse al sistema impuesto por Israel a los palestinos. En aquel lejano momento esta comparación con la situación de Sudáfrica me pareció exagerada. Mi amigo murió bastante joven y no me dio tiempo a darle la razón.
En febrero de 2022 Amnistía Internacional publicó el documento Preguntas y respuestas: El apartheid israelí contra la población palestina, cruel sistema de dominación y crimen de lesa humanidad. En él se argumenta por qué puede hablarse del crimen de lesa humanidad de apartheid (artículo 7 del Estatuto de Roma, de la Corte Penal Internacional) que comete el estado israelí. También puede hablarse de prácticas de limpieza étnica, un tipo de crimen contra la humanidad. O de crimen de masa (Jacques Sémelin), al tratarse de un «proceso organizado de destrucción de civiles destinado a someter o a erradicar a un grupo». O de prácticas genocidas, según la expresión que prefiere el experto argentino Daniel Feierstein, frente a la expresión de genocidio.
Con respecto a esta última figura, hay muchos debates, pero es ilustrativo que Raphael Lemkin, creador del concepto y conseguidor de que el crimen de genocidio fuera reconocido en una Convención en 1948, citara en un artículo al general alemán Von Rundstedt, que dijo que «uno de los errores [de Alemania] en la Primera Guerra Mundial había sido respetar la vida civil de los países enemigos»; Von Rundstedt creía que la población de Alemania debía doblar la de sus países vecinos, lo que supondría suprimir al menos un tercio de su población, y esto conllevaba que «el único medio consiste en organizar la subnutrición, que en este caso es mejor que las ametralladoras». Creo que esta forma de razonar de un alto militar refleja muy bien la mentalidad genocida, por encima de los matices conceptuales que discutan los textos teóricos o normativos. Y, por cierto, nos recuerda vivamente la forma de razonar y las prácticas de líderes sionistas.
En todo caso, estamos ante gravísimos crímenes contemplados en el Estatuto de Roma, regulador de la Corte Penal Internacional. Crímenes que no pueden justificarse por el derecho a defenderse de Israel. Si Hamas ha cometido el crimen de terrorismo, Israel practica el terrorismo de estado, un terrorismo más grave que el primero.
Por supuesto, nadie que comete crímenes contra la humanidad o crímenes de guerra acepta la acusación, siempre está la coartada de luchar contra el terrorismo o de defenderse de un enemigo real o incluso inventado, por algo ningún ministerio de la guerra se llama «de ataque», todos son ministerios de defensa. Estamos en un mundo en que muy frecuentemente el agresor se hace la víctima, y la víctima en este caso es un Estado que practica el terrorismo invocando su «derecho a defenderse».
Para apoyar ese derecho a defenderse sin ninguna cortapisa y poner en marcha operaciones criminales en masa contra civiles, hay que considerar al enemigo como infrahumano, lo que hemos visto también en declaraciones del ministro de defensa israelí, Yoav Gallant, tratando a los palestinos como animales humanos. En este sentido, Esteban Beltrán, director de la sección española de Amnistía Internacional, uno de los mayores expertos del mundo en derechos humanos y en violaciones de los mismos, declaraba la semana pasada que el Gobierno israelí (entiendo que puede extenderse a los gobiernos israelíes, no solo al actual) considera a los palestinos un pueblo inferior. Deshumanizar al enemigo permite evitar problemas de conciencia en los que perpetran o apoyan prácticas genocidas. Ha ocurrido cientos de veces en la historia y es uno de los diez pasos que señala el Observatorio del Genocidio (www.genocidewatch.org).
Y otro ingrediente no despreciable en este tipo de acontecimientos y/o procesos es el factor religioso. El estado de Israel intenta legitimar su ocupación del territorio en un relato bíblico, o sea, ficticio, mítico, una leyenda. Por su parte, Estados Unidos, su guardaespaldas, no está muy lejos de la argumentación religiosa: en una entrevista al economista estadounidense Michaed Hudson publicada recientemente, este decía que «es casi un fervor religioso lo que hoy uno encuentra en el Consejo de Seguridad Nacional y en la CIA. Realmente creen que Dios está de su lado. No hay que extrañarse, esto es lo que ocurría en la Edad Media, donde cada país pensaba que Dios estaba de su parte».