Unas de las grandes cuestiones para los ciudadanos de los países que reciben la visita del Papa es ¿cuánto cobrará y cuanto se gastará en su estadía?, dado que para cada país significa invertir en infraestructura, publicidad, logística de los eventos, entre otras cosas propias de los viajes del sumo pontífice.
Sin embargo, hay muchas creencias, a veces equivocadas, alrededor de la visita del Papa. Entre esas está la intención de su excursión: visitas apostólicas y visitas de Estado. La principal diferencia entre estás radica en el origen de quien hizo la invitación.
En las visitas apostólicas, el pontífice acude en calidad de obispo de Roma y cabeza de la Iglesia católica, y en las visitas de Estado asiste como jefe de Estado de un país soberano, libre e independiente: el Vaticano. A veces cuenta con doble invitación.
El Papa no cobra por su visita. No gasta en hoteles ni en comidas lujosas. Su hospedaje es en la Nunciatura Apostólica de cada país (la embajada del Estado Vaticano).
Por otro lado, estos viajes, que en su mayoría son apostólicos (también conocidos como pastorales), son organizados por la Conferencia Episcopal de cada país y por las diócesis anfitrionas (conocidas como iglesias particulares por el derecho canónico).
Estas se encargan de buscar el patrocinio a nivel local con aportes de particulares, rifas y demás actividades. Los boletos para los eventos que hace el Papa nunca son vendidos sino distribuidos por las parroquias y representantes de la Iglesia que designen los obispos.
Así mismo, en este caso el Papa Francisco es transportado por la aerolínea Alitalia, la cual cubre sus trayectos desde el Vaticano hasta el destino. Pero los trayectos nacionales son cubiertos por otras aerolíneas.
De sus visitas más recientes a Latinoamérica se pueden calcular aproximadamente los gastos que se tuvieron que hacer y los ingresos que significó su visita.
Según El Universal, para la preparación de su llegada a Colombia en el 2017 y el cálculo de presupuesto teniendo en cuenta sus anteriores visitas a Ecuador y México, se estimó un gasto de 2 millones de dólares por día, que serían en total 8 millones por los cuatro días de permanencia, cifra similar a la dispuesta por otros destinos papales, como Ecuador o México.
Por ejemplo, según la Alcaldía de Medellín, en ese año, frente a la proyección de inversión de 2 millones de dólares por día, el beneficio monetario se estimaba por 22 millones de dólares.
En su visita a Ecuador, que se extendió por tres días y que hizo parte de una gira que incluyó a Paraguay y Bolivia en el 2015, el valor se estimó en más de 6 millones de dólares. Solo en Quito se usaron 1,3 millones de dólares, sin contar los costos de seguridad, publicidad, alquiler de sitios para los eventos entre otros.
Así mismo, Francisco estuvo por seis días (su viaje más largo en la región) en México, alcanzando un costo de 10,1 millones de dólares, unos 1,7 millones de dólares al día. El país tuvo que invertir en la restauración de centros religiosos, turnos extras en personal de seguridad y pantallas gigantes, entre otros.
A pesar de que es una realidad que la visita del Papa representa para un país un gasto en seguridad, publicidad, logística, entre otras cosas, este dinero es una inversión de lo que representa la presencia del sumo pontífice, pues fieles nacionales y extranjeros cercanos se desplazan para verlo y asistir a los eventos. Y todo esto genera ingresos por hospedaje, comida, transporte y ventas informales (manillas, gorras, velas, rosarios…), entre otros.