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La actriz londinense, Daisy Edgar-JonesChris Pizzelo

Daisy Edgar-Jones: «El fundamentalismo religioso es un peligro cuando todos nos sentimos tan vulnerables»

Tras tocar la fama con ‘Normal People’, la británica se mete en una comunidad mormona en los 80 con la serie de Disney+ ‘Por mandato del cielo’

Bajo ese aspecto angelical, de niña que en su vida ha roto un plato, se esconde la contundencia de un discurso perfectamente articulado y la rotundidad de una actriz que ha hecho de lo camaleónico su estilo de vida. Y eso que Daisy Edgar-Jones (Londres, 1998) acaba de aterrizar entre nosotros. Lo hizo en 2020, cuando al mundo lo azotaba una pandemia, de la mano de Sally Rooney y la adaptación de su éxito de ventas Normal People.

De aquella lánguida, depresiva y adolescente Marianne ya sólo queda el recuerdo. Porque su protagonista ha huido de la pubertad hasta instalarse en la piel de una mujer, en una comunidad mormona de Utah, a la que sus dos cuñados, fundamentalistas religiosos, asesinan por orden de Dios. Ella es Brenda Lafferty y la historia sucedió en American Fork en 1984. En 2003 se hizo literatura de no ficción gracias a la investigación del periodista Jon Krakauer en Obedeceré a Dios. Y hoy es serie -digna sucesora de True Detective- de la mano de Disney+ en Por mandato del cielo.

«Estaba realmente intrigada cuando leí este guión. Porque esa novela era una fuente muy rica y un material muy potente para analizar cómo se construye la tensión en una dinámica familiar. Me interesa esa dinámica en una familia tan patriarcal y tan tóxica por su forma de interactuar. Fue genial explorarlo de esa manera desde mi papel de Brenda».

Porque ella es la mujer principal de este thriller true crime, un género devorado por el público femenino. Según diversos estudios, ellas son las consumidoras mayoritarias de este tipo de proyectos, llegando incluso a ser el 80% del público en algunos casos sonoros y audiovisuales.

¿Por qué cree que estas historias interpelan más a la mujeres que a los hombres? No estoy nada sorprendida de que sea así porque normalmente la víctima es una mujer. Y nuestra forma de pensar es que viéndolo puedes detectar las señales, creo que es un aspecto importante. Pero de esta serie me gusta que la víctima no se define por su muerte como en un caso real. Hemos hecho un buen trabajo desarrollando a Brenda y celebrando su vida. Aunque su muerte es obviamente el centro, vemos a la persona empática, amable y brillante que era y es importante que veamos más de esto.Cuando alguien se mete en ese papel sabiendo que la historia es real, ¿se sufre más o se lleva ese dolor fuera del plató? Los primeros episodios con una Brenda alegre y feliz fueron mucho más fáciles. No te llevas nada a casa, pero el final es mucho más sombrío. He tenido que buscar formas de dejar eso en el trabajo y no llevármelo conmigo para poder seguir adelante.¿Esto es una advertencia del peligro que tiene hoy el fundamentalismo?Es claramente un cuento con moraleja. El funda-mentalismo es muy peligroso dentro de cualquier comunidad. Y hoy lo es más en tiempos tan difíciles donde todos nos sentimos vulnerables. La gente es más susceptible de caer en él. Así que sí es una advertencia.

Cuando la obra de Jon Krakauer en que se inspira la ficción vio la luz en 2003 las críticas desde sectores religiosos se dispararon, llegando a pedir su retirada del mercado por «distorsionar hechos reales para que una historia resulte interesante». Así lo pidió la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, principal institución mormona en Estados Unidos, que llegó a remitir sus quejas sin mucho éxito a diarios de la talla del Boston Globe o The Wall Street Journal. Aquel aún era un mundo sin redes sociales, donde la crítica es más instantánea y en muchos casos directa a los protagonistas de la historia.

Viendo aquella reacción, ¿está preparada para lo que le puede venir ahora?Es verdad que ahora hay más acceso a esa crítica y se puede volver más amplia, pero no conocía aquella polémica. Pero a mí normalmente me gustan las redes sociales aunque también pueden ser muy destructivas. Puedes tener una visión unilateral del mundo según el algoritmo que tengas y tus redes se pueden convertir en una máquina de generar ruido.

Precisamente ruido, en este caso en el sentido positivo, fue lo que generó su llegada al mundo de la interpretación. Aquella niña de madre irlandesa y padre escocesa, criada en Muswell Hill, al norte de Londres, irrumpió sin previo aviso con una nominación al Globo de Oro en su primer papel protagonista en Normal People.

Ahora que han pasado dos años, ¿cómo ha cambiado su vida desde que se convirtió en una estrella de repente? En general ha sido muy surrealista porque fue en mitad de una pandemia. Es realmente difícil desconectar ambas cosas para mí.Pese a todo lo que trajo esa pandemia, supongo que algo también habrá podido disfrutar la fama.Sí, es una maravilla ahora poder experimentar todo esto con las personas con las que he estado trabajando. En Normal People fue más difícil porque no podíamos vernos tanto. Es muy extraño porque vives una experiencia muy intensa durante el rodaje y te pierdes la mejor parte que es celebrarlo. He pasado de esa burbuja a otra de estar un año entero grabando esto en pandemia. Estos meses sí están siendo increíbles porque estoy saliendo al mundo y disfrutando de ello. Ahora, al fin, estamos volviendo a la normalidad.

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