El alcalde anuncia que se repetirá el cierre de bares durante la Madrugada de 2019 porque es “una manera de minimizar los riesgos”.
La rueda de prensa de este lunes nada tenía que ver con la ofrecida un año atrás. Tocaba el turno de hacer balance de la Semana Santa de 2018, la más tranquila de los últimos años, en la que las medidas de seguridad, el frío en días claves y la menor asistencia de público sumaron para que apenas hubiera incidentes destacados. Era, por tanto, el día de sacar pecho, de felicitar a la Policía, los bomberos y demás equipos de emergencias, de agradecer incluso a los medios de comunicación su mesura a la hora de informar y no emitir bulos ni noticias falsas. Todo eran sonrisas, apretones de manos y abrazos. Todo era positivo este lunes en el Ayuntamiento, en el que se dieron cita todos los integrantes del dispositivo de seguridad de la Semana Santa, en una reunión que estuvo presidida por el alcalde, Juan Espadas, y el delegado del Gobierno en Andalucía, Antonio Sanz.
Un año antes, Espadas comparecía en el mismo escenario tras reunirse con los hermanos mayores de la Madrugada. Trataba de hallar alguna explicación a lo ocurrido entre las cuatro y las seis de la mañana, cuando miles de personas corrieron despavoridas sin orden ni dirección fija por todo el centro de la ciudad huyendo de una amenaza que no existía. En aquella rueda de prensa, el alcalde anunció que habría un antes y un después de los incidentes de 2017, que la Madrugada de 2018 sería distinta y que la seguridad era algo que no podía cuestionarse. Durante un año, el alcalde y el delegado del Gobierno en Andalucía, Antonio Sanz, buscaron medidas para blindar la Semana Santa, y especialmente la Madrugada.
Cámaras de videovigilancia de alta resolución que los policías podían consultar en tiempo real a través de una aplicación de telefonía móvil, iluminación regulable en las calles, balizas para emitir mensajes a los teléfonos móviles, altavoces para hacer llamadas a la calma en caso de que la situación se descontrolara… La de 2018 fue la Semana Santa más blindada de la Historia, con un refuerzo importante de policías nacionales -a costa de retirarlos de la lucha contra el narcotráfico en el campo de Gibraltar- y con un centro de operaciones instalado en el Ayuntamiento desde el que se podía controlar cada calle del casco histórico.
Se buscaba la reacción temprana, el poder abortar cualquier imprevisto que pudiera descontrolarse en cuestión de segundos y se disparara, como pasó el año anterior, con un efecto dominó que recorrió todo el centro de la ciudad a la velocidad del sonido. Al fin y al cabo no fue más que una pelea en la calle Arfe la que generó las primeras avalanchas, que se alimentaron del propio pánico colectivo y de la psicosis y el miedo a un atentado terrorista. Este año había más policías nacionales, con la orden de colocarse unos chalecos reflectantes cuando cayera el sol para que se les viera todavía más en la noche. Y las hermandades tenían jefes de seguridad y habían instruido a sus nazarenos en que no corrieran, pasara lo que pasara. Y así, y gracias también a la colaboración ciudadana, se consiguió parar una pelea en Reyes Católicos que no debió ser muy distinta a la del año pasado en Arfe, pero que esta vez no llegó a generar ninguna avalancha y se quedó en conato.
Entre todas estas medidas de seguridad que se fueron decidiendo durante el año, tras analizar mil veces lo sucedido en la Madrugada de 2017, había una especialmente polémica: el cierre de bares en determinadas calles del centro. El Ayuntamiento no quería bajo ningún concepto que hubiera gente ebria en las calles, que personas que habían salido el Jueves Santo por la tarde estuvieran bebiendo desde entonces hasta bien entrada la Madrugada mientras esperaban la llegada de una cofradía. Se quejaron algunos hosteleros y se quejó también el público, que vio cómo no tenía sitio donde aliviarse y cómo muchas de las calles del centro olían a orín el viernes por la mañana. Pero la Madrugada discurrió tranquila. “Objetivo cumplido”, dijo el alcalde, sacando pecho ante la prensa cuando hizo el balance de la Semana Santa.
Espadas avanzó también que habrá también ley seca para la Madrugada de 2019. “Ha habido un volumen ínfimo de incidencias graves. Los datos están ahí. Está claro que se ha notado el menor consumo de alcohol. Esa decisión viene para quedarse. Igual que en el teatro de la Maestranza o en la ópera no se permite al público comer palomitas ni beber coca-cola mientras asiste a una representación, una hermandad tiene derecho a que se la respete cuando está en la calle y a que generemos la suficiente confianza para ello. Y eso es incompatible con la concentración de personas bebiendo alcohol en la calle desde horas antes de que pase la cofradía”, dijo el alcalde. El regidor también recalcó que, al haber menos botellas de vidrio, ha habido menos cortes entre los nazarenos.
En su defensa de la ley seca, Espadas admitió que se trata de una medida drástica, pero que “a lo mejor por ello se ha podido recuperar la confianza, y personas que este año no lo tenían claro se sentirán más seguras y volverán a disfrutar” de la Semana Santa. El alcalde reconoció también que hacen falta más urinarios, y que se colocarán más el año que viene, y quiso hacer alguna matización sobre el cierre de bares. “Quiero aclarar algunos malentendidos. En primer lugar, hay muchos establecimientos que de manera voluntaria ya venían cerrando años atrás, seguramente porque no les compensaba o no querían abrir por cualquier otra razón. Esto lo tenemos perfectamente constatado. Por tanto, hay muchos establecimientos que han cerrado no porque en este caso se lo haya aconsejado o recomendado el Ayuntamiento, sino porque no han querido abrir. El Ayuntamiento lo que planteó fue que, en una serie de calles muy concretas que no son todo el centro, se produjera el cierre de los establecimientos durante una serie de horas previas o durante una franja horaria en la Madrugada. Creo que se ha demostrado claramente, de manera evidente, y lo veremos el año que viene también, que es incompatible el consumo de alcohol en las horas previas entre el Jueves Santo tarde, noche y el arranque de la Madrugada hasta las tres o las cuatro de la Madrugada”.
El alcalde añadió que es una manera de minimizar los riesgos, aunque los establecimientos no tengan culpa de los altercados que puedan producirse en la calle. “El mensaje es claro: no es posible estar bebiendo alcohol en la calle durante horas ni durante el paso de las hermandades, como hemos visto años atrás. La mayoría de la gente me ha dicho que lo entienden perfectamente. Es una decisión valiente. Algunos hosteleros no la han entendido, pero estamos aquí para velar por el interés general y no por el específico de alguien que no quiera entender este mensaje”.
Otra medida que probablemente se repita en 2019 es la instalación de cámaras de alta definición. “Vamos a hacer una evaluación del aporte tecnológico que ha supuesto. El delegado (del Gobierno) y yo estábamos presentes cuando sucedió este incidente -en referencia al conato de avalancha en Reyes Católicos- y es impresionante, te da una capacidad de respuesta bárbara, te permite identificar a la persona, tomar decisiones sobre el terreno y coordinar los efectivos”. Para ello habrá que hacer una inversión pública porque este año ha sido un proyecto piloto financiado por la empresa privada.