Un estudio analiza cómo el bando franquista utilizó las reliquias para legitimar la dictadura, a través del culto católico, las peregrinaciones, la interpretación religiosa de sucesos sobrenaturales o el continuo homenaje a los mutilados
Cuando comenzó la guerra civil —17 de julio de 1936—, en España se abrió un tiempo nuevo en el que casi cualquier cosa era posible. Las bombas republicanas no estallaban en la basílica del Pilar de Zaragoza, los mantos de las vírgenes se convertían en escudos antiaéreos de las ciudades, la patrona de Ceuta intercedía para facilitar el desembarco de las tropas africanas en la península, hay quien escuchaba el cuerpo de Santiago cabalgando junto a las tropas del bando sublevado camino de una nueva “reconquista” … mientras la mano incorrupta de Santa Teresa orientaba las decisiones del inminente dictador, Francisco Franco.