Recién llegado a Roma, donde desde este jueves se celebra la cumbre contra los abusos sexuales en la Iglesia convocada por el papa Francisco y que durará hasta el domingo, Juan Cuatrecasas admite que está «cauteloso y receloso». «Hasta ahora todo lo que hemos visto es más de lo mismo. Maquillaje, barniz… Hacer como que se rema en la dirección que marca el papa, pero en el fondo dejarlo todo en una operación cosmética», afirma. Cerca de 200 líderes del catolicismo de todo el mundo se reúnen desde este jueves en la capital italiana, donde darán audiencia a víctimas de la pederastia y buscarán soluciones. Asiste el presidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE), Ricardo Blázquez. Cuatrecasas, padre de un chaval que sufrió abusos por parte de un profesor de un colegio del Opus Dei ya condenado en primera instancia, no ve más que síntomas preocupantes en torno a la preparación por parte de la jerarquía española del encuentro, ideado por el pontífice para dar una respuesta al aluvión de casos de pederastia y encubrimiento en el seno de la Iglesia.
«En España han puesto al zorro a cuidar de las gallinas», afirma Cuatrecasas, también presidente de la asociación Infancia Robada, en referencia a que la CEE haya situado al frente de la comisión preparatoria de la cumbre al obispo de Astorga, Juan Antonio Menéndez, acusado por víctimas del sacerdote abusador Ramos Gordón de haber protegido al pederasta y obstaculizado la investigación sobre sus delitos. Menéndez pilota un grupo de trabajo que se ha puesto como propósito articular procedimientos de prevención, reparación y castigo. Y, más concretamente, cambiar los protocolos antipederastia actuales. La Conferencia Episcopal, consultada sobre la cumbre, pospone hasta la finalización de la misma la comunicación sobre el resultado de esos trabajos, iniciados en octubre y que ahora deben cristalizar en Roma.
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infoLibre analiza las tareas pendientes de la Iglesia española, compartidas con el grueso de la institución católica, a partir del testimonio de víctimas y expertos, del reconocimiento de hechos por parte del propio Vaticano, de las conclusiones de la ONU y del examen de los protocolos en vigor.
1. VÍCTIMAS DESASTIDAS
2. OPACIDAD E IMPUNIDAD
3. MIEDO AL ESCÁNDALO
4. FILTRO DE «VEROSIMILITUD» DEL OBISPO
5. PECADO VS DELITO
6. LOS LÍMITES DE LA PRESCRIPCIÓN
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